Entre Oscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Santos, en especial de la capacidad de cada uno de ellos para convencer a más de cinco millones de personas que ayer no votaron por ellos, está quien presidirá a Colombia a partir del 7 de agosto.
Esa es la gran conclusión de la primera vuelta en la elección presidencial en la que el aspirante del Centro Democrático fue quien más votos sacó al sumar 3.759.971, que corresponden al 29,25% del total de sufragios depositados en una elección en la que si bien asistieron a las urnas más de 13 millones 216 mil 402 ciudadanos, dejó al final un índice de abstención del 59,07 por ciento.
Tras Zuluaga se ubicó el presidente-candidato Juan Manuel Santos Calderón, que sacó 3.301.815 votos, es decir el 25,69% de los sufragios.
En tercer lugar quedó la candidata del conservatismo, Marta Lucía Ramírez, que logró sumar 1.995.698 votos para un 15,52% del total de sufragios.
La candidata del Polo, Clara López, se ubicó en la cuarta casilla al contabilizar 1.958.414 votos a su favor es decir el 15,23%.
Y en el último lugar quedó el aspirante de la Alianza Verde, Enrique Peñalosa, que sumó apenas1.065.142 de votos, es decir apenas el 8,28% de los sufragios.
Aunque las últimas encuestas que se publicaron en torno a las preferencias electorales en la contienda presidencial ponían el voto en blanco en un promedio del 10%, ayer apenas se registraron 770.610 sufragios, representando apenas el 5,99% del total de votación.
También fue bajo el nivel de votos nulos, ya que sólo hubo 311.758 (un 2,35%), mientras que los no marcados fueron 52.994, apenas un 0,40% del total de sufragios depositados por los colombianos ayer en una jornada que se caracterizó no sólo por un buen clima en casi todo el país, sino por un ambiente de tranquilidad, al punto que el propio ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, dijo que habían sido “los comicios más tranquilos” de la historia.
¿Qué pasó?
Los resultados en las urnas dejaron varias sorpresas que es necesario dilucidar. En primer lugar, si bien en las últimas encuestas era evidente que había un cerrado duelo entre Santos y Zuluaga, a la hora de las urnas éste le sacó más de 450 mil votos de ventaja, es decir un 3,56% en porcentaje de votos, un poco por encima de los promedios de márgenes de error de las sondeos de opinión.
Aunque se trata de un porcentaje bajo, sobre todo porque la primera vuelta es para seleccionar a los dos candidatos que van a la segunda, es claro que ganar en este primera cita en las urnas constituye un logro político y electoral para Zuluaga, quien durante el primer trimestre siempre estuvo duplicado o incluso triplicado por Santos en las encuestas.
Es claro, también, que la campaña del candidato-presidente no se esperaba el golpe de perder en la primera vuelta y, por el contrario, pensaba que el peso del escándalo del hacker que trabajaba para la campaña de Zuluaga iba a afectarlo en las urnas.
Al final de cuentas lo que queda claro es que el uribismo, cuando tiene al expresidente jalando políticamente, es muy fuerte, pues la votación de Zuluaga supera en casi 1,7 millones de sufragios el apoyo a su lista al Senado en marzo pasado.
La campaña uribista logró apoyos superlativos en departamentos del centro del país especialmente Antioquia, Caldas, Huila, Norte de Santander, Risaralda, Boyacá, Cundinamarca, Tolima, Quindío y Valle. Ganó también en Caquetá, Guaviare, Arauca, Meta y Vichada, entre otros.
Es de anotar que mientras en Antioquia es claro que el bastión uribista funcionó a favor de Zuluaga, en otros departamentos como Boyacá o Huila, epicentro de los paros agrarios, a Santos se le castigó duramente.
¿Y Santos?
En cuanto al Presidente-candidato es claro que la Costa lo apoyo sustancialmente, así como los departamentos del suroccidente y el oriente. Las ventajas más grandes de la causa reeleccionista estuvieron en Atlántico, Guajira, Magdalena, Cesar, Córdoba, Chocó, Valle, Nariño, Putumayo y Cauca. También quedó en primer lugar en Guanía, Amazonas y Vaupés.
Lo más complicado de la votación de Santos ayer es que los 3,3 millones de sufragios a su favor fue, en realidad, un volumen alto de apoyos para la primera vuelta y existiendo tal cantidad de candidatos, pero no se esperaba que el rival uribista como tampoco Ramírez ni López sumaran tal cantidad de respaldos.
Se estrellaron así las esperanzas en las toldas reeleccionistas en torno a que el escándalo del hacker en la campaña de Zuluaga al igual que presentar a Santos como la carta de la paz eran suficientes para asegurar el triunfo en la primera vuelta, algo que se consideraba como clave para allanar el camino a la continuidad en la Casa de Nariño.
Es evidente, también, que el cruce de acusaciones entre las campañas Santos y Zuluaga generaron una ola de inconformismos en la ciudadanía que afectó más al presidente-candidato que a su rival uribista. También quedó claro que hubo un castigo en Bogotá a la causa santista.
Ayer Santos no sólo estuvo muy lejos de los más de cinco millones de votos que sacó frente a Antanas Mockus en la primera vuelta presidencial de 2010, sino que quedó a más de 1,7 millones de votos de los que los partidos de la Unidad Nacional que respaldan su reelección (La U, Cambio Radical y liberales) sacaron en los comicios parlamentarios de marzo pasado.
El no contar con el apoyo abierto, público y tangible de los nichos electorales de los conservadores, que sí lo apoyaron para segunda vuelta en 2010, también jugó en contra de la posibilidad de que Santos se impusiera en la primera vuelta.
Ramírez, tercera
Y es que, precisamente, una de las sorpresas de la jornada de ayer fue el tercer puesto que logró la candidata conservadora, pues logró casi dos millones de votos, pese a no contar con el apoyo de la mayoría de la bancada parlamentaria (claramente santista y que impugnó la convención partidista que la ungió candidata en enero).
La votación de Ramírez sorprendió por tres hechos en particular: duplicó a la de la aspirante conservadora en 2010 Noemí Sanín; es similar a la conseguida por la lista al Senado en marzo pasado; y derrotó claramente a las encuestas que la ubicaban en cuarto o incluso quinto lugar, con porcentajes entre 8 y 10%. Al final pasó del 15%.
¿Qué pasó? Hay varios elementos para tratar de explicar su alta votación. En primer lugar, es claro que tuvo un impacto positivo su ofensiva publicitaria y la mayor exposición mediática en las últimas cuatro semanas. No está claro cuánta de la base conservadora terminó votando disciplinadamente por la candidata del partido, así la mayoría de los congresistas no la apoyaran, pero es evidente que allí hubo un apoyo significativo.
A ello debe sumarse que tanto ella como López capitalizaron gran parte de quienes decían -en las encuestas- que iban a votar en blanco pero que al final decidieron apoyar a algún candidato. Y, en tercer lugar, es evidente que los escándalos y rifirrafes entre Santos y Zuluaga cansaron y molestaron a muchas personas y éstas ejercieron el voto castigo apoyando a quienes no tenían nada que ver con esas peleas, y allí ambas candidatas resultaron conquistando gran terreno.
La ola amarilla
Pero sí la votación de la candidata conservadora fue sorpresa, qué decir del apoyo logrado por la del Polo, Clara López. No sólo logró casi dos millones de votos, es decir que casi cuadriplicó la votación del Polo al Senado en marzo pasado (540 mil votos), sino que sólo en Bogotá, en donde se supone que el Polo está de capa caída por el escándalo del carrusel de contratación, sumó medio millón de votos. Sin duda, ella encarna la nueva “ola amarilla”.
¿Cómo explicar tal votación? La unión de López con la excandidata presidencial de la Unión Patriótica Aída Avella fue clave, pues no sólo aglutinó a la izquierda de todo el país, sino que la puso a competir con otras opciones que estaban ubicadas del centro a la derecha del espectro político. La izquierda no lograba tal votación desde Carlos Gaviria en 2006, cuando sumó 2,6 millones de votos.
Igual jugó a su favor el voto de opinión y el voto de castigo, en reacción a la guerra sucia que se tomó la campaña, en especial por los cruces de acusaciones entre santismo y uribismo.
Su carisma, la campaña publicitaria y la mayor exposición mediática, así como mensajes directos en los debates le ayudaron también para lograr una votación que nadie en el Polo soñaba.
Peñalosa no maduró
Sin duda alguna a quien peor le fue ayer fue a Peñalosa. Apenas haber superado el millón de votos no sólo lo pone en la mitad de los sufragios que logró en la consulta verde en marzo pasado, sino tres millones por debajo del total de votación de la misma.
A Peñalosa claramente no le funcionó la estrategia política ni publicitaria. Los problemas internos de la Alianza Verde, en especial los roces con el petrismo, lo afectaron. Tampoco tenía una estructura política (maquinaria regional) para apoyarse. Apostar todo al voto de opinión, sobre todo disparando por igual a santistas y uribistas, no caló.
Una vez más su imagen se volvió difícil de vender al electorado, a lo que se sumó que él fue último candidato en lanzarse al agua y demoró mucho en arrancar su campaña regional.
Igual, fue evidente que la polarización de la campaña y los escándalos le quitaron espacios para exponer sus ideas y propuestas.
Ese fue, pues, el escenario que ayer se configuró en las urnas. Un escenario que no se puede catalogar de nuevo mapa político, pues no pocas personas utilizan la primera vuelta para experimentar y sólo se definen cuando llega la segunda y definitiva cita en las urnas. O, por el contrario, al ver fuera del tarjetón a quien apoyó en la primera vuelta, entonces se inclina por una de las dos opciones en competencia final.