- Otra elección sin garantías
- La industria petrolera estancada
La crisis política, económica, humanitaria y social que sacude a Venezuela produce en sus habitantes la misma angustia que da viajar en una gran nave al garete. Las masas venezolanas viven bajo el imperativo de la zozobra y la sensación de que el país va a la deriva. La crisis humanitaria traspasó fronteras y se ha sentido con gran fuerza en Colombia, pero especialmente en Cúcuta donde acaba de registrarse un atentado en una de las zonas habitadas por exilados venezolanos. Se desconocen los autores de dicho acto terrorista, que rechazamos.
Es de anotar que los ciudadanos venezolanos pensantes, con alguna formación en economía, entienden que la revolución chavista fue la causa de que Venezuela, pese a tener las más ricas reservas petroleras del mundo, llegara a lo impensado: la mayor inflación global, la que volatiliza los ahorros de la población, conduciéndola a la ruina.
La semana pasada ese país despertó con la noticia del bombardeo contra el opositor Oscar Pérez y un puñado de seguidores, que se encontraban refugiados en una vivienda familiar en El Junguito, suburbio de Caracas. El gobierno desplazó efectivos y tanquetas para rodearlos y, sin que se atendiera su reclamo, les disparan con armas pesadas a los opositores. Pérez dijo a gritos que estaba dispuesto a rendirse, de nada valió. Cercado, lo ejecutan con tiro de gracia, al igual que a la mayoría de sus acompañantes. El bombardeo tenía el doble sentido de aplastar al opositor y dejar claro a la población de que están dispuestos a todo para mantenerse en el poder, así se convierta la patria de Bolívar en un cementerio. El temor a una guerra civil ronda en las calles.
En medio de ese esa situación de perturbación diaria que ha llevado a miles de personas a abandonar su terruño, el gobierno acaba de convocar a elección presidencial anticipada. La Asamblea de bolsillo del régimen, así lo dispone. Nada importa que la oposición alegue que no existen garantías con el sistema electoral vigente. Desde Miraflores, Nicolás Maduro, anuncia que los comicios se llevarán a cabo antes del 30 de abril. Estaban previstos para fin de año. Con los magistrados elegidos por la Asamblea legítima en el exilio, los señalados a dedo por el Ejecutivo siguen las directrices del gobernante, quien se declaró "a la orden" para reelegirse.
Por supuesto, con tantas elecciones seguidas las arcas de la oposición se encuentran exhaustas. La convocatoria llega cuando están divididos y sin los fondos suficientes para asumir los costos que implica una jornada electoral, que de antemano y como las otras, han dicho que no brindan las garantías. Las autoridades electorales son las mismas que avalaron anteriores resultados fraudulentos y por lo cual el antichavismo reitera que es imposible entrar en un juego político limpio.
Y ahí vuelven al dilema electoral, ya que si participan en la elección presidencial legitiman la comedia y, si no lo hacen, dejan no solo el camino libre a la reelección de Maduro, sino que dejan sin voz a los millares de desesperados e inconformes.
Entre tanto el régimen ve cómo sus ingresos cada día son más exiguos, efecto de que el desaparecido Hugo Chávez gastara elevadas sumas de dinero en fomentar la “revolución bolivariana” tanto dentro como fuera del país y no invirtiera en la industria petrolera ni en otro sector productivo.
Ello, aunado a la corrupción que se enquistó en la estatal petrolera y a la baja cotización del crudo en los últimos dos años quita soporte financiero al régimen. Lo más preocupante es que ahora, cuando el precio del crudo vuelve a subir, no tienen cómo sacar provecho ya que tanto la producción como la exportación del “oro negro” están a la baja.
Lo anterior indica que la crisis económica se ahonda en Venezuela, mientras crece la presión en Colombia por la incesante llegada de venezolanos, que desesperados por la situación en su país buscan tener un futuro aquí.
Es por ello que el próximo gobierno colombiano deberá abordar, sin demoras, el problema de los refugiados venezolanos y plantear soluciones de fondo, porque una cosa es dar techo y comida por un corto tiempo y otra muy distinta generarles tanto oportunidades de empleo para que se puedan sostener como obligaciones sociales que cumplir.
Con el pasar de los días se agrava en la crisis humanitaria en Venezuela, la que ha recibido la condena de la comunidad internacional, al igual que unas primeras sanciones que no han tenido mayor efecto.