La industria europea del automóvil conoció una semana difícil con el cierre anunciado de tres plantas de Ford, el cierre previsto de una planta de PSA Peugeot Citroen y la inquietud manifestada por los constructores, excepto Volkswagen.
Después de restructurarse en Estados Unidos, el constructor estadounidense Ford hace lo mismo en Europa: la planta de Genk en Bélgica y sus 4.300 trabajadores será sacrificada, más otras dos en Gran Bretaña.
Ford quiere suprimir el 13% de sus efectivos y 18% de su capacidad de producción en la región, verdadero pozo financiero sin fondo para el constructor, con una pérdida esperada de más de 1.500 millones de dólares este año.
Ford sigue los pasos del francés PSA Peugeot Citroen que en 2014 cuenta cerrar la planta de Aulnay-sous-bois, en las afueras de París, con la pérdida de 3.000 empleos.
El objetivo en ambos casos es el mismo: reducir las capacidades de producción en Europa occidental, donde las ventas de vehículos cayeron en un 20% desde 2007 sin esperanzas de repunte antes de 2015 o 2018, según los analistas.
Esta semana, PSA disminuyó sus perspectivas de crecimientos para el mercado europeo en 2012, después de que su cifra de negocios bajó en un 3,9% en el tercer trimestre.
Según un analista que pidió guardar el anonimato, podría haber otros cierres de plantas industriales, siendo Opel, filial del estadounidense General Motors, el que está más amenazado.
General Motors, que cerró plantas en su país natal en el peor momento de la crisis de 2008-2009, no consigue mejorar en Europa, donde multiplica las medidas de desempleo parcial.
No es seguro que los proyectos de cooperación con PSA, dados a conocer esta semana y que culminarán en vehículos producidos en común a partir de 2016, cambien la situación.
El caso del grupo francés Renault, que vio su cifra de negocios trimestral caer un 13%, espera ahora una disminución de sus ventas en 2012 que podría alcanzar un 5%, es diferente.
"No es probable que cierre una fábrica, al tener al Estado como primer accionista", estimó el analista, lo que no le impedirá "reducir de manera progresiva sus efectivos".
La dificultad de negociar con el poder político la supresión de una planta se destaca en el caso de PSA.
El ex primer ministro francés François Fillon reveló el jueves que el ex presidente Nicolas Sarkozy pidió al primer grupo francés del sector postergara su plan de supresión de empleos para después de las elecciones presidenciales de mayo, antes de restractarse de sus declaraciones.
El nuevo gobierno socialista presiona a PSA para obtener una disminución de las 8.000 plazas que quiere suprimir, sobre todo con el argumento de los 7.000 millones de euros que aportará a su filial bancaria.
Incluso los constructores alemanes de vehículos de lujo, hasta ahora relativamente al margen de los problemas, aparecen afectados.
Daimler (Mercedes-Benz y Smart) bajó sus previsiones para 2012 y quiere economizar 2.000 millones de euros de aquí fines de 2014 en la rama del automóvil.
El líder europeo, Volkswagen, sigue siendo la excepción. Con doce marcas y una fuerte presencia a nivel internacional, ha conseguido hasta ahora atenuar los efectos de la crisis en Europa.