En el discurso más importante de su vida porque su contenido y sus implicaciones debían generar confianza y acercarlo - sin distingo de partidos, creencias, raza o nivel social- a los estadounidenses, Mitt Romney demostró anoche, al aceptar su nominación como candidato presidencial republicano, que más que voluntad política lo que tiene es compromiso para construir una mejor nación y que por ello está capacitado para ser el nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Después de cinco años intentando alcanzar ese trascendental momento, Romney finalmente fue escogido como el candidato oficial del partido republicano tal como lo deseó en 2008, cuando John McCain lo venció en las primarias.
Romney prometió crear millones de empleos así como restaurar la prosperidad de Estados Unidos en la clausura de la 40 Convención Nacional del partido en Tampa, Florida, donde fue aclamado como una estrella.
“Acepto la nominación”, declaró visiblemente emocionado ante los delegados del partido, mientras su esposa, sus cinco hijos y sus nietos, además de su compañero de fórmula Paul Ryan, lo miraban desde una tribuna especial ubicada frente a la tarima.
Romney, que llegó al escenario seguido por cientos de fotógrafos y saludando a militantes que querían tocar a su héroe, logró ovaciones de pie al prometer la “creación de 12 millones de puestos de trabajo” y la derogación del 'Obamacare', como bautizaron sus detractores la reforma de salud del presidente Barack Obama, que asegura cobertura a la mayoría de los estadounidenses.
“Muchos estadounidenses se han dado por vencidos con este presidente, pero nunca han considerado renunciar a ellos mismos ni a Estados Unidos”, afirmó Romney, al llamar a los votantes a dar vuelta a la página en las elecciones del 6 de noviembre, en las que disputará la presidencia a Obama, que se presenta a la reelección.
Asimismo, prometió que “restaurará la promesa del espíritu de Estados Unidos” de llegar a la Casa Blanca.
“Bajo (el gobierno de) Barack Obama, el único cambio es que ha sido difícil encontrar la esperanza”, dijo Rubio, de 41 años, al presentarse en el escenario más importante de su carrera política, donde recordó su niñez en el seno de una familia trabajadora de inmigrantes cubanos.
“Nuestro problema con el presidente Obama no es que sea una mala persona. Él también es un buen esposo y un buen padre, y gracias a mucha práctica, también es bastante buen golfista”, dijo Rubio, provocando risas en el auditorio. “Nuestro problema es que es un mal presidente”, indicó.
Con frases propias de un predicador, Romney mencionó varias veces las cualidades del pueblo estadounidense, “optimista y trabajador”, para prometer que recobrará la prosperidad económica que anhelan.
La ceremonia cerró con el clan Romney casi en pleno, junto al candidato a la vicepresidencia Paul Ryan, su esposa y sus tres hijos, en el escenario saludando a la multitud mientras llovían globos y confeti con los colores de la bandera estadounidense.
Listo para la Casa Blanca
“Él está listo, se ha preparado toda su vida para este momento”, había dicho el miércoles en la convención Paul Ryan, el conservador representante por Wisconsin que preside la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Representantes.
“Después de cuatro años dando vueltas en todas las direcciones, Estados Unidos tiene que dar un giro, y el hombre para hacerlo es el gobernador Mitt Romney”, agregó Ryan, de 42 años.
Dirigiéndose a las bases más conservadoras republicanas, Ryan afirmó que coincidía ideológicamente con su 'jefe', porque a pesar de no compartir religión -él es católico y Romney mormón- “nos une la visión de que nuestros derechos proceden de la naturaleza y de Dios, no del Gobierno”.
Otro impulso que recibió el candidato presidencial republicano para la velada del jueves lo recibió de parte de su esposa, Ann Romney, quien el martes subió al escenario para mostrar un lado más humano de este hombre tildado de “robot”, cuya familia de cinco hijos y 18 nietos luce tan perfecta como distante de la realidad del estadounidense de a pie.
“Este es el hombre que Estados Unidos necesita”, afirmó Ann Romney. “No defraudará al país”, dijo su esposa.