Un pacto de compromiso nacional | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Enero de 2014

POR JUAN DAMIEL JARAMILLO ORTIZ

AMSTERDAM, HOLANDA

 

Antes que pactos por Colombia, lo que se necesita con urgencia es un pacto de responsabilidad nacional dentro del espíritu que lo pidió hace cuatro días a los franceses el presidente Francois Hollande.

El columnista de El Tiempo Eduardo Posada Carbó apoyo hace algunos meses la idea del presidente del BID, Luis Alfonso Moreno, de llevar adelante un pacto por Colombia como si se hubiera descubierto la pócima milagrosa para remediar los males nacionales. Moreno, para quien la historia colombiana no es fortaleza profesional, podrá desconocer el decurso distante y medianamente reciente de nuestro país. Pero si extraña que Posada, historiador con muchos trabajos y laureles, esté proponiendo una vez más pactos que no han servido para nada útil y menos aún constructivo.

El doctor Santiago Montenegro escribió en una importante columna de El Espectador que han sido la violencia y el caos los que llevaron finalmente a los pactos. Pero olvida Montenegro decir, como lo omite también Posada, que ha sido el clientelismo devorador el que ha pervertido los pactos nacionales. Y hay que estudiar en qué medida la falta de acceso a las oportunidades dentro del Estado han sido factores de violencia. Esto se les puede preguntar a los miembros del antiguo M-19.

El Frente Nacional, que sirvió sin duda para bajarle el nivel de saturación a un río dolorosamente caudaloso en sangre, a lo largo de las administraciones Lleras Camargo y Valencia, era para sus últimos respiros, prolongados por la milimetría burocrática liberal-conservadora de la administración Turbay, una descarada mampara de repartijas burocráticas.

Los pactos tienen ya impresa en la semántica política doméstica una connotación tácita en cabezas de los actores, que es la repartición de burocracia, ministerios para abajo. A esta perversión es preciso decirle un no rotundo. El doctor Álvaro Gómez Hurtado articuló, cuando instituyó un movimiento de salvación nacional, cinco temas sobre los asuntos fundamentales del Estado y la sociedad que imploraban e imploran un gran acuerdo para poder vivir mejor. Algunos compatriotas le ayudamos en esta tarea, como el doctor Rodrigo Marín Bernal, ese padre del conservatismo colombiano, presidente grande que debía ser y no fue, cuyo aniversario número 80 celebramos quienes lo queremos y admiramos, los doctores Juan Pablo y Juan Gabriel Uribe, y el doctor José Félix Lafaurie, entre otros, además, obviamente, del baluarte conservador Enrique Gómez Hurtado.

Los acuerdos que se pedían eran en torno a temas, descartado el recibimiento de burocracia. Así muchos otros subtemas podrían llamarse siguientes en importancia al mínimo de poder vivir en paz, se abrían a la controversia. Pero se instituían unos pactos de responsabilidad, a actuar con grandeza de corazón, en pro inmediato de un país aquejado de riesgos y amenazas en medio de un crecimiento económico importante y un alivio de las clases menos favorecidas que lleva en forma varios anos.

Hay hoy cuatro temas sobre los cuales sugiero se empiece a reflexionar como pivotes de un umbral mínimo de entendimiento en los meses de controversia electoral que se inician.

 

1.                La seguridad de que un proceso de paz deberá tener entre sus resultados finales y definitivos la consideración prioritaria de las víctimas, así como la señalación, procesamiento y condena de los determinadores de genocidio y crímenes contra la humanidad, en particular de los infractores de los mandatos del artículo 3 común de las Convenciones de Ginebra de 1949 y Protocolos Adicionales de 1977, aplicable a conflictos armados no internacionales.

2.                La seguridad de nuestro archipiélago de San Andrés, en el sentido de que Colombia no aceptará y rechazará más decisiones internacionales que recorten el territorio.

3.                La reforma a la justicia tendrá un plazo de dos años tras la celebración del pacto de responsabilidad para estar firmada y en ejecución. La lucha contra la corrupción estatal deberá recibir atención preferente dentro de la reforma.

4.                La equivalencia del principio de igualdad de género deberá ser impulsado y defendido haciendo de los derechos diversos de la mujer una prioridad nacional con la aplicación de principios afirmativos que la defiendan, consoliden y proyecten en permanente realidad social.

Estos temas tocan en la punta más nerviosa de una mayoría de colombianos por su impacto en lo que más los preocupa por fuera, desde luego, de su estabilidad económica.

Los Pactos de la Moncloa de 1977 sacaron adelante y desbloquearon la transición española bajo la batuta de un maestro de la política de alto vuelo Adolfo Suárez, De naturaleza económica y política, congregaron transversalmente a todos los partidos, desde la derecha de Manuel Fraga al comunismo de Santiago Carrillo, haciéndose todos responsables comunes de temas vitales para España. Sin repartición de puestos.

 

Ahora el presidente Francois Hollande ha convocado a un pacto de responsabilidad para ir más lejos, sugiriendo manifiestamente la obligación moral del sector privado de incluir la variable social en sus cálculos.

Lo que hoy se discute son responsabilidades políticas aceptadas, no acuerdos que se mueran en textos pomposos y degeneren en lo que ayer llamó auxilios sucios y clientelismo nauseabundo el expresidente Lleras Restrepo y ahora mermelada fragante, expresión bien equivoca del doctor Juan Carlos Echeverry para hablar de lo que se encuentra podrido. No se trata de politiquería mendicante, sino de algo definitivamente mayor para acabar con esto.

En Francia, donde Jean Francois Copé, líder del UFP fuerza oposicionista a Hollande, respondió el fin de semana que el pacto no es posible porque el presidente carece de mayoría en Senado y en  la Asamblea Nacional. Pero casi un 80% de franceses lo respalda. Es que no es acerca de un partido mayoritario y otro minoritario. Se trata de que todos, en pie de igualdad, se comprometan con espíritu de patria querida a sacar adelante unos temas que parecen tener bloqueado el diálogo político, estatal e institucional, que ha devenido insultante y procaz. Duro también se ha tornado y yo mismo incurrí en esta falla tan triste.

Dejando de creernos unos más patriotas o más respetuosos de la ley, o más amigos de la paz o la guerra que otros, tan sólo buenos y responsables colombianos podemos acordarnos sobre ciertos puntos. No tantos ni del alcance de los propuestos en su momento por el doctor Álvaro Gómez Hurtado, pero sí con la virtud de contribuir con un entorno político y social confiable y más propenso a la paz. Ahora que despega la campaña presidencial y se corre el riesgo de que se convierta en un escenario de irrespetos bajos, como los que cuestionan el miramiento personal a la ley, el amor intangible a la patria y la misma honra personal, es necesario que se construyan parámetros mínimos de acuerdo, recordando siempre los éticos, claro está.

Un pacto simple pero firme de responsabilidad nacional contribuiría a la paz y nos uniría a todos en la defensa de nuestro territorio, cuya integridad no puede padecer más recortes abusivos e infundados de nadie. Mantendría abiertos y fluidos espacios definidos de comunicación entre todos los sectores políticos y al cabo de un tiempo, bajo cualquier gobierno, podría haber sido la base de paz, equidad, justicia y seguridad para muchos colombianos.