Bombardeado de imágenes extremas, podría pensarse que el mundo contemporáneo es indiferente a la violencia de una obra de Shakespeare. Por eso, un grupo de expertos intentó medir su impacto.
Cuatro siglos después, la experiencia científica de la prestigiosa compañía teatral Royal Shakespeare Company arroja asombrosos resultados.
El estudio consiste en medir el ritmo cardíaco del público mediante pulseras conectadas para registrar su nivel de emoción durante una representación de "Titus Andronicus".
La obra, escrita entre 1588 y 1593, no fue escogida al azar. Es de lejos la más sangrienta del dramaturgo y pone en escena a un general romano imaginario, Titus, inmerso en una historia de cruda venganza al estilo cine "gore".
En una de las escenas, Lavinia, hija de Titus, queda bañada en sangre tras ser violada y desmembrada. La violencia es tal que de vez en cuando hay espectadores que se desmayan o padecen malestares, según la Royal Shakespeare Company, que presenta la obra hasta el 2 de septiembre en Stratford-upon-Avon, la ciudad natal del autor.
"Tradicionalmente, la obra divide al público a causa de su violencia, yo misma sentí un efecto visceral cuando la vi por primera vez", explica Becky Loftus, encargada de relaciones públicas de la Royal Shakespeare Company, que coordina el estudio.
La idea inicial es verificar si después de años mirando películas y series de televisión se ve afectada nuestra capacidad para conmovernos ante una escena violenta. ¿Estamos inmunizados a causa de (la serie) 'Juego de Tronos' o de (las películas de Quentin) Tarantino?", se interroga Becky Loftus.
"Antes medíamos las reacciones a través de cuestionarios. Pero nunca habíamos medido el impacto emocional mediante el ritmo cardíaco de los espectadores. Titus Andronicus nos pareció la obra ideal para hacerlo", agrega.
Apelando a todos los sentidos
Los resultados del estudio se conocerán a fin de año, pero los primeros análisis muestran que el corazón del espectador se acelera ante una escena violenta:
"La mayor reacción se produce al estar confrontados a una situación de +fight or flight+ (pelear o huir), que es cuando sube la adrenalina", destaca Pippa Bailey del instituto de investigación Ipsos Mori, que participa en el estudio.
Además de grabar su ritmo cardíaco, los espectadores conejillo de indias de la experiencia participan además, al final de la representación, en una entrevista en la que se analizan sus palabras y la entonación de su voz.
Una mayoría de espectadores consultados por la AFP estimaron que las emociones son más fuertes en el teatro que en la pantalla. "Se apela a todos los sentidos. No sólo la vista y el oído, sino también el olfato. Es sencillamente más real", destaca Sharon Faulkner, una científica de 60 años que dijo estar "asombrada por el poder de la obra".
"He visto obras de teatro proyectadas en directo en una sala de cine y no es lo mismo. Se siente una conexión mucho más fuerte cuando se está en la misma sala que los actores", asegura Jamie Megson, profesor de inglés de 27 años.
Según el docente, no son las escenas de violencia extrema las que hacen palpitar más rápido el corazón, sino la interacción entre los personajes, como cuando el tío de Lavinia se la lleva a su padre después de mutilada.
"Lo que me conmueve es la actuación de los actores. La emoción que irradian es mucho más intensa que la sangre y los elementos duros de la obra", asegura.