Alejandra Fierro Valbuena, PhD | El Nuevo Siglo
Sábado, 30 de Mayo de 2015

REVOLUCIÓN DE LAS COMUNICACIONES

Información suficiente

Estamos  en la era de las comunicaciones. Sin duda, la habilidad que hemos desarrollado para diseñar herramientas que nos permiten acumular información está llegando a un punto paradigmático. Nunca en la historia de la humanidad habíamos tenido la capacidad de registrar tal cantidad de información, y más sorprendente aún, tal posibilidad de acceso y  uso de la información registrada. Esta habilidad, cada vez más presente en las nuevas generaciones, ha suscitado grandes cambios en las relaciones humanas y en la estructura social de los tiempos que corren. Tal vez, la cantidad de cambios de los que somos tanto parte como espectador, nos sume en una profunda perplejidad que impide que seamos plenamente conscientes de lo que está pasando y, por lo tanto, que no reparemos en la necesidad de hacer algo al respecto. Hasta el momento, la actitud predominante frente al fenómeno de la difusión y adquisición masiva de información, ha sido pasiva. Nos hemos limitado a recolectar datos y hacer uso de ellos de manera casi mecánica. Se podría decir que la avalancha informativa nos ha arrastrado de modo azaroso y no hemos conseguido hacernos a un espacio dentro de ésta para otorgarle un rumbo comprensible, provechoso y manejable por la humanidad.

La posibilidad de actualizar nuestra información sobre cualquier tema, que antes requería tiempo considerable, por ejemplo, el necesario para ir a la biblioteca y consultar textos que corroboren y amplíen cierta información, se reduce ahora a minutos -incluso segundos- gracias a los buscadores y enciclopedias virtuales que permiten actualizar los datos en tiempo real. Así, la muerte de un pensador o político importante puede registrarse en la hora procedente a su deceso, mientras que en el pasado el registro de muertes requería toda una nueva edición de varios tomos de enciclopedia.

Incluso, con el registro audiovisual que dispositivos portátiles nos permiten ahora, podemos acceder a los hechos no solo si decidimos leer sobre ellos sino que basta con tener el video para revivir innumerables veces lo sucedido. Sin duda, estos medios significan una gran revolución humana que afecta no solo lo que conocemos, sino sobre todo, nuestra racionalidad práctica, aquella que nos indica lo que debemos hacer con lo que sabemos. Es allí donde se abre un campo inmenso de reflexión y propuesta que nos permita hacernos cargo de los nuevos escenarios que estas dinámicas comunicativas nos presentan.  

La acumulación de datos es imparable, con lo cual, protestar frente a este fenómeno y oponerse a los nuevos medios y estrategias comunicativas no tendrá, por lo pronto, ningún fruto. La actitud crítica sólo puede ser provechosa en la medida en que asuma la tarea de evaluar, desentrañar y generar espacios de reflexión con el objetivo de formar criterio de manera que podamos dotar de sentido la información de la que somos dueños.  

La revolución de las comunicaciones aún no ha llegado. Llegará cuando nos hagamos cargo de la información que nos llego y le demos rumbo. A través de diseños de aplicaciones y espacios virtuales en los que sea necesario el ejercicio reflexivo y en los cuales adquiera un sentido mayor la vinculación comunitaria, se vislumbrará el nuevo escenario que este fenómeno nos depara como humanidad.