En Bogotá hay un sitio destinado a la reclusión que hoy en día marca la diferencia gracias a su filosofía de derechos humanos, dignidad, y atención integral. La Cárcel Distrital es un modelo y ejemplo a seguir para otras cárceles.
Jorge Luis Hernández es un instructor del SENA, a cargo del Centro de Tecnologías de la Construcción y de la Madera que sobresale en la Cárcel Distrital de Bogotá. Ese lugar es apenas uno de los talleres que hay en este sitio de reclusión, donde los presidiarios se forman y aprenden madera y carpintería.
“A través de los talleres de formación se hace un proceso de enseñanza, aprendizaje, creación y desarrollo de producto, en el caso de maderas se crean objetos artesanales que podrían convertirse en una idea de negocio, en una unidad productiva cuando queden libres”, cuenta Hernández.
La Distrital está bien dotada para la oferta de sus talleres en cuanto a materiales y maquinaria se refiere, en algunos, como en el de madera, parte de la revisión y mantenimiento de los equipos lo hacen los mismos alumnos bajo la autorización y supervisión del tallerista. La maquinaria la proporciona la cárcel así como los materiales que en ocasiones también son dados por los familiares cuando se trata de un proyecto especial o por donaciones.
Los talleres que ofrece la cárcel son: maderas, telares, rancho (alimentación) y panadería, lavandería, confección, peluquería, punto digital, Camad, screen y serigrafía, estuco y taller intrapabellón.
Estas formaciones en diferentes actividades se utilizan para redención de pena, capacitación y resocialización de las personas privadas de la libertad. Las asignaturas, áreas y alumnos dependen de un proceso de evaluación y valoración, el cual se da por un consejo que evalúa a los internos de acuerdo a sus aptitudes y a su nivel de seguridad, que determina si está capacitado para realizar algún taller.
El nivel de comportamiento y los gustos y habilidades son factores valorados por un equipo profesional que da un resultado de perfil y asignatura para recibir la capacitación a la cual se debe inscribir. Cada tres meses se cumple el ciclo y de esta manera, pueden pasar por diferentes talleres. En el proceso salen productos que en ocasiones ellos guardan con cariño como recuerdo de su aprendizaje, otros, se los dan a sus familias para que ellos los comercialicen para ayudas de gastos de la casa.
El taller de servicio de alimentos está dividido en capacitación, elaboración y beneficio. Los internos reciben una bonificación mensual correspondiente a un Salario Mínimo Mensual Legal Vigente (smmlv), el cual es consignado por el contratista en las cuentas que ellos autorizan y a ellos se les entrega el desprendible original de la consignación. A las personas postuladas para este taller se les practica unos exámenes correspondientes para manipular alimentos.
Hay un cocinero por parte del contratista que los entrena una vez ingresan al rancho. Empiezan la capacitación con el lavado del menaje (taza y vaso donde se sirve el alimento) y lavado de ollas. Posteriormente se van rotando cada 15 días por cada puesto de trabajo (carnes, dietas, prealistamiento para sopas, tubérculos, jugos, ensaladas, almacenamiento, aseo - limpieza y desinfección) y ahí van escalando de acuerdo a su capacitación y a su ritmo.
Los pasillos cuentan con 23 celdas individuales. Una parte se conoce como la de Seguridad, que recluta a las personas más conflictivas con el fin de aislarlas para que no hagan ni les hagan daño; la otra es la de Sanidad, con las personas que requieren algún tipo de cuidado especial a nivel de salud.
En boca de los internos
Erik de Jesús Mendoza, nativo de México, 20 años de edad, 18 meses en Colombia y 14 de ellos en la Cárcel Distrital, junto con un venezolano, son los encargados del taller de peluquería. “Con este taller ayudamos a todos los privados de la libertad para que tengan una buena presentación con la peluqueada”. Son ellos dos los que peluquean a todos los varones de la entidad a la vez reducen su pena con esta labor.
Cursando noveno semestre de Administración de Empresas en la UNAD (Universidad Nacional Abierta y a Distancia), Roni Alexis Mangual Muñoz, un nariñense que lleva 10 meses en la Cárcel Distrital, le saca gran provecho al Punto Vive Digital. “Mi experiencia de estudio ha sido muy buena, gracias a que soy el único que está haciendo los estudios superiores en la cárcel, he podido influenciar de manera positiva a los compañeros que se han dejado contagiar con el bicho del estudio”.
Roni desarrolla sus estudios a través de materias virtuales, por Skype se comunica con los tutores, por teléfono y correos electrónicos con los compañeros de la U y con el grupo de trabajo (tutor, director de curso y los cuatro compañeros de estudio que hacen con él esta carrera) interactúa a través de la plataforma de la institución educativa.
Asegura que el apoyo que le ha brindado la institución ha sido definitivo para su avance y el logro de su anhelo de ser profesional. Cuenta que la directora de la cárcel, Sonia Patricia Peñón Niño, ha dado las autorizaciones necesarias para permitirle su acceso al Punto Vive Digital y así poder continuar con sus estudios superiores. Por su parte, la universidad sabe que este alumno está privado de la libertad, pues se le envió un comunicado desde la cárcel para que le facilitaran el material de trabajo.
Roni se sigue esforzando sin desfallecer, pensando en su superación personal y en su familia conformada por su esposa y sus dos hijos. En su libertad trabajaba en la Policía.
¿Qué es el Punto Vive Digital?
María Teresa Pinzón, terapeuta ocupacional de la Cárcel Distrital explica que el Punto Vive Digital fue creado en el año 2013 para desarrollar capacitación y alfabetización digital con personas privadas de la libertad a nivel nacional. “Lo especial es que podemos hacer uso de éste con otras actividades, por ejemplo, desarrollamos la capacitación en actividades de teletrabajo (con el apoyo del Ministerio de Trabajo y de las TIC); como prueba piloto, se avanza con capacitación en Word, Excel, Seguridad informática e informática básica”. El punto también se utiliza para realizar entrevistas virtuales de las personas privadas de la libertad con familias que están en el extranjero o en otras ciudades de Colombia.
Este taller tiene normas y reglamento de uso, por ejemplo, el uso de Internet no se permite por cuestiones de seguridad. En el punto siempre hay una persona responsable que los guía en la capacitación. Este taller hace parte de la redención de pena.
Un pabellón especial
El pabellón Transición tiene una connotación especial de los delitos, por ello, las personas que están recluidas allí no pueden asistir a los talleres en sus espacios asignados ya que no se les permite salir de este espacio. Pensando en mitigar la ansiedad y el estrés que puede generar el estar reducido en un lugar aún más pequeño, se puso en marcha hace aproximadamente cuatro meses una prueba piloto con el taller intrapabellón que ha tenido gran acogida y muy buenos resultados.
En este se les hacen actividades relacionadas con deportes y juegos de mesa, tejidos, manualidades y origami con sus talleristas respectivos y en compañía de un psicólogo.
Daniel Sánchez, tallerista de acondicionamiento físico, recreación y deportes y que tiene bajo su responsabilidad este taller, cuenta que actualmente hay 40 alumnos de educación física que redimen tiempo de condena aquí y aclaró que no a todos los que lo practican se les redime, solamente a los que están inscritos y tienen el carné de acondicionamiento físico, pero que aun así todos adquieren compromisos.
“Todos tienen responsabilidad con el pabellón, con el amigo, con el compañero, respeto por las normas de convivencia que hay acá y todo esto hace que este sea un taller integral”.
Esta es una radiografía de lo qué es la Cárcel Distrital de Bogotá, el centro de detención que está ad portas de convertirse en el reclusorio ejemplo en Suramérica./BOGOTÁ.GOV.CO