Unanimismo político: 8 preguntas a despejar | El Nuevo Siglo
Miércoles, 27 de Julio de 2011

De los múltiples debates, columnas, editoriales y reacciones de la última semana, es posible identificar una serie de interrogantes clave sobre el escenario político imperante. Aquí los principales.

 

 
1. ¿SE ESTÁ SATANIZANDO GRATUITAMENTE EL UNANIMISMO? Para algunos analistas, que exista una coalición de Unidad Nacional tan mayoritaria no es necesariamente perjudicial ni afecta gravemente el principio de pluralidad, disenso y contradicción que implica el juego democrático. Sostienen que hay dos clases de unanimismos. Uno, en el que lo que existe es una suma de voluntades de varios partidos por sacar un país adelante con base en una agenda acordada y viable. Y otro, en el que las alianzas están basadas en gabelas burocráticas y electorales, con fines muy particulares y sin un norte de progreso general. Incluso, hay quienes insisten que Santos tiene más un sistema de “cohabitación”, en el que los partidos se suman a la coalición por estar convencidos de que la ruta fijada es la que requiere el país para salir de sus crisis. Varios observadores indican que el unanimismo político es de por sí negativo y ahoga los movimientos independientes y la oposición, al tiempo que neutraliza la labor de control político y fiscalización.
 
2. ¿EL PAÍS EN LA CENTRO DERECHA? Cuando surgió el Partido Verde, varios analistas indicaron que esa colectividad venía a ocupar el centro radical del espectro político, dejando al Polo en la izquierda y a la coalición de Unidad Nacional liderada por el gobierno Santos más hacia la centro-derecha, obviamente no de las tendencias radicales del uribismo. Llegados los verdes a la coalición oficialista, ese centro radical queda sin un referente político claro. Por más que Mockus o Petro digan que pueden situarse allí sin problema, o los liberales insistan en que ese Partido es el más centrista de los de la Unidad Nacional, lo cierto es que el llamado centro radical del espectro político quedó sin un símbolo claro e identificable, lo que no quiere decir, eso sí, que el país se esté afincando ideológicamente en la centro-derecha. 
 
3. ¿QUÉ TANTA AUTONOMÍA PIERDEN LOS PARTIDOS? Si algo quedó evidente de la primera legislatura, es que los partidos de la Unidad Nacional conservan un margen de acción relativa para hacer valer sus posturas políticas e ideológicas particulares, pero siempre con un ánimo de forzar cambios y reformas, más no rupturas. Los liberales, por ejemplo, fueron críticos de la regla fiscal; la U puso peros al proyecto de víctimas y los conservadores pidieron claridades en el tema de restitución de tierras… En realidad el problema de una bancada tan grande como la Unidad Nacional y de un Presidente que, como Santos, ejerce un liderazgo tan personalizado en la agenda parlamentaria, radica en que al final las mayorías terminan imponiéndose en la coalición y los partidos deben sacrificar muchas veces posturas individuales. 
 
4. ¿PUEDE UN PARTIDO CAPITALIZAR POLÍTICAMENTE TAL O CUAL PROYECTO? Aunque en el Congreso es posible detectar qué colectividad o parlamentario en particular es el motor o principal impulsor de determinadas iniciativas, lo cierto es que una vez los proyectos son aprobados y sancionados por el Presidente de la República, es muy difícil que tal o cual colectividad reclame la paternidad de ciertas leyes y puedan ir a la plaza pública para capitalizarlas política y electoralmente. En el gobierno Uribe esa fue la constante y ello llevó al caudillismo en torno a la figura presidencial y el marchitamiento peligroso de la imagen de los partidos. Si bien Santos da más margen de acción a las colectividades de la coalición, al final, como admitió días atrás un senador, el crédito lo gana el que entrega los cheques, escrituras, subsidios, ayudas, compensaciones… Es decir, prevalece la imagen presidencial y no la partidista.
 
5. ¿MOCIÓN DE CENSURA, CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA? Con una coalición que maneja casi 90 por ciento de las curules en Senado y Cámara se podría decir que la posibilidad de un control político real del Congreso al Gobierno será muy precaria, por más que los voceros de los partidos de la bancada gobiernista digan que se reservan su derecho a la crítica y el disenso. Más complicado aún parece el panorama para una eventual moción de censura a algún ministro o alto funcionario, puesto que difícilmente el Gobierno permitiría que su propia coalición ‘tumbara’ en Senado o Cámara a uno de los hombres fuertes del Ejecutivo. En el gobierno Uribe, con una coalición menos fuerte que la Unidad Nacional, siempre la bancada uribista cerró filas en torno a los ministros en la mira y ahora es posible que se repita la historia.
 
6. ¿OPOSICIÓN: MENOS RUIDO Y EFECTO NULO? El Polo quedó en una situación aún más complicada que la registrada durante el gobierno Uribe. Ahora no sólo tiene una bancada más pequeña y el lastre del escándalo en Bogotá, que le restó mucha credibilidad, sino que se enfrenta a una coalición oficialista más grande, que incluso abarca ahora a los verdes, con quienes en la primera legislatura habían logrado coincidir en los reparos a determinadas iniciativas. Tampoco están los liberales, con los cuales en el mandato Uribe en más de una ocasión hicieron causa común. Pese a tener congresistas del peso específico de los senadores Robledo o Avellaneda, la oposición apunta ahora a tener menos eco y un efecto aún más nulo, salvo en los pocos debates de control político que se den y peor aún con un Gobierno que denuncia los escándalos detectados a su interior.
 
7. ¿EL SANTISMO TOMA PISTA COMO TENDENCIA DE LARGO PLAZO? Aunque el actual Jefe de Estado ha dicho que no está interesado en una reelección, lo cierto es que desde distintos sectores se insiste en que cambiará de opinión en poco tiempo y que si no aspira a repetir en el cargo, maniobrará para que su sucesor sea lo más continuista posible. Es más, la hipótesis de que Santos aspira a ser el arquitecto de la reunificación liberal sigue sobre la mesa, no sólo como estrategia para continuar influyendo cuando deje la Casa de Nariño o busque una eventual reelección, sino como plan B en caso de que fructifiquen los movimientos del uribismo para recuperar la supremacía en La U. Sin embargo, hay quienes dicen que hablar de santismo de largo plazo es arriesgado, toda vez que igual se pensaba del uribismo y hoy éste se muestra muy debilitado.
 
8. ¿ES MÁS FÁCIL ADELANTAR UN PROCESO DE PAZ O DE GUERRA? Hay analistas que consideran que el unanimismo político tiene algunas ventajas, como por ejemplo que se pueden abocar procesos y proyectos sociales, políticos, económicos e institucionales de envergadura. Incluso, en el caso de una salida negociada al conflicto o un plan de guerra general, si la mayoría de los partidos acompañan y respaldan al Gobierno, entonces la contraparte, particularmente la guerrilla, entenderá que en la otra orilla hay una conjunción de voluntades y de acción política lo suficientemente cohesionada como para tener poder de decisión.