La deforestación destruyó 976.200 hectáreas (9.762 km2) de bosques de la Amazonía brasileña entre agosto de 2018 y julio de 2019, lo que significa un aumento del 30% en comparación con el mismo período en el año anterior. Así lo demuestran los datos publicados recientemente por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE).
La tasa de deforestación es la más alta desde 2008 y el aumento porcentual es el tercero más alto, superado sólo por los aumentos de 1995 (95%) y 1998 (31%). Esto representa un aumento del 50% en comparación con el promedio de los últimos 10 años.
“Los datos confirman lo que los sistemas independientes ya han señalado: la deforestación en la Amazonía brasileña se ha disparado y, a menos que el gobierno federal cambie profundamente su postura sobre el tema, puede crecer aún más el próximo año, lo que representaría un retroceso de 30 años en el país respecto a la protección de la Amazonia”, explica Mauricio Voivodic, director ejecutivo de WWF Brasil.
“Es inaceptable que continúe la destrucción de la Amazonia brasileña. Nuestra postura es clara: cero deforestación ahora”, agregó.
Además de degradar o retirar las áreas protegidas para permitir la minería en tierras indígenas y facilitar el acaparamiento de tierras, el Ministerio de Medio Ambiente de Brasil emitió la menor cantidad de multas por deforestación desde el año 2000. Las políticas actuales han resultado en una mayor invasión de áreas públicas y una mayor deforestación en las privadas, en violación del Código Forestal.
“Los datos publicados por el Programa Brasileño de Monitoreo de Bosques Satelitales del Amazonas (Prodes), del INPE, deberían servir como una advertencia para toda la comunidad internacional y todos los ciudadanos brasileños, ya que la destrucción de la Amazonía implica riesgos importantes para Brasil y todo el planeta”, dice Voivodic. “¿Quién gana con esto? Los pueblos indígenas, los habitantes de los ríos u otros residentes tradicionales de la región que ven a los madereros robar sus tierras definitivamente no se benefician. Tampoco los agricultores, que sufrirán una disminución de las lluvias, una consecuencia natural de la deforestación en la Amazonía. Ya no podemos tolerar la ilegalidad en la región”, agrega.
El impacto de esta deforestación desenfrenada se siente en las áreas protegidas, tierras indígenas y territorios de comunidades tradicionales, así como a nivel mundial, con sucesos como los recientes incendios forestales. Para proteger sus hogares, las comunidades que habitan los bosques han creado los "Guardianes del Bosque", grupos para organizar la vigilancia y la protección fronteriza. Sin embargo, sus equipos de vigilancia han sufrido un ataque intenso. A principios de este mes, un líder indígena joven, Paulo Paulino Guajajara, fue asesinado en un enfrentamiento con agricultores en la Tierra indígena Arariboia en Maranhão.
En riesgo
La publicación de los datos del INPE llega en un momento en que se han cancelado las medidas que históricamente han ayudado prevenir la expansión agrícola en el bosque. Hace una semana, se revocó la Zonificación Agroecológica de la Caña de Azúcar, marcando la apertura del crédito público subsidiado para financiar plantaciones en áreas recientemente deforestadas en la Amazonía. Además, varios funcionarios del gobierno federal han dicho que tomarán medidas para poner fin a la moratoria de la soja en el Amazonas, lo que podría aumentar aún más la deforestación.
La Moratoria de Soya que prohíbe el comercio de granos sembrados en áreas recientemente deforestadas. Entre 2009 y 2018, la moratoria contribuyó a una disminución significativa de la deforestación en Brasil de casi 85%. Mientras tanto, la superficie de soya en la Amazonía se cuadruplicó, de 1,14 millones de hectáreas en 2006-07 a 4,66 millones de hectáreas en 2017-18, y el 98.6% de esta expansión se produjo en pastizales que ya estaban despejadas, según la Asociación Brasileña de Industrias de aceites vegetales (Abiove).
Al reorientar la expansión a áreas que ya estaban abiertas y frecuentemente degradadas, la moratoria de la soja evidencia que sí es posible conciliar la expansión de la producción y la protección de los ecosistemas y sus servicios.
“Bajo este contexto, es necesario que las compañías internacionales de compra de soja, las instituciones financieras y otros actores busquen apoyar a las compañías brasileñas comprometidas a la Moratoria de la Soya, así como a la sociedad civil y otros sectores en la búsqueda de soluciones de emergencia que finalmente puedan prevenir el boicot a la producción sostenible de soja del país y los impactos en nuestra economía”, dice Voivodic.
La ciencia muestra que la selva amazónica desempeña un papel fundamental en el suministro de agua limpia para las ciudades y los negocios agropecuarios. También nos dice que nos acercamos cada vez más a un punto de no retorno desde el cual esta enorme selva puede convertirse en una sabana grande, con graves consecuencias para el país y el planeta.