El gobierno afgano suspendió el miércoles las negociaciones sobre un acuerdo de seguridad con Washington y amenazó con boicotear las discusiones con los talibanes, en señal de descontento por el anuncio de nuevos contactos directos entre Estados Unidos y los rebeldes islamistas.
El presidente estadounidense Barack Obama, de visita oficial en Berlín, reaccionó indicando que "espera que el proceso continúe pese a los desafíos".
Los talibanes y los estadounidenses anunciaron el martes la reanudación de contactos con vistas a negociaciones de paz, después de la apertura ese mismo día de una oficina de representación talibán en Doha, capital de Catar, un acontecimiento histórico después de más de once años de guerra.
Washington, que dirige la fuerza internacional de la OTAN en Afganistán (Isaf), aliada del gobierno de Kabul frente a los rebeldes, anunció poco después que enviará emisarios a Doha.
Pero estos anuncios no fueron del agrado del presidente afgano Hamid Karzai, que teme quedar al margen del proceso debido a que los talibanes no lo reconocen como interlocutor por considerar que su gobierno es ilegítimo.
El portavoz de Karzai, Aimal Fauzi, anunció el miércoles la suspensión de las negociaciones sobre el acuerdo bilateral de seguridad, en señal de protesta.
"Hay una contradicción entre lo que el gobierno estadounidense dice y lo que hace en lo que respecta a las negociaciones de paz", declaró Faizi a la AFP.
El acuerdo bilateral debe definir las modalidades de la presencia estadounidense en Afganistán una vez que termine la misión de combate de la OTAN al final de 2014, así como el número de bases estadounidenses en el país y el estatuto de los soldados de Estados Unidos en Afganistán.
El miércoles por la tarde, la presidencia afgana arremetió nuevamente anunciando que el Alto Consejo para la Paz creado por Karzai para intentar negociar con los insurgentes, "no participará en las conversaciones de paz en Catar a no ser que estén dirigidas por los afganos".
Sin embargo, esta perspectiva parece improbable en la etapa actual: el portavoz de la oficina de los talibanes en Doha, Mohamed Naim, declaró el martes que las discusiones con el gobierno de Kabul no estaban en el orden del día "por el momento", aunque con esas palabras parecía sugerir que esto podría cambiar en función de las "circunstancias".
El ataque a la base de Bagram el martes, en el que murieron cuatro soldados estadounidenses y fue reivindicado por los talibanes, ya había mermado las esperanzas de paz surgidas por los anuncios del martes.
Otro portavoz talibán en Catar, Mohamad Sohail Shaheen, confirmó que los insurgentes no tenían la intención de detener sus ataques a pesar de los futuros contactos diplomáticos. "No hay alto el fuego (con Estados Unidos). Nos atacan y nosotros los atacamos", declaró a la cadena Al Jazeera.
Un responsable estadounidense reconoció el martes que el inicio del diálogo entre los talibanes y Washington marcaba el "comienzo de un recorrido muy difícil". Según él, "Estados Unidos tendrá un encuentro oficial, el primero desde hace años, con los talibanes dentro de unos días en Doha".
Los talibanes gobernaron Afganistán desde 1996 hasta 2001, cuando fueron derrocados por las tropas lideradas por Estados Unidos.
Washington había lanzado una "guerra contra el terrorismo" tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington y buscaba capturar a Osama bin Laden, el jefe de la red Al Qaida, que había hallado cobijo en ese país de Asia central.
Los talibanes, convertidos en insurgentes, resistieron la embestida y se reforzaron en varias zonas del país. Tuvieron contactos con los estadounidenses a inicios de 2012, pero siempre se negaron a participar en negociaciones mientras permanecieran soldados "invasores" en Afganistán. Afirmaban sin embargo estar dispuestos a abrir una oficina política fuera del país para facilitar las discusiones. El lugar elegido fue Doha y los talibanes enviaron representantes a esa ciudad.
Mohamed Naim confirmó los futuros contactos con Estados Unidos. El tema de los talibanes detenidos en Guantánamo "figurará entre los principales dossieres que serán debatidos en busca de una solución", precisó. Los talibanes reclaman a los estadounidenses la liberación de cinco de sus dirigentes que están encarcelados en esa base.
La apertura de discusiones entre Estados Unidos y los talibanes han despertado reacciones hostiles entre la clase política afgana.
"Al reconocer y al dar una legitimidad a una red terrorista que mata cotidianamente a civiles afganos, a mujeres y niños (...), así como a estadounidenses, creo que la administración norteamericana comete un error histórico", declaró Shukria Barakzai, miembro del parlamento afgano y conocida feminista.