“Esperanza no es lo mismo que optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”.
(Václav Havel)
Con el año que termina, todos los habitantes del planeta tierra estamos esperanzados en que esta zozobra pandémica, termine pronto.
Se nos han ido miles de seres queridos, que no pudieron resistir el ataque del covid-19, pero otros lograron superarlo y sobrevivir gracias a la oportuna y humana atención del equipo médico en todo el país. Para todos ellos, que se sacrificaron, que muchos perdieron su vida por salvar la de otros, nuestro eterno agradecimiento y reconocimiento. Nuestro ser superior les recompensará.
La humanidad entera, necesita saber la verdad. Ojalá algún día se conozca con certeza lo que ocurrió y que se revelen los intereses oscuros de su creación y propagación.
Pero en medio de toda esta catástrofe, que trastocó nuestras vidas, creada por el mismo hombre, por sus ciegos intereses económicos, aprovechada por algunos empresarios y gobernantes para enriquecerse, tenemos la esperanza y la fortaleza de reiniciar una nueva vida y poder superar la crisis que nos afecta a todos.
De manera que hay que dejar atrás la incertidumbre, el pesimismo para tener la cabeza fría y tomar las decisiones adecuadas para anclar los cimientos de un futuro esperanzador.
Nos da un cauteloso optimismo la aparición de varias vacunas, la Spunik 5 y otras dos de Rusia, La AstraZeneca, la de Pfizer-BioNTech, Janssen y Novavax, entre otras y lo digo así porque por la angustia y la carrera de producir el antídoto y lograr enfrentar la pandemia, no se cumplieron con todos los requisitos para utilizarla en seres humanos.
Pero hay que tener confianza en los científicos y creadores y mientras se consolidan las vacunas, aplicarnos los remedios caseros que tanto han ayudado, sin duda alguna, a parar la propagación y evitar el aumento de las víctimas.
El 2020 fue un año devastador, pérdida de vidas, liquidación de empresas, pérdidas de empleos, cierre de negocios y muchos seres afectados física y psicológicamente.
Por eso no podemos despreciar las enseñanzas de la pandemia, y mirar hacia un planeta agradecido con el recogimiento, en el que los animales regresaron a su hábitat y en que la humanidad se volvió más espiritual, sensata y amigable con el medio ambiente.
Aprovechemos esta dura pero necesaria experiencia para aminorar los efectos del cambio climático, sentar las bases para elegir nuestros nuevos caminos y elegir entre toda la humanidad los nuevos modelos de desarrollo.
Un documento sabio y ponderado que se debe estudiar y aplicar es el pronunciamiento de los mamus de la Sierra Nevada de Santa Marta, del cual me ocuparé en mi próxima columna.
Es el momento de profundizar en nuestro interior y sanar el pasado, empezar un nuevo camino lleno de amor y equilibrio con el planeta para dejar a nuestros hijos y nietos un lugar apto para vivir.
Dios y el Universo nos darán fortaleza, Fe, optimismo y esperanza en el 2021.
lorenarunianof@gmail.com