Martin Shultz es la carta del SPD para este domingo. Sin embargo lleva décadas sin estar a la altura de la época
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Este domingo, por primera vez desde que el partido nazi perdió el poder en Alemania, un partido de extrema derecha entrará al parlamento alemán. Esto fue en parte facilitado por el pobre desempeño de los partidos tradicionales, CDU y SPD. En este espacio, me concentraré en determinar algunos factores que llevaron a que el SPD esté cercano a obtener los peores resultados electorales en su historia.
Para empezar, el SPD lleva varias décadas sin estar a la altura de la época. Habiendo podido modificar su línea de trabajo político ante los cambios que implicaron el surgimiento del movimiento ecologista, la reunificación y la rápida globalización que tuvo lugar en los años 90, el SPD se resistió al cambio, y se demoró 20 años en introducir cambios a su programa político. Esto llevó a que muchos de sus votantes se pasaran a la Alianza 90/Los Verdes o a La Izquierda
En segundo lugar, el SPD, como la mayoría de los partidos políticos alemanes, cayó en la trampa de quedarse reducido a un partido de académicos, políticos y burócratas; no de la gente del común –un motivo frecuente en sus discursos. El perfil de sus políticos (juristas o profesionales) no refleja a sus votantes (trabajadores sindicalizados y sin estudios universitarios.
Un tercer factor para explicar la situación actual es el descarado “pragmatismo” de muchas de sus figuras. Con tal de hacer parte del gobierno, de escalar en el partido o de mantener opciones abiertas en el sector privado, muchos no han tenido problema en sacrificar elementos tradicionales de la política del SPD (lucha contra la precariedad laboral, pacifismo, tributación progresiva etc.).
Así las cosas, la resultante posición tibia ante tantos temas de la agenda social, ecológica y económica le pasó la cuenta. El partido se desconectó de los intereses de quienes decía representar y por eso ha perdido más de 10 millones de votos en 20 años. Este año, como en las últimas elecciones, muchos en el SPD creyeron que dar golpes de pecho y hacer vagas promesas sería suficiente para recuperar la confianza de los votantes. No lo fue.
*Candidato a Maestría en Políticas Públicas de la Hertie School, Berlín
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