¿Tarifa universal impositiva a sociedades? | El Nuevo Siglo
Martes, 13 de Abril de 2021

* Novedosa propuesta del gobierno Biden

* Un apretón global a las multinacionales

 

 

Se está empezando a mover por parte de los Estados Unidos algo que, de hacerse realidad, puede convertirse en una importante novedad en la estructura de pago de impuestos a nivel internacional. Se trata de una iniciativa de la administración Biden para que se adopte en todo el globo una tasa mínima de tributación para las grandes corporaciones. Lo que equivaldrá a extender los propósitos multilaterales de la Casa Blanca al campo de los impuestos.

¿Cuál es el origen de esta idea que está promoviendo la secretaria del Tesoro Janeth Yellen?

El gobierno Biden ha propuesto dos programas financieros de gran calado durante estas primeras semanas de su mandato. El primero, con un costo de 1,9 trillones de dólares (recordemos que un trillón equivale en la métrica utilizada en EE.UU. a un millón de billones) orientado a asistir a los damnificados por la pandemia. Y el segundo, aún más costoso, por 2,1 trillones de dólares, encaminado a financiar fundamentalmente la reconstrucción de la infraestructura física del país (carreteras, puentes, puertos fluviales y aéreos, etc.), que hoy se considera especialmente descaecida. Este segundo programa se piensa financiarlo -entre otras fuentes- con una elevación de la tarifa impositiva a las sociedades del 21% al 28%. Se da así marcha atrás a uno de los ejes centrales de la reforma tributaria que se implantó durante la administración Trump, que tuvo precisamente como pilar rebajar ese rubro de tributación.

La preocupación principal de la administración Biden es que si se eleva domésticamente la tasa impositiva de las sociedades en Estados Unidos se pueda presentar un éxodo de corporaciones hacia países con niveles de impuestos más leves. De allí la propuesta que la Secretaria del Tesoro está comenzando a aclimatar tanto en el G-20 como en el Fondo Monetario Internacional, durante las reuniones de primavera que comienzan esta semana.

¿En qué consiste la novedad de esta propuesta? En que es la primera vez que a tan gran escala se intenta establecer un piso mínimo a la tributación empresarial a nivel mundial, a fin de evitar competencia entre los países para que no se utilicen los impuestos con el objeto de inducir el desplazamiento de las corporaciones hacia domicilios fiscales más favorables.

No es claro que los Estados Unidos vayan a tener éxito con esta iniciativa frente a otras potencias. Pero sí es un gesto muy diciente de cómo la multilateralidad de las relaciones internacionales empieza a tener cada vez una contextura más clara en el planeta.

La iniciativa norteamericana implicaría, en primer lugar, un control más drástico en los llamados ‘paraísos fiscales’, que son los que pueden brindar un refugio más inmediato a las corporaciones que lleguen a huir de los Estados Unidos por razones impositivas. Y esto, de por sí, no sería malo. En segundo lugar, se da un paso en la misma dirección que se está moviendo ese gobierno para establecer una tributación más severa a las compañías conocidas como Gaffa (tales como Google, Amazon y Facebook, entre otras), dedicadas a tareas del comercio electrónico mundial o a la publicidad desde las redes sociales. Las tasas de tributación de estas son muy bajas pues logran escapar a buena parte de los controles fiscales de los países donde desarrollan sus actividades comerciales.

Esta iniciativa de la Casa Blanca va a suscitar también una apasionante controversia de carácter fiscal al interior de los Estados Unidos durante las semanas venideras. Los partidos Demócrata y Republicano van a poner sobre la mesa las cartas de sus enfoques tributarios claramente diferenciados. Los primeros creen más que los segundos en el gasto público como palanca para superar los graves escollos que ha planteado la pandemia. De hecho, los demócratas no titubean en elevar de nuevo las tasas impositivas de las corporaciones para financiar las billonarias estrategias presupuestales en que se ha embarcado el gobierno Biden.

Los programas de gasto público que se están impulsando son de una magnitud nunca registrada, como lo testimonian las cifras ya citadas. No se veía desde los tiempos del New Deal, que se puso en marcha durante la gran recesión de los años treinta del siglo pasado, un campanazo fiscal de semejante magnitud. Incluso, algunos analistas comienzan a preocuparse por el riesgo de que se puedan estar sembrando las semillas de un brote inflacionario en la economía americana que, de darse, naturalmente tendría repercusiones en las tasas de interés y en los flujos financieros a nivel planetario en los próximos meses.

Como se ve, la nueva administración Biden se está comenzando a mover rápido y a jugar duro en materia financiera y fiscal. Lo que va a tener consecuencias buenas y malas para un país como el nuestro que apenas está preparándose a iniciar la discusión de su propia reforma tributaria.