En la cumbre de Bruselas, el ex primer ministro belga Herman Van Rompuy de 64 años fue reconfirmado por otros dos años y medio en la presidencia del Consejo Europeo, el foro de jefes de Estado, y del gobierno de la Eurozona. Fue designado en este puesto creado por el tratado de Lisboa a finales de 2009.
La decisión no ha sorprendido a nadie. "Ningún otro candidato ha aspirado al puesto y nadie le ha objetado", dijo un diplomático europeo.
Herman Van Rompuy tendrá dos trabajos porque también tendrá que presidir las cumbres regulares de los dirigentes de los 17 países de la zona euro, la encarnación de su "gobierno económico".
Para el gran público, este cristianodemócrata flamenco con aspecto de monje es poco conocido. Calificado por sus detractores como el "hombre invisible" o "Míster Nobody (Don Nadie)", se defiende recordando que no le han dado un mandato para querer convertirse en el "presidente de Europa" con el que sueñan los federalistas. Solo es un conciliador de las capitales.
Van Rompuy ha encontrado en la poesía japonesa, de la que es un gran aficionado, un modo de expresión que le va como un guante. "La concisión del haiku me da la oportunidad de ir a lo esencial de la palabra diciendo muchas cosas en poco espacio", dice.
Pese a su mirada maliciosa, su silueta austera refuerza la impresión de rigidez que da en público este católico practicante que estudió con los jesuitas antes de consagrarse a la economía.
En privado, en cambio, da rienda suelta a su sentido del humor y su trabajo es reconocido por sus colegas. "Es muy hábil para dirigir las negociaciones en torno a la mesa y sabe ser duro cuando es necesario", dijo de él a la AFP un jefe de gobierno que pidió el anonimato.
"Es activo, competente y dado su escaso poder ejecutivo ha salido muy airoso" hasta ahora, dice Hugo Brady, analista del Center for European Reform de Londres.
"Recuerdo a principios de mi mandato, (Angela) Merkel me había preguntado cómo me iba a ocupar (...) Prácticamente me dijo que iba a aburrirme porque en un principio estaban previstos solo cuatro cumbres por año", en una de sus escasas entrevistas.
Al final, Herman Van Rompuy ha encadenado dos años y medio de cumbres de crisis. A lo largo de este tiempo se ha creado una reputación de estratega, que ha contribuido a forjar compromisos delicados, actuando de intermediario entre los intereses contradictorios de Angela Merkel y de Nicolas Sarkozy y tranquilizando al resto de los países que se quejaban del "directorio franco-alemán".
Este ex primer ministro tiene a veces problemas para disimular su irritación de ver a París y Berlín -que apoyaron su candidatura inicialmente- actuar en solitario o apropiarse de los acuerdos que no han forjado ellos únicamente.
¿Será más ofensivo a partir de ahora? "Durante su segundo mandato podríamos oír lo que realmente piensa", dice Hugo Brady, instándole a dar muestras de "más de liderazgo"./AFP