ALBERTO ABELLO | El Nuevo Siglo
Domingo, 18 de Diciembre de 2011

 

La democracia cautiva (VII)

 

Los colonos  ingleses se trasladan al norte del continente para escapar del yugo político británico, anhelan la libertad religiosa y material, hallan un territorio con estaciones e inmensas posibilidades de desarrollo, para expandir su modelo social y  religioso. En el sur del continente los españoles no buscan cambiar de costumbres ni religión, están por la aventura; en el inicio son guerreros  que favorecen la colonización. El sistema unitario ideado por los Reyes Católicos se extiende, junto con el modelo político, religioso, militar e institucional de orden forjado en ochocientos años de lucha y asimilación entre lo mozárabe e hispánico, lucha que convierte a España en campeona del cristianismo. Sistema indisolublemente ligado a la monarquía y la religión,  que sustentan la cohesión y expansión hispánica en nuestro continente.

El hecho mismo de una España que por siglos había sido cosmopolita y en su territorio  convivían diversas culturas y credos, le permite asimilar en la hispanidad a los primitivos pobladores de estas tierras, puesto que lo hispánico no es un asunto de raza única o pura, sino más bien de contenido espiritual, de ser, existir y pensar en un idioma que en su momento estaba en el esplendor del siglo de oro.

Lo militar se impone hasta entre los civiles que viajan a esta región, un letrado como  Gonzalo Jiménez de Quesada, por fuerza se transforma en soldado. Esa noción del orden, en defensa heroica de un modelo de vida, será la fuerza motriz de la expansión hispana en América, de su unidad política y existir. Esto influye en la mentalidad arcaica, por cuanto entre los indígenas existía el predomino absoluto de los caciques, que se sustituye por el de las autoridad regia, cuya legalidad se fundamenta más que en la espada en la bendición papal a la empresa evangelizadora y colonial, pero que asumen con voluntad militar por cuenta del espontáneo caudillaje que se extiende por estos  territorios.

Son dos fuerzas de orden diversas; en el norte pesan más la comunidad y sus determinaciones religioso-políticas que dan origen a su democracia, mientras que aquí se mantiene la expansión humanista católica. En España se planifican las ciudades y aquí se expanden los pobladores trasladando sus instituciones, bajo un sistema de caudillaje. En el Norte, las comunidades religiosas y comerciantes, se desarrollan según su credo e intereses, adaptándose al medio favorable. En el Norte exterminan al aborigen para que prevalezcan asentamientos a la europea. Aquí los guerreros al servicio de la monarquía terminan por respetar la armadura de leyes favorables al indígena dictadas por los juristas del Consejo de Indias. Consecuencia histórica inevitable: comunidad democrática en EE.UU. y esclavitud. Cesarismo democrático y caudillaje entre nosotros, con eliminación de la  esclavitud. Al derrumbarse el Imperio Español en Hispanoamérica nuestros políticos importan artificialmente el Estado nación y se fragmenta la región, la independencia del norte lleva a la unidad de los Estados federados.

El Libertador intenta desde Lima unir Hispanoamérica en Panamá, sin alcanzar a atraer a los miopes políticos locales, que confunden la democracia con el divisionismo y las patriecitas.