Algunas de las rocas más antiguas datan de hace más de 460 millones de años y dan pistas sobre el tiempo y las condiciones en que se formó la cordillera Central de los Andes. Su identificación es el resultado del análisis realizado después del afloramiento producido con la construcción de la vía Valle Toledo-Puerto Valdivia, en el municipio de Ituango (Antioquia), y ha permitido actualizar el mapa elaborado en 1972.
En las grandes obras de infraestructura –como las vías 4G o las hidroeléctricas– se retiran grandes cantidades de suelo que dejan al descubierto rocas de todo tipo.
“Los investigadores y las instituciones –como el Servicio Geológico Colombiano (SGC)– aprovechamos estos eventos para hacer estudios, describir las unidades de rocas presentes en determinado lugar y aportar a la construcción de nuevos mapas geológicos, más detallados”, explica Gabriel Rodríguez García, ingeniero geólogo del SGC.
Los mapas, que ilustran mediante colores las unidades de rocas que hay en un área específica y su edad de formación, brindan información crucial para reconocer el territorio, hacer un uso responsable de los recursos minerales y divulgar el conocimiento que se tiene sobre la naturaleza.
“Por eso, y para apoyar la actualización de la cartografía del país, participamos en un proyecto orientado a estudiar la cordillera Central, que consistió en analizar, entre 2018 y 2022, los alrededores del proyecto Hidroituango a partir de nuevas vías, como los 32 km entre el Valle de Toledo y Puerto Valdivia”, agrega el geólogo Carlos Andrés Sabrica Buendía, magíster en Ingeniería - Recursos Minerales de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Medellín.
El levantamiento geológico se hizo a una escala de 1:5.000, lo que quiere decir que 1 cm en el mapa equivale a 50 m en el terreno real, por lo que el registro es mucho más detallado en comparación con el que existía hasta entonces, de 1972, y que tenía una escala de 1:100.000. Para ello, tres geólogos hicieron el recorrido, tomaron muestras cada 50 m y las enviaron al laboratorio.
De algunas rocas se realizan “secciones delgadas”, que consisten en hacer un corte de roca con un espesor de 30 micras, después de pulida. Este espesor deja pasar la luz trasmitida por el microscopio a través de la roca y permite describir los minerales que componen la roca a partir de sus propiedades ópticas.
Así mismo, “se les hace un análisis de química de roca total, para buscar la presencia de elementos como óxido de sílice, sodio, calcio, magnesio, hierro y aluminio, y se determinan los elementos trazas y tierras raras”, añade el investigador Rodríguez.
Posteriormente se hace muestreo para determinar la edad de formación de las rocas, para lo cual se toman entre 10 y 20 kilos de roca, se trituran y se les extrae un mineral llamado circón. Luego, bajo unas fórmulas y unos tratamientos, se puede determinar su edad de formación.
Rocas muy antiguas y sus nuevos nombres
En la década de 1970 los autores de los registros clasificaron las rocas en dos grupos: el Grupo Valdivia y el Complejo de Puquí. “El primero estaba compuesto por aquellas denominadas esquistos, que pueden ser de coloración negra, gris, verde, etc.; y el segundo estaba compuesto por migmatitas y neises, rocas con minerales claros y oscuros dispuestos en bandas”.
Ahora bien, la tarea de los investigadores consistió en determinar la edad de formación y mejorar el conocimiento de las rocas ya descritas. “Partimos de los análisis de laboratorio y de las edades de las rocas, y definimos los siguientes nombres: Neises de la Vereda Rodríguez; Neis de Pescadero, Neis Porfiroblástico de Toledo y Anfibolitas de Puente La Palestina, de las cuales algunas datan de hace más de 460 millones de años y otras de más 250 millones de años”, explica.
A partir de estas edades correlacionaron las rocas con otras presentes, por ejemplo en Medellín, para entender mucho mejor cómo se formó la cordillera Central, hace cuánto tiempo y en qué condiciones.
La información obtenida a partir de este estudio será útil para próximos trabajos de infraestructura o Planes de Ordenamiento Territorial, pues permite conocer las características y el comportamiento de las rocas para evitar riesgos; “aunque son infértiles para minerales metálicos como cobre u oro, sí son útiles para enchapes de puertas y pisos”, finaliza el investigador Sabrica.