La invasión rusa a Ucrania podría prolongarse por años | El Nuevo Siglo
El profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y experto en política exterior norteamericana, Mauricio Jaramillo.
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Domingo, 20 de Noviembre de 2022
Redacción internacional

A una semana de que se cumplan nueve meses desde que Rusia incursionó por primera vez en suelo ucraniano, ninguno de los dos actores enfrentados ha mostrado intenciones de concluir la guerra.

Sin ninguna línea de negociación abierta y con dos partes profundamente inflexibles, por primera vez en meses los analistas están contemplando la posibilidad de que esta confrontación se prolongue por años.

Así lo sostuvo a EL NUEVO SIGLO el profesor de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y experto en política exterior norteamericana, Mauricio Jaramillo, quien argumentó que, como ocurrió cuando Estados Unidos invadió Afganistán, “la guerra está desapareciendo de la agenda internacional y a excepción de China, ninguno de los grandes jugadores está ejerciendo presión para que concluya”.

Por este motivo, de acuerdo con el analista el escenario más probable es que el mundo se acostumbre a una confrontación de baja intensidad con una dosificación en el uso de armas, pues cada misil lanzado cuesta miles de dólares, pero con picos esporádicos de acciones bélicas como el de esta semana.

EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo se prevé que cambie la ofensiva militar, de lado y lado, en una guerra a la que no se le ve una solución pronta?

MAURICIO JARAMILLO: Efectivamente la guerra parece haber mutado de una regular, de posiciones, en la que se buscaba la rendición del enemigo (sobre todo del lado ruso con la toma de Kiev) a una guerra de desgaste. Ucrania está buscando que sea una guerra de resistencia para hacer que el Kremlin se canse y que sea muy costoso, y esa ha sido la intención de Kiev desde que comenzó la contraofensiva ucraniana con apoyo de los Estados de la OTAN.

Esta contraofensiva se puede rastrear desde mediados de este año, así que yo veo más un estancamiento en el flanco militar. Aun así, todavía hay una disparidad muy grande, sobre todo si consideramos que Rusia tiene 100 mil kilómetros cuadrados controlados, mientras que los ucranianos deben tener unos 10 a 15 mil kilómetros.

De las cuatro repúblicas que anexó Rusia hay una en donde se ordenó un repliegue, así que hay una idea de que ha habido una evolución, pero desde mediados de año estamos estancados, con picos pequeños como el de esta semana. Yo lo veo como una guerra de guerrillas que, desafortunadamente, puede durar años.

ENS: ¿Es decir que se puede prolongar a largo plazo y de forma indefinida?

MJ: Objetivamente no hay forma de saberlo, porque no tenemos información precisa que circule (al punto que duramos varias horas sin saber desde dónde se había proyectado el misil que cayó en la frontera polaco-ucraniana), pero las dos narrativas que hay apuntan a una prolongación indefinida.

Por un lado, Ucrania está librando una guerra de liberación nacional, como la que luchó Vietnam contra Estados Unidos: una guerra frente a una potencia foránea. Y por el lado ruso este es un conflicto de legítima defensa porque “a nosotros nos han agredido en dos ocasiones: en 2008, cuando la OTAN propuso a Ucrania hacer parte de la organización, bajo la presidencia de George Bush; y en 2015, con los acuerdos de Minsk cuando, de acuerdo con los rusos, comenzó el genocidio contra la población ruso parlante. Tenemos que defendernos”.

No puedo decir cuál de las dos visiones tiene la razón. Sería un sesgo muy grande y ambas narrativas tienen peso histórico y evidencia empírica actual, pero ambas visiones apuntan, precisamente por eso, a que puedan ser a largo plazo.

ENS: En ese orden de ideas, cuando no parece haber un punto de inflexión de ninguno de los dos lados, ¿qué se debe esperar y más ad portas del invierno?

MJ: No hay una voluntad de terminar la guerra, aunque hay razones de peso para detenerla, como su costo, que es impresionante. Pero vemos todo lo contrario. La semana pasada anunciaron que cinco industrias ucranianas van a comenzar a producir armamento de guerra. Es decir, que la industria civil ya comenzó a tornarse en industria de guerra. A largo plazo Volodímir Zelenski no tiene voluntad de negociar y Rusia está en una postura inflexible en la que solo negocia corredores humanitarios y la salida de cereal (seguridad alimentaria).

Paralelamente está el discurso de Joe Biden, de Emmanuel Macron, de Giorgia Meloni, de Rishi Sunak, y aunque ha habido movilizaciones no estamos viendo una presión seria para negociar. El único país que está ejerciendo presión para que esto se acabe pronto es China  (de los actores de peso en el sistema internacional, puesto que toda la periferia de países que circundan Ucrania quiere que la guerra termine ya).

¿Se puede prolongar indefinidamente? Sí. Creo que habrá una economía de guerra y esta será una confrontación de baja intensidad con una dosificación en el uso de armas porque cada misil, cada sobrevuelo y cada bombardeo que se propine, representa cientos de miles de dólares.

Creo que veremos una guerra en la que disminuirán las dosis de violencia, pero que probablemente se prolongue. Estados Unidos, con toda la fuerza militar, estuvo 10 años en Afganistán y no pudo. Se fue con el rabo entre las piernas y días más tarde los talibanes se tomaron Kabul. Este es un conflicto mucho más equilibrado y eso hace prever que podrían durar mucho más en esta confrontación.  



ENS: ¿O sea, que seguirán los bombardeos ocasionales como los que propinó esta semana Rusia a Kiev? ¿Esa seguirá siendo la estrategia de Vladimir Putin?

MJ: Sin duda alguna. Los repliegues rusos lo que están dando a entender es que toca dosificar mejor el uso de la fuerza y dosificar la violencia. “Nos replegamos acá, pero castigamos allá”.

ENS: Y asumiendo que esto se prolongue en el tiempo, a largo plazo, ¿cuál va a ser el rol de occidente?

MJ: Pues simbólicamente quien está peleando es occidente apoyando a Ucrania. Pueden pasar una de dos cosas: por una parte, que la gente comience a sentir los impactos de la guerra, se canse y haga un llamado a terminarla. Esto en Estados Unidos, en donde hay menos cosmopolitismo y la ciudadanía es más provinciana, ya se está viendo. Donald Trump ya lo está diciendo: “estamos entregándole a los ciudadanos cientos de miles de dólares. ¿Cuál es el beneficio para mí?”.

O la otra opción: que la guerra desaparezca de la agenda y se prolongue indefinidamente por años, que es lo que desafortunadamente está pasando. A la gente se le está olvidando, salvo que ocurran hechos como el del misil que cayó en Polonia. Vamos a tener el Mundial de fútbol y la guerra se va a olvidar por un mes completo, más de lo que ya se ha desdibujado de la agenda internacional. Como pasó con Estados Unidos en Afganistán. El escenario es muy triste, pero a nadie le importa.

Es un pésimo indicador que no hay ningún grado de movilización: se reúnen en la COP27, el G20 y nadie está llamando a negociar. Solo los africanos, los latinoamericanos y China.

ENS: ¿Y frente al invierno…?

MJ: Creo que en todo el mundo, sobre todo en Europa, tienen la impresión de estar del lado correcto de la historia: hay que mantener el apoyo a Ucrania, y si hay que pagar la factura de electricidad más cara, están dispuestos a hacerlo.