Millonarios necesitaba un alivio, de un respiro y en el último minuto del partido frente al Boyacá Chicó lo tuvo, con el gol del defensa panameño Román Torres.
Pero esa victoria 2-1 sobre un complicado ajedrezado, no alcanza a ocultar todas las deficiencias que en funcionamiento tiene el elenco orientado por Hernán Torres.
El Boyacá Chicó, dirigido por Alberto Gamero, no exigió mucho al local en los primeros 45 minutos, pero en el segundo tiempo le quitó el balón y le generó muchos problemas, al punto que se acudió al juego fuerte, a la falta para internar recuperar el útil.
No todo fue malo en el equipo azul. Con Leudo mostró variantes para llegar al ataque, habida cuenta de que Montero se tuvo que tirar unos metros atrás, a manera de volante, pero persisten las dudas en la primera línea de volantes, en donde Anderson Zapata y Juan Esteban Ortíz acusaron la falta de continuidad y Hárrison Otálvaro arranca muy bien pero se va quedando físicamente.
Millonarios necesitaba rivales que lo exigieran para establecer el real nivel en que se encuentra el plantel y sus adversarios en la Copa Libertadores, Tijuana y Corinthians, lo desnudaron por completo, así como Once Caldas y el mismo Boyacá Chicó.
El problema azul no parece ser de jugadores sino de actitud, de continuidad y del técnico Torres que parece haberse “casado” con algunos elementos y así estén en muy bajo nivel, los mantiene en la formación titular.
Resulta inexplicable que el estratega todavía no se atreva a poner de titular a Asprilla, hábil, rápido y atrevido delantero que siempre desequilibra, causa problemas a las defensas contrarias, y sí insiste en Jorge Perlaza, que a parte del gol, no hizo nada más durante el tiempo en que estuvo dentro de la cancha.
El caso de Asprilla se está pareciendo al de Ómar Vásquez, que nunca fue titular para Torres, pero siempre que entraba le solucionaba muchos problemas en creación.
Sorprendió, eso sí, con el defensor central González, juvenil que hizo pareja con Román Torres y quien tiene un gran futuro. Será cuestión de darle partidos para que se consolide. El problema es que para el técnico está por encima el uruguayo Ithurralde, quien por su rendimiento ya no debería estar en Millonarios.
La labor a desarrollar por parte de Torres, su asistente Darío Chusco Sierra y del psicólogo es convencer a los jugadores de que haber ganado la estrella 14 no lo es todo, sino que deben seguirse prodigando en la cancha, sacando resultados y ante todo, intentando mostrar ese fútbol que los condujo al título.
La afición los respalda, pero espera resultados. Por ello, hoy están felices porque se ganó un partido que estaba muy enredado, pero los tres puntos no pueden ocultar que Millonarios necesita retoques y que se note la mano del técnico y su asistente.
Clara demostración de que el Boyacá Chicó tiene un técnico que sabe interpretar lo que ocurre en la cancha es que el equipo cambió radicalmente entre el primer y el segundo tiempo y de ese equipo que fue tibio se pasó a uno protagonista, que supo qué hacer con el balón, que inquietó al portero Robinson Zapata, al que inauguraron en el arco azul con un golazo de tiro libre ejecutado por Rubén Darío Bustos, y que mereció, por lo menos, el empate.
Los ajedrezados lucen compactos, con un bloque que defiende y acompaña en ataque, que cuando tienen el balón lo manejan con criterio y se lo vuelven cuadrado al rival, como le ocurrió a Millonarios, que no lo encontró por varios pasajes.
La nómina del Boyacá Chicó no es nada comparable con la de Millonarios, es más, luce liviana, pero los jugadores tienen actitud, están comprometidos con el trabajo táctico, con el orden y son disciplinados dentro de la cancha.
Los tres puntos que mantienen a Millonarios en el grupo de avanzada de la Liga Postobón I, pueden ser un bálsamo para el equipo que tiene el compromiso de buscar el paso a la siguiente ronda de la Copa Libertadores, torneo en el que ha perdido sus dos primeros partidos.