Adriana Llano Restrepo | El Nuevo Siglo
Viernes, 22 de Enero de 2016

EL SEPTIMAZO

Posverdad

 

Por Adriana Llano Restrepo

QUIZÁS no son mentiras, no en estricto sentido, no al menos desde la moral; podría tratarse de una revolución semántica de la que no nos hemos percatado en este país donde los inamovibles éticos de la paz de Santos, como el 23M, se mueven al vaivén de las olas de La Habana, donde la puja de Cárdenas en Isagen es de yo con yo, como cuando las mujeres parimos por vía natural a nuestros hijos y donde nada es lo que parece, mientras lo que parece, no es.

Quizás no son mentiras sino artilugios para cerrar esa brecha entre lo que somos desnudos frente al espejo y vestidos con El traje nuevo del emperador, como en el cuento de Hans Christian Andersen, porque pocas veces en esta Colombia tan llena de aspiraciones y tan carente de inspiraciones, somos lo que cacareamos ser.

Quizás son mentiras, pero en sentido extramoral y entonces sí cabe la culpa porque la mentira es un acto cooperativo y no existe al menos que uno la acepte. Aceptamos las mentiras porque somos unos sujetos aspiracionales que rellenamos las brechas de nuestras vidas con fábulas: no somos, queremos ser; y como no hay inspiración desde la Casa de Nariño, aceptamos ser engañados.

En Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Nietzsche advierte que “el mentiroso utiliza las legislaciones válidas, las palabras, para  hacer aparecer lo irreal como real. Abusa de las convenciones consolidadas efectuando cambios arbitrarios e incluso inversiones de los nombres”.

Nuestro ámbito ético es el de la posverdad, a la manera de Paul Krugman, profesor en Princeton y Premio Nobel de Economía en 2008: “Vivimos en una era en la que los políticos y los supuestos expertos que los sirven nunca se sienten obligados a reconocer los datos incómodos, en la que jamás se  abandona ningún argumento, por muy abrumadoras que sean las pruebas de que está errado”.

Santos es ambiguo sobre la verdad porque, al fin de cuentas, la verdad es una metáfora y los colombianos anhelamos las consecuencias agradables de la verdad, no la verdad en sí.

El Gobierno de Santos es el de la posverdad; recuerdo a Donald Rumsfeldun cantinflesco Secretario de Defensa de Estados Unidos, que sin titubear dejó este galimatías como prueba de que la posverdad no es invento de los uribistas: " Hay cosas que sabemos que sabemos. También hay cosas desconocidas conocidas. Pero también hay cosas desconocidas que desconocemos, las que no sabemos que no sabemos".