Votos y movidas: el ajedrez de la campaña | El Nuevo Siglo
Domingo, 17 de Noviembre de 2013

Hasta ahora es claro que los encargos a Vargas Lleras y Zuluaga, los alfiles, son estratégicos, más que ofensivos. Los caballos, que serían las cabezas de lista al Senado, siguen quietos por el lado santista mientras que en el uribista se optó por el paso fiel antes que la briosa suma electoral. Los peones son los que llevan la carga del día a día. Las reinas son las banderas ya conocidas y las torres lo impredecible. Así está la partida

 

Que el presidente Santos tiene fama de ser buen jugador de póker no es nada nuevo. Es más, mientras sus partidarios sostienen que se cuida mucho en jugar sus ases, por más difícil que esté la partida, los contradictores advierten que el hoy Jefe de Estado es más inclinado a blofear, es decir, a realizar maniobras que confundan a sus rivales, dándoles la impresión de tener un juego fuerte, cuando en realidad no es así…

Sin embargo, si se analiza la forma en que se está desarrollando el escenario político y electoral habría que decir que las maniobras del Gobierno, la oposición uribista, los sectores independientes y la propia guerrilla se asemejan más a una partida de ajedrez en donde los dos reyes (Santos y el expresidente Uribe) en realidad sólo han movido algunospeones, un alfil cada uno, al igual que es inminente que ordenen saltar a sus caballos, pero ninguno de los dos ha dado un paso adelante que pueda interpretarse como una antesala del clímax de la partida. Por eso las reinas permanecen quietas y las torres también.

Para no pocos analistas pese a que hay movimientos que han dado mucho de qué hablar, la campaña aún está en pañales. Es más, hay quienes consideran que no tiene tanta trascendencia ni será un punto de inflexión política ni electoral el 25 de noviembre próximo, fecha en que Santos debe oficializar que aspirará a la reelección.

¿La razón? Sencilla, que a estas alturas nadie duda que el Jefe de Estado buscará un segundo mandato. Tras varios meses en que se habló de posibles planes B, C y demás, hoy para tirios y troyanos sólo hay un plan, el A, es decir Santos. Tomando como escenario un tablero de ajedrez, se podría decir que así está la partida de cara a la competencia por la titularidad de la Casa de Nariño a partir del 7 de agosto de 2014.

 

Reyesinmóviles

 

En perspectiva Santos ni Uribe han realizado grandes movimientos. Se mantienen en el cuadro en donde iniciaron la partida, apenas cumpliendo la labor de estrategas.

El Presidente no ha dicho nada distinto a que buscará la reelección de sus políticas. Cuando le preguntan directamente por su reelección, esquiva el tema y remite todo al 25 de noviembre. Pero cuando esta semana dijo que ya tenía tomada la decisión sobre la reelección, aunque no confirmó en cuál sentido, nadie puso sobre el tapete la hipótesis de que podría venir una sorpresa y dar un paso al costado.

Santos tampoco ha hablado sobre una posible fórmula vicepresidencial, ya que Angelino Garzón dejó en claro desde hace varios meses que no será candidato a segundo a bordo de “nadie” en 2014.

¿Por qué ese mutismo? Sencillo, porque no necesita hablar directamente de su aspiración a un segundo mandato, pues con los movimientos de peones, alfiles y un caballo ya quedó claro que buscará la continuidad en el poder.

Es lo que se llama un “silencio positivo”, muy parecido al que en su momento protagonizó el propio Uribe cuando se tramitaba en el Congreso el proyecto de referendo que abría la puerta a un tercer mandato. El entonces Jefe de Estado esquivaba confirmar que sí estaba interesado en el tema, pese a que su coalición era la que impulsaba el referendo, que finalmente terminó siendo tumbado por la Corte Constitucional en enero de 2010.   

Volviendo al caso Santos, es entendible que no se haya movido, ya que no tiene necesidad. La Ley de Garantías Electorales es clara en torno a que sólo en enero el Presidente-candidato puede empezar campaña proselitista. Ello, lejos de ser una desventaja frente a sus rivales que ya desde este último trimestre están buscando votos, termina siendo un elemento positivo, pues en cualquier puja reeleccionista el que menos tiene que esforzarse para exponer programas y posicionarse es, precisamente, el que ya está en el poder, pues su gestión -buena o mala- es su principal carta de presentación. En otras palabras, los que tienen que trabajar más duro son aquellos que buscan remover al Mandatario.

El otro rey, Uribe, no se ha movido tampoco, pues por más que haya oficializado que será cabeza de lista al Senado por su naciente “Centro Democrático”, lo cierto es que está tan confiado de su arrastre político y electoral que no ve necesidad de lanzarse a una intensa agenda de giras regionales y múltiples apariciones en plaza pública para asegurar  un escaño.

El expresidente y su entorno son conscientes de que ya la opinión pública en todo el país sabe qué piensa y representa Uribe, por qué está en abierta oposición a Santos y que su descalificación al proceso de paz entre el Gobierno y las Farc es su principal bandera para ganar en las urnas no menos de 25 escaños en Senado y bloquear la reelección.

Uribe, al igual que Santos con la expectativa sobre su aspiración a repetir, no necesitó moverse de su cuadro inicial para confirmar su candidatura al Senado. Apenas sí hizo el anuncio, inscribió la lista y, de resto, no ha cambiado en mayor forma su rutina política de los últimos meses: visitas a algunos departamentos para promocionar -primero- a sus entonces precandidatos presidenciales y -ahora- a su alfil presidencial Óscar Iván Zuluaga. Ello complementado con viajes al exterior y el twitter como principal tribuna para opinar y pronunciarse a diario contra el Gobierno y el proceso de paz…

 

Losalfiles

 

Según los tratados sobre cómo jugar ajedrez, la mejor manera de leer la estrategia del rival es analizar cómo y cuándo mueve los alfiles. Allí se marca una parte de los puntos de ofensiva y defensiva en el tablero.

En eso, tanto Santos como Uribe han dado señales muy claras de lo que buscan.

El primero en mover un alfil fue el Presidente, cuando envió a su ministro más exitoso, tanto en Interior como en Vivienda, Germán Vargas Lleras, a la banca, justo antes de que se inhabilitara para ser un posible candidato presidencial.

Aunque una parte de los analistas creyó que el Jefe de Estado lo que hacía con ese movimiento era alistar un Plan B en caso de que el panorama reeleccionista se complicara, lo cierto es que en cuestión de semanas terminó de delinear ese primer movimiento: designó al exministro, contra viento y marea, al frente de la Fundación Buen Gobierno, que todo el país sabe es el cuartel de la causa reeleccionista.

Pese a que desde varios sectores de la coalición de Unidad Nacional hubo peros a la designación de Vargas, lo cierto es que nadie niega que difícilmente Santos podría haber escogido a un mejor jefe de debate, que, además, continúa siendo una opción muy fuerte para la Casa de Nariño (ya sea como candidato presidencial o vicepresidencial), ganándole en las encuestas a todos los demás aspirantes.

A esa primera jugada, el Presidente le sumó otros nombres como los de María Emma Mejía, Juan Mesa y Juan Gabriel Uribe, que reforzaron la cúpula de la Fundación y la consolidaron como el cuartel de la campaña por el segundo mandato, al menos mientras, en enero, se puede abrir la sede oficial del Presidente-candidato.

Uribe tampoco se quedó atrás y movió su primer alfil, pero no le fue nada fácil y también le tocó imponerse. Tras una accidentada campaña de sus precandidatos, en donde por el camino perdió a dos de sus fichas (Luis Alfredo Ramos y Juan Carlos Vélez), se sabía desde un comienzo que el aspirante in pectore del exmandatario era el exministro Óscar Iván Zuluaga, pero fue Francisco Santos el que empezó a despuntar cada vez con más fuerza en las encuestas, a tal punto que se le daba a comienzos de octubre como el más seguro ganador de la consulta interna que se había fijado para realizarse en marzo, junto a los comicios parlamentarios.

Ante ese escenario, Uribe tomó un riesgo muy alto: cambió la consulta abierta popular de marzo por una convención cerrada a finales de octubre. El primero en protestar fue Francisco Santos porque era evidente que le estaban cambiando las reglas del juego y en un cónclave cerrado, a punta de delegados, la línea de Zuluaga tenía más posibilidad de ganar.

Aunque el exvicepresidente amenazó con irse, al final se resignó. Y, como era previsible, vino la convención y Zuluaga se impuso en un accidentado evento, en donde Francisco Santos salió muy molesto, la votación no se conoció y para todos fue evidente que fue Uribe el que inclinó la balanza a favor de su exministro, pese a que la maniobra le granjeó muchas críticas de la oposición santista y no pocos peros y reservas a nivel interno.

Como se ve, tanto Santos como Uribe movieron cada uno sus principales alfiles, y lo hicieron pese a los peros internos y externos. Vargas Lleras y Zuluaga no son los planes B, sino las fichas clave dentro de la estrategia del primero por alcanzar un segundo mandato y del segundo por impedírselo.

 

¿Y los otros?

 

¿Cuándo moverán los otros alfiles? Por ahora no se ve muy claro, pero dado que los reyes siguen quietos, es muy posible que esa maniobra se guarde para enero y muy posiblemente podría tener relación con la escogencia de las fórmulas vicepresidenciales.

Como se sabe, el actual segundo a bordo Angelino Garzón, ha dicho que no será “fórmula vice de nadie en 2014” y  por ello ya en las toldas reeleccionistas tienen varios meses analizando perfiles de posibles acompañantes para el Presidente-candidato.

El análisis ha sido intenso y se dice que en la carpeta hay una decena de nombres, entre los que figurarían desde el propio Vargas Lleras y el general (r) Óscar Naranjo, hasta dirigentes regionales (pero con dimensión nacional). Igual se habla de perfiles que combinan aspectos clave como el de género y representación regional, lo que podría dar como resultado una mujer antioqueña o costeña, por ejemplo.

En cuanto al uribismo, se sabe que la idea inicial es poder convencer al conservatismo de salirse de la Unidad Nacional y hacer una alianza con las toldas del expresidente. En ese escenario, la idea sería que el segundo a bordo proviniera de las canteras azules.

Sin embargo, por ahora los conservadores siguen en la coalición santista, y si bien hay presiones para que lance candidato propio, lo cierto es que el grueso de la bancada prefiere apoyar la reelección. El pulso ha llegado a tal punto que, incluso, estos últimos quieren aplazar la convención prevista para el 4 de diciembre y dejarla para enero, movida que es claramente a favor de apostar por la continuidad del actual inquilino de la Casa de Nariño.

Por ahora, según altas fuentes del uribismo, el segundo de Zuluaga sólo se definirá cuando el Presidente-candidato señale a su fórmula, y se conozca, de otro lado, si la Alianza Verde efectivamente irá a consulta interna en marzo para escoger su candidato presidencial. Hay quienes consideran que el uribismo podría plantear una especie de gran pacto anti-reeleccionista, y de allí saldría el segundo de a bordo de Zuluaga.

 

Los caballos

 

En esta larga y lenta partida de ajedrez político los caballos son piezas fundamentales, dada la versatilidad en sus jugadas y la forma en que pueden ir a la ofensiva, retroceder, servir de escuderos e incluso sacrificarse por sus reyes si es necesario.

En la planimetría política estos caballos son, sin duda, las cabezas de lista para Senado y Cámara.

Aunque Uribe encabeza la plancha uribista, los caballos allí, en realidad, son el resto de la lista, en donde quedó claro que el expresidente apostó, al menos en sus primeros quince renglones, por la fidelidad antes que por el potencial electoral, incluso al extremo de arriesgarse a poner en la octava casilla al controvertido exasesor José Obdulio Gaviria, pese a que era consciente de que esa maniobra le iba a granjear muchas críticas, tanto internas como externas.

Se podría decir, incluso, que Uribe optó por un grupo de candidatos fieles, de paso controlado, que no tratarán de quitarle el protagonismo ni salirse de sus directrices, antes que optar por ‘briosos’ candidatos que le habría podido aportar, desde su nicho electoral particular, votos en las urnas en marzo próximo.

En cuanto a los caballos en la estrategia santista, por ahora no hay nada en claro, salvo en Cambio Radical en donde todo hace pensar que Carlos Fernando Galán será la cabeza de lista al Senado. Sin embargo, en los otros partidos todavía no hay humo blanco. Los conservadores parece que le darán el número uno al costeño Roberto Gerlein, en tanto que en el liberalismo se hablaba de Horacio Serpa, Juan Manuel Galán o Viviane Morales, pero no hay decisión oficial todavía. La cuestión en La U es más complicada aún, porque se han barajado múltiples nombres, incluyendo el del propio general (r) Naranjo. Se dice que, al final, será el propio Santos el que dé el guiño definitivo.

 

¿Las reinas?

 

Es claro que la ficha más poderosa que cada uno de los dos reyes (Santos y Uribe) tienen es su bandera electoral, que para el caso de esta partida ajedrecístico-política vendría a hacer las veces de la reina.

La particularidad es que, en este caso, las reinas están muy ‘emparentadas’, por decirlo de alguna forma, pues el virtual  Presidente-candidato sabe que gran parte de sus posibilidades de continuar después de agosto de 2014 en el poder se basa en que el proceso de paz con las Farc se concrete en un acuerdo definitivo antes de mayo, para que incluso pueda ser sometido a referendo popular el mismo día de los comicios presidenciales. En otras palabras, Santos apuesta a que quien vote por él, también lo haga por Sí al referendo por la paz, sin duda una llave electoral y política muy poderosa.

La reina uribista también está derivada del proceso de paz, pero con la gran diferencia de que se trata de una bandera que busca abortarlo, bajo la tesis de que está basada en la claudicación del Estado ante una guerrilla terrorista que, impune, ganaría legitimidad política automática.

La reina uribista se proyecta como la principal impulsora del No en el referendo por la paz y, al igual que su campaña rival, quiere empaquetar la voluntad de sus seguidores en las urnas: que quien vote por Zuluaga, vote No a lo acordado por Gobierno y Farc.

¿Cuál reina será más poderosa y efectiva? Por ahora es muy complicado predecir la ganadora de ese pulso, pues todo depende de lo que pase en la Mesa de Negociación en La Habana, si se llega o no a un acuerdo de paz, los términos del mismo y la manera en que santismo y uribismo puedan impactar a la opinión pública para inclinar la balanza a favor o en contra del referendo. Ya es difícil que esta cita a las urnas se dé en los comicios parlamentarios de marzo y todo apunta a la primera vuelta presidencial en mayo.

 

Los peones

 

Aunque esta denominación pueda sonar despectiva, lo cierto es que los peones en esta partida tienen un papel clave, sobre todo en su labor de escuderos diarios y fusibles sacrificables en cualquier momento de la contienda.

En el caso del santismo este papel lo han cumplido los ministros, columnistas e incluso los congresistas, voceros de bancada y parlamentarios que han salido a replicar todas las críticas contra la gestión gubernamental, sobre todo los dardos que lanzan desde el Polo y el uribismo.

Es claro que algunos de los términos que utiliza esta ‘guardia pretoriana’ son muy drásticos, e incluso, como reza el refrán popular, terminan siendo más papistas que el papa. Pero, en realidad, esa réplica drástica a los enemigos del Ejecutivo cumple un papel clave para evitar que la oposición se posicione ante la opinión pública con su discurso.

Es más, no son pocos los estrategas políticos que siempre recomiendan a sus candidatos que eviten “pelear hacia abajo” o graduar como interlocutores válidos a quienes no tienen su mismo estatus. Es allí en donde los peones son los llamados a batallar.

Es por eso que Santos evita, lo más posible, responder directamente los ataques del exmandatario, los dirigentes uribistas así como del Polo, y deja esa labor en manos de ministros, ex altos funcionarios, columnistas, jefes de la coalición de Unidad Nacional y otros afectos al Gobierno. No es, pues, un “mantra” del Jefe de Estado el no pelear con Uribe, sino una estrategia muy bien pensada para quitarle eco a sus descargas diarias a través de twitter y la prensa.

Igual ocurre con la orilla uribista, en donde por más que Uribe, como lo dice él mismo, “siempre anda cargado de tigre”, no puede ser el único que esté disparándole al Gobierno. Para ayudarle en esa tarea tiene a varios de sus principales asesores, candidatos al Senado y la Cámara, exministros y su antigua guardia pretoriana, que desde tribunas en los medios de comunicación, columnas, editoriales, twitter y otras instancias a diario atacan al Ejecutivo por todos los flancos políticos, sociales, de seguridad, económicos, institucionales…

Para el santismo o el uribismo estos peones son claves, no sólo, como se dijo, porque a diario disparan críticas o las replican, evitando que alguna de las dos orillas tenga prevalencia preponderante en la opinión pública, sino porque también cumplen la primordial función de decir aquellas cosas que los reyes no pueden decir, o no les queda bien hacerlo. Y no sólo frente a la oposición, sino también para enviar ‘mensajes’ a las propias toldas.

 

¿Y las torres?

 

Quienes son expertos en el llamado “juego ciencia” suelen decir que el buen ajedrecista no mueve las torres sino cuando se viene la parte gruesa y definitiva del juego. Es más, prefieren mantenerlas quietas lo más posible, al menos una de ellas, con el fin de acudir a un enroque, aquella jugada en donde, no existiendo otra ficha de por medio, la torre y el rey pueden moverse, en un solo movimiento, de sus respectivas posiciones.

¿Qué o quiénes serían las torres en el apretado juego ajedrecístico-político de la campaña electoral en Colombia? Por ahora no se ve una persona o una circunstancia que pueda tener un impacto tan fuerte en la mesa que obligue a un timonazo fuerte en la estrategia de alguno de los dos reyes.

Según algunos analistas el panorama de la campaña podría cambiar sustancialmente sólo por circunstancias imprevistas como el surgimiento a última hora de un candidato de tercería tan fuerte que rompa la polarización entre santismo y uribismo.

O incluso también por la posibilidad de que el Presidente-candidato o la oposición sumen a sus filas a un aliado que definitivamente incline la balanza electoral a su favor.

También podría ser por una circunstancia extraordinaria, positiva o negativa, tan grave o tan importante que ponga a la opinión pública a pensar en algo distinto al proceso de paz, o, al menos, a que éste no sea la prioridad y la espada de Damocles que defina la competencia por la titularidad de la Casa de Nariño después del 7 de agosto de 2014.

Pero también hay quienes piensan que esatorre podría ser la misma posibilidad de que el proceso de paz se terminara rompiendo, ya sea por la dificultad para alcanzar un acuerdo con las Farc, o porque éstas cometan un ataque o atentado terrorista de tal impacto o gravedad que haga imposible al Gobierno mantener vigente la Mesa de Negociación en La Habana. Y una prueba de ello son las reacciones que se presentaron esta semana tras el anuncio del Ministerio de Defensa en torno a que se había detectado un plan de la columna Teófilo Forero de las Farc para atentar contra el expresidente Uribe y el fiscal general Eduardo Montealegre. La conclusión de la mayoría de los pronunciamientos fue una sola: un ataque así acaba la negociación automáticamente.

 

¿Y el jaque?

 

Como se ve, esta partida apenas comienza a entrar en la parte definitiva, pese a que llevamos varios meses moviendo las primeras fichas. Dentro de ocho días, cuando Santos anuncie que irá por un segundo periodo, puede que el tablero se estremezca un poco, pero no habrá mayores repercusiones en la estrategia ni sorpresas.

Losreyes seguirán expectantes, ordenando más jugadas, pero no tanto ofensivas, sino en reacción a lo que pase en la otra orilla. Será diciembre, pero sobre todo enero, cuando la fase candente en este escenario empiece a evidenciarse, y entonces no habrá pausa ni descanso hasta que  dé el jaque final…