Alejandra Fierro Valbuena, PhD | El Nuevo Siglo
Martes, 14 de Abril de 2015

PATRONES DE COMPORTAMIENTO

¿Por qué Charlie si y Kenia no?                                           

La  respuesta que la opinión pública ha tenido frente a la terrible masacre perpetrada en una universidad de Kenia es un claro reflejo del grave estado de la sociedad en general y, específicamente, del grado de corrupción de los medios de comunicación.

Las razones por las cuales matanzas de este estilo (ya sea en Kenia o en algún pueblo colombiano) no mueven las emociones del mismo modo que otras, como la del avión alemán y los caricaturistas en París, son bastante oscuras. Cualquier persona  rechazaría aceptar la idea de que solo cuando la masacre involucra personas “importantes”, según los cánones de éxito (económico) que hemos establecido, es cuando viene la indignación. Sin embargo, lo que tenemos es un cuadro que pareciera retratar que este el patrón de comportamiento de la sociedad. Sólo algunos casos nos mueven hacia la solidaridad y si lo arriba dicho no es el motivo, entonces ¿cuál es?

Tendrá que ver con la proximidad de los acontecimientos. Así, cuando la noticia es algo que eventualmente podría sucedernos es más probable que desarrollemos sentimientos de dolor y solidaridad por los afectados, que cuando es algún hecho que consideramos poco probable. No obstante en este caso tampoco aplica el criterio pues tanto en el caso de Charlie como en el de Kenia, los motivos tuvieron que ver con las creencias y convicciones de los implicados (sin mencionar además que, como país, estamos más cerca de Kenia que de París). Así las cosas, la diferencia no está pues en la proximidad sino en el tipo de ideas que están en juego o el modo como se difunden.

Me inclino por culpar, sin el menor cargo de conciencia, al manejo que los medios dan a las noticias. Como el parámetro de difusión de la información tiene que ver ahora más que nunca con la cantidad de consumidores de la noticia se busca y se promueve aquello que vende más. Así, el recurso al amarillismo, que hace un tiempo era sinónimo de mal periodismo, se vuelve prioridad para el ejercicio de las comunicaciones. Ya es sinónimo de astucia conseguir posicionar una noticia en twitter y otras redes sociales, a costa de lo que sea. De este modo, apelar a recursos como el “Je suis Charlie” o los memes que reproducen satíricamente los hechos, no tiene que ver con la intención de generar un verdadero repudio a lo acontecido o solidaridad con las víctimas, sino con el hecho de poner a rodar en las redes sociales sonsonetes pegajosos que permitan una mayor publicidad del medio o de los actores vinculados en los hechos.

Es tal el grado de corrupción de los medios de comunicación -para el cual las redes sociales se ofrecen como un escenario idóneo gracias a su fascinante capacidad de tergiversar la realidad- que aquel papel que los inspiraba, como encargados de otorgar herramientas que permitieran formar el criterio de la opinión pública, es ahora visto como una gran utopía. Frente al panorama actual, aunque cueste decirlo, es nuestra responsabilidad ir más allá de las noticias, para estar realmente informados. Es necesario cuestionar a los medios y exigirles recuperar su compromiso social.