La mácula electoral | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Mayo de 2022

* Persiste desconfianza en Registraduría

* Nadie le pone el cascabel al gato

 

No es secreto para nadie que uno de los más grandes temores nacionales radica en el cumplimiento de las funciones de la Registraduría en las próximas elecciones presidenciales. Esto, claro está, una vez constatado el gigantesco fracaso en las jornadas parlamentarias previas, cuando por arte de birlibirloque aparecieron un millón de votos adicionales al preconteo y la confianza en el organismo quedó indeclinablemente fracturada hasta hoy.

En efecto, aún sin siquiera saberse la totalidad de la votación válida, ni mucho menos la composición efectiva del Senado, es por ende natural que los colombianos mantengan un alto nivel de desconfianza en ese organismo, pese a que el Registrador ha explicado ante el Congreso, la Comisión Nacional de Garantías Electorales, los partidos, los entes de control, las misiones de observación y veeduría electorales, y demás medios posibles, las bases del llamado “Plan estratégico para el fortalecimiento de las elecciones” del 29 de mayo, cuando más de 39 millones de ciudadanos podrán sufragar en 102 mil mesas y 12.500 puestos de votación.

El plan, como se sabe, tiene varios flancos. Y aunque se determinó que una vez arranque el preconteo de votos se lleve a cabo, asimismo, un doble reporte de resultados en los formularios E-14, la sospecha persiste. Porque si bien se trata de verificar que los datos sean correctos y, en caso contrario, se proceda a una revisión inmediata, el punto demuestra el nivel de prevención existente.

Aunque parezca una obviedad, se determinó asimismo que los partidos políticos puedan tener auditores sobre los softwares de jurados de votación, del preconteo y el escrutinio, visualizando en tiempo real el procesamiento de los datos electorales. Lo mismo para que puedan descargar casi simultáneamente las actas E-14 de claveros y demás archivos de resultados, incluso bajo una veeduría internacional al software utilizado. Todo ello, sin embargo, no recompone el fiasco de las elecciones parlamentarias y la consecuente suspicacia que conserva la opinión pública. Por lo tanto, lo más apremiante continúa siendo que el Consejo Nacional Electoral proceda en el término de la distancia a dar los resultados de los anteriores comicios y con ello, al menos, se pueda contar con alguna certeza al respecto.    

En cuanto a los jurados de votación, uno de los lunares más lesivos de la jornada del pasado 13 de marzo, avanza el cambio de la totalidad de los que estuvieron en más de 5.100 mesas signadas por los errores humanos o las muy posibles irregularidades en el diligenciamiento de los formularios E-14. Tanto en este caso de los jurados como en el de los testigos electorales habrá un reajuste a fondo de cara a los comicios presidenciales, incluso con una alta participación de los delegados de los candidatos que encabezan las encuestas. A ello se suma que tanto la Fiscalía como la Procuraduría generales adelantan sendas investigaciones sobre lo ocurrido en las justas parlamentarias, pero hasta el momento no hay resultados concretos de ningún tipo.

En tanto, y al tenor de las encuestas, de las declaraciones de las campañas y de los propios candidatos presidenciales, e incluso de la insistencia en la necesidad de un Registrador Nacional ad hoc, la desconfianza sobre la fiabilidad del sistema electoral no desaparece.

Si bien ya terminaron los escrutinios de la Cámara de Representantes por parte del Consejo Electoral, en cuanto a los de Senado el proceso avanza lentamente, como se dijo. No hay que olvidar que inicialmente, por un error en el preconteo, hubo más de 500 mil votos (la mayoría del Pacto Histórico) no contabilizados, pero luego el desfase subió a cerca de un millón de votos, lo que aumentó la incertidumbre sobre la fiabilidad de los resultados electorales. Y el problema sigue sin resolverse.

Por ahora no parece, efectivamente, que haya humo blanco al respecto antes de la votación de primera vuelta, lo que desde ya extiende la sombra de duda sobre el sistema electoral al 29 de mayo, con graves implicaciones en materia de credibilidad institucional, primacía democrática y riesgo en cuanto a la seguridad y el orden público.

Es claro, por lo tanto, que para recuperar la credibilidad no bastan los incisos. Habría que hacer muchos más… que es lo que no se ve en lontananza, porque la mácula persiste. Y en tanto nadie le pone el cascabel al gato.