La ubicación de un campamento guerrillero, el hallazgo de una caleta con material explosivo, la destrucción de un laboratorio para el procesamiento de coca y la neutralización de tres artefactos explosivos improvisados, son los más recientes resultados operacionales dados por tropas de la Sexta División del Ejército Nacional en Caquetá y Putumayo.

El primer resultado se produjo en la vereda La Esmeralda, zona rural del municipio de Montañita. Hasta allí llegaron las tropas, quienes alertados por información de inteligencia militar, ubicaron y posteriormente destruyeron un campamento guerrillero. El sitio servía de alojamiento transitorio para una cuadrilla del Frente 15 de las Farc y había sido elaborado con madera y plásticos y tenía capacidad para 15 guerrilleros.

De igual manera los militares lograron, en la vereda La Astilla zona rural de Florencia, Caquetá, el hallazgo de una caleta con 21 minas antipersonas de alto poder y ocho detonadores eléctricos. El material pertenecería al Frente Tercero de las Farc.

En la vereda Silvania zona rural del municipio de Orito Putumayo, se ubicó y destruyó un laboratorio para el procesamiento de pasta base de doca. En el lugar se hallaron tres canecas de 55 galones, una prensa en madera, cinco pimpinas de gasolina procesada, además de insumos químicos para la elaboración del alcaloide. La estructura estaba construida de manera rudimentaria con plástico y madera, y pertenecería a la Sexta Comisión del Frente 48 de las Farc.

También en el municipio de Orito, pero en la vereda Azul, se neutralizó un artefacto explosivo improvisado, AEI, de alto poder el cual se encontraba camuflado dentro de un galón, el cual contenía ocho cargas de pentoflex cebadas con 10 metros de cordón detonante de seis gramos color azul, la cual habría sido instalada sobre el oleoducto El Ocho. Esta acción terrorista frustrada contra la infraestructura petrolera, habría sido planeada por el Frente 48 de las Farc.

Por último las tropas de la Sexta División, ubicaron y neutralizaron dos minas antipersonal de bajo poder. Las trampas explosivas, de 150 gramos de pentolita cada una, habían sido fabricadas de forma artesanal con tubos plásticos, impermeabilizadas con cinta negra y bolsas y contaban con un sistema de activación por alivio de presión, y habrían sido instaladas por la compañía Fernando Díaz de las Farc.