Ayer se cumplieron los 8 años de la aprobación del Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) con los propósitos de integrar los procesos de desarrollo regional y fortalecer el diálogo político, principalmente. Sin embargo, el balance que para algunos deja el organismo hasta el momento es deficitario y piden una urgente reforma o incluso su supresión. El bajo perfil que ha mostrado frente a las crisis en Brasil y en Venezuela sería una muestra de su pobre papel.
El 8 de diciembre de 2004 en la Reunión de Presidentes de América del Sur, que se realizó en Cuzco, Perú, se creó la Comunidad Suramericana de Naciones, que posteriormente daría paso a la conformación de Unasur.
El 30 de septiembre de 2005, en Brasilia, y el 9 de diciembre de 2006, en Cochabamba, Bolivia, los Jefes de Estado de los países miembros establecieron un plan estratégico para consolidar una agenda común en la región.
En abril de 2007, durante la Cumbre Energética Suramericana, que se llevó a cabo en la Isla Margarita, Venezuela, los Jefes de Estados cambiaron el nombre de Comunidad Suramericana de Naciones a Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Independiente de los importantes desarrollos en materia de integración económica y social que ha podido desarrollar Unasur en la región, la principal crítica que ha recibido es que habría nacido politizada en favor de la izquierda de la mano de su mayor impulsor el entonces presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Esta corriente política mandaba también para la época en Argentina con Néstor Kirchner; Ecuador, Rafael Correa; Bolivia, Evo Morales y Brasil con Luiz Inácio Lula da Silva.
Para algunos Unasur ha mostrado su inoperancia por el bajo perfil que ha tenido en situaciones graves en la región como la crisis política en Venezuela, la crisis de gobernabilidad en Brasil por la suspensión de la presidenta Dilma Rousseff, investigada por corrupción; el cierre de la frontera venezolana por parte del gobierno de Nicolás Maduro y la posterior expulsión de cerca de 2 mil colombianos que habitaban en la zona, generando una tragedia humanitaria.
El catedrático e internacionalista Vicente Torrijos consideró que en el hemisferio hay una profusión de organizaciones, que por lo mismo saturan las agendas, han llevado a que varios de ellas coincidan en los mismos propósitos y se dupliquen innecesariamente los esfuerzos y han “convertido el hemisferio en una especie de entramado altamente complejo pero muy poco funcional, es decir que no arrojan ningún tipo de resultados concretos”, dijo.
En ese sentido añadió que Unasur es un buen ejemplo de esta situación, que tiende a “ser negativa en la medida en “que en vez de agilizar y anticiparse a las exigencias, lo que han hecho es saturar y anquilosar el sistema”.
Torrijos remontándose a los orígenes de Unasur dijo que las otras naciones de la región por la ley de arrastre fueron jalonadas a la creación de este organismo por la agenda del socialismo bolivariano que lideró Chávez y sus aliados políticos, “pues era preferible estar antes que aislarse”.
Sin embargo, el catedrático consideró que ya llegó el momento histórico que este tipo de organizaciones, “en las que también incluyo a la Celac, deberían desaparecer, y así como también se ha criticado al Parlamento Andino, que tiende a desaparecer, llegó el momento en que con toda franqueza digamos que estas organizaciones son innecesarias y que la Organización de Estados Americanos es más que suficiente para poder atender las exigencias políticas que el hemisferio plantea”.
Argumentos
El excanciller Fernando Araújo Perdomo lamentó que Unasur haya desviado, en su concepto, el camino inicial de enfocarse en el desarrollo de la infraestructura de integración de Suramérica.
El excanciller explicó que tuvo la oportunidad de participar “en las conversaciones previas a la firma de creación de Unasur, una reunión en Islas Margarita y luego en la ciudad de Cartagena. Participé en reuniones con los presidentes y cancilleres de la región”.
Añadió que básicamente era un organismo con un carácter técnico, que buscaba integración desde el punto de vista de comunicaciones, de telecomunicaciones, de navegación, de integración energética, y “después he visto con mucha sorpresa que ese espíritu de integración a través de la infraestructura se desvió completamente y se convirtió en un organismo netamente político, muy alejado del propósito con el cual fue creado”.
Consideró que esa desviación del cauce “estuvo originada por el deseo del presidente Chávez y algunos de sus aliados políticos en la región de tener un organismo para impulsar los modelos políticos en los cuales ellos estaban trabajando: el socialismo del siglo XXI y demás”.
Araújo finalizó diciendo que la OEA también tiene muchas deficiencias, “si pudiéramos regresar al espíritu original de la OEA, al trabajo independiente, a la discusión abierta de los temas, pues sería muy importante y las otras entidades de la región quizá no serían necesarias. Abogaría por unos organismos multilaterales fortalecidos, independientes y actuantes que no tenemos en el momento”.
Por su parte, el senador y magíster en política internacional, Juan Manuel Galán, dijo que es necesario que América Latina busque tener una sola organización para promover su agenda de integración, y no la proliferación de organismos que hoy se tiene, dijo el senador y magíster en política internacional, Juan Manuel Galán.
“Pienso en la Unión Europea en lo que ha logrado a través de dotarse de instituciones únicas, unas instituciones más especializadas donde participan todos los países, y me parece que hacia allá debemos buscar orientarnos, y no tener unas instituciones que dependan tanto de los regímenes políticos, de las ideologías sino que sean neutrales, objetivas y donde estén determinados los intereses de los estados, no de los gobiernos”.
Galán dijo que es necesario que la subregión tenga su propio organismo de este tipo adicional a la OEA. “Tenemos que dotarnos de una institucionalidad en América Latina de integración que nos ponga a cooperar a los países latinoamericanos, por ejemplo, en materia de seguridad y defensa, en materia agrícola”.
Mientras que Juan Camilo Velandia, profesor de periodismo internacional de la Universidad de La Sabana, dijo que es necesario que Unasur haga ajustes en un elemento esencial imitando “los comportamientos que han tenido otros organismos internacionales como la OPEP, que más que una organización consolidada, hegemónica, se vuelve como una especie de consejería internacional. Me parece que Unasur desde su creación más que un organismo de consejería pretendía influir en la política latinoamericana y le quedó grande. Entonces pienso que debería reformar eso y más bien que los representantes de cada país que están ahí sean concejeros directos de sus países, no tanto de la realidad de otros lados”.