Dos días fueron suficientes para que Alexandra y Ana, estudiantes de la Institución Educativa Yermo y Parres en Medellín (Antioquia), aprendieran los conocimientos básicos de programación de la microcomputadora en formato de tarjera llamada ‘micro:bit’, tan grande como un reloj de pulso.
Ambas estaban convencidas de que lograr que la ‘micro:bit’ pudiera contabilizar el número exacto de muchachos que atenderán el próximo simulacro de evacuación del colegio, era la mejor forma de aprovechar la tecnología que tenían en sus manos.
Al tiempo, sus demás compañeritos de clase también discutían sobre otras alternativas de uso que pudiera tener la pequeña, desconocida y lumínica tarjeta que parece la pieza más pequeña de un computador del año 2000.
Programación
Con el pasar de los días, cada ‘micro:bit’ entregada a los estudiantes fue pensada para ser programada como un contador de pasos que permite calcular la distancia y el número de calorías quemadas por una persona en un día habitual de trabajo o estudio; como un medidor de humedad de la tierra para el agro, y hasta como alarma que controla los niveles de ruido en clase.
“A veces la indisciplina es tanta que es imposible concentrarse”, dice Alexandra a sus 13 años de edad y agrega: “Para mi generación, la tecnología es algo que utilizamos bastante; algo muy presente entre nosotros. Entonces, el aprendizaje por medio de la tecnología hace que las cosas se nos graben más fácil; es como si estudiar fuera, ahora sí, un juego divertido”.
Verónica González, profesora de Ciencias Naturales de Alexandra y Ana, no duda en afirmar que esta nueva experiencia de programación ha permitido que, por ejemplo, un tema tan poco atractivo para los jóvenes como la nutrición se convierta en toda una aventura.
“A nosotros los profesores nos encantó esa experiencia, pues en mi caso, estábamos viendo un tema en Ciencias que era la nutrición y ellas hicieron un jueguito con preguntas, para tratar de contextualizar un poco lo que vimos en la clase”, dice la ‘profe’.
Experiencia
Esta misma experiencia la vivieron 60 estudiantes de nueve colegios públicos de Medellín y sus corregimientos a finales de 2018, cuando el British Council (entidad pública del Reino Unido) realizó la prueba piloto del proyecto ‘Code for kids Colombia’ (CFK) o ‘Código para niños Colombia’, el cual contó con el apoyo del MinTIC en la capacitación de 23 docentes a principios de año, y que próximamente se implementará en los colegios públicos del país.
De hecho, CFK Colombia se inspira en una metodología de programación aplicada por el British Council en cerca de 23 países, entre ellos Inglaterra y Gales, donde el 90% de los estudiantes dijo que la ‘micro:bit’ les demostró que cualquier persona puede programar; el 70% de las niñas dijo tener mayor interés por la informática, y el 85% de los maestros confesó que esta materia ha sido más divertida para sus alumnos.
Economía Naranja
Para el MinTIC, esta iniciativa es una de las más importantes dentro de la política de Economía Naranja del presidente Iván Duque, pues no solo se concentra en que las nuevas generaciones conozcan el funcionamiento del lenguaje de programación, sino que también las ingresa al nuevo mundo de la Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0, cuyo interés es el acceso a la información y lo que se puede hacerse con ella.
Este último aspecto influyó para que, a finales del año pasado, el British Council realizara las pruebas piloto del programa en los colegios públicos de Medellín, la primera ciudad hispanoamericana en tener un Centro para la Cuarta Revolución Industrial.
No obstante, el pasado sábado 2 de febrero la ministra TIC, Sylvia Constaín, anunció que 30 profesores serán los encargados de enseñar programación digital a más de 2 mil niños de Manizales (Caldas), Pereira y Santa Rosa de Cabal (Risaralda), y Armenia (Quindío).
De esta manera, el país se prepara para ser parte del grupo donde el British Council ha implementado programas con el dispositivo ‘micro:bit’, iniciativa a la que ya se sumaron Chile, Perú, y Hong Kong en la República popular de China, y cuyo contrato ya está listo para ejecución a partir del 4 de abril.