Los separatistas prorrusos del este de Ucrania se mantenían inflexibles este viernes, rechazando el acuerdo concluido en Ginebra para intentar desactivar la crisis ucraniana, un nuevo desafío para el gobierno proeuropeo de Kiev del que exigen la renuncia.
En cambio, el presidente interino ucraniano Olexandre Turchinov y su primer ministro Arseni Iatseniuk les tendían la mano, prometiendo una importante descentralización y un "estatuto especial" para la lengua rusa.
Para sorpresa de todos, los jefes de la diplomacia ucraniana, rusa, estadounidense y europea cerraron el jueves un acuerdo en Ginebra para rebajar la tensión en el país, al borde del estallido tras la insurrección del este, que reclama su integración en Rusia o una "federalización" del país.
El acuerdo prevé el desarme de grupos armados ilegales y la evacuación de edificios ocupados, así como una amnistía para aquellos que entreguen las armas, excepto para los que hayan cometido asesinatos.
El texto estipula también que el proceso constitucional anunciado por el gobierno de transición será "transparente" e incluirá a todas las regiones ucranianas y a todas las entidades políticas.
Pero, atrincherados en la sede de la administración regional de Donetsk, ocupada desde el 6 de abril y donde altavoces emiten el himno ruso, los insurgentes rechazaron tajantemente el plan.
"Estamos de acuerdo con que los edificios deben ser desalojados, pero antes [el primer ministro Arseni] Yatseniuk y [el presidente Olexandre] Turchinov deben marcharse de los edificios que ocupan ilegalmente desde su golpe de Estado", declaró a la prensa Denis Pushilin, un líder separatista.
Los separatistas, que prevén un referéndum sobre la autonomía regional el próximo 12 de mayo, no se sienten vinculados por este acuerdo. "El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, no firmó en nuestro nombre pero por cuenta de Rusia", afirma el dirigente separatista.
- 'Misteriosos hombres verdes armados' -
A pesar del rechazo de los insurgentes, las autoridades de Kiev decidieron respetar su parte del acuerdo.
"El gobierno ucraniano está dispuesto a llevar a cabo una reforma constitucional de envergadura que dará amplios poderes a las regiones (...). Le damos un estatuto especial a la lengua rusa y garantizamos la protección de esa lengua", declaró el primer ministro Arseni Iatseniuk, en un discurso a la nación conjunto con el presidente provisional Olexandre Turchinov.
"Queremos que se instale la concordia en Ucrania (...) El gobierno está dispuesto a modificar el código fiscal y presupuestario para darle recursos financieros a cada territorio ucraniano", añadió el primer ministro.
Si la aplicación del acuerdo "no comienza en los próximos días, después de pascuas habrá acciones más concretas", declaró por su parte el ministro de Relaciones Exteriores Andrei Dechtchitsa.
"La operación antiterrorista" lanzada para retomar el control de las regiones del este de Ucrania no ha sido suspendida pero ya no está "en una fase activa", según los servicios especiales ucranianos(SBU).
En el terreno, los misteriosos "hombres de verde" armados, que según Kiev son militares rusos y según Moscú "grupos locales de autodefensa", tenían aún bajo su control la localidad de Slaviansk, que tomaron hace seis días.
Asimismo, separatistas - simples manifestantes o grupos armados - seguían atrincherados en edificios públicos en más de media docena de ciudades del este rusohablante de Ucrania.
"Aún mejor que una federación sería unirse a Rusia", afirma Artur, mientras hace guardia frente a una pila de neumáticos y sacos de arena que bloquean el acceso al ayuntamiento de Kramatorsk (20 km al sur de Slavjansk), ocupado por los prorrusos.
El acuerdo de Ginebra decepcionó también a los partidarios de la unidad de Ucrania.
"Estos acuerdos no hacen referencia a la integridad territorial de Ucrania, ni exigen que Rusia cese la ocupación de Crimea [...] ¿Los occidentales no se dan cuenta que [el presidente ruso, Vladimir] Putin es una amenaza para Europa y el mundo?", dijo en su blog Anatoli Gritsenko, exministro de Defensa y candidato a la elección presidencial.
El presidente estadounidense, Barack Obama, se mostró muy prudente sobre los acuerdos y advirtió que Washington y Bruselas podrían adoptar nuevas sanciones contra Moscú en el caso de que el acuerdo no funcionara.
Moscú ha adoptado un tono muy duro en la crisis ucraniana, la peor entre el este y el oeste desde el final de la Guerra Fría y que hizo temer la división de este país de 46 millones de habitantes, fronterizo con países miembros de la Unión Europea y de la OTAN.
Horas antes del acuerdo, Putin dijo que esperaba realmente no verse "obligado a recurrir" al envío de fuerzas armadas a Ucrania.
Rusia cuenta con hasta 40.000 hombres en la frontera entre ambos países y el presidente ruso ha afirmado en varias ocasiones que aseguraría "a cualquier precio" la protección de los rusohablantes de la ex URSS.
Moscú "no tiene ningún deseo" de mandar tropas al este rusohablante de Ucrania, afirmó en Ginebra el canciller ruso, Serguei Lavrov.
Vladimir Putin da así una de cal y una de arena. No obstante, "los dos o tres próximos días serán cruciales", según el jefe de la diplomacia ucraniana, Andrei Deshchitsia.