Acorde con el anuncio días atrás del Ministro de Agricultura, los brotes de fiebre aftosa no se han extendido, por lo que se puede dar por controlada la emergencia y, a partir de hoy, se contarán 28 días para la recuperación del estatus sanitario.
Según el ministro Aurelio Iragorri, la enfermedad no se ha extendido de los municipios de Cúcuta, Tame y Yacopí, en donde se detectaron algunas reses infectadas. Así las cosas, hoy se sacrificará el último novillo con lo que se completaría “un poco más de tres mil animales sacrificados. No quiere decir que todos tenían aftosa, todo lo que tuvo contacto con los animales con aftosa será sacrificado” hasta hoy.
En consecuencia, si las estrategias de contención siguen dando el resultado necesario, ahora se contarán 28 días, que son dos ciclos de incubación del virus. Si no hay novedad, entonces se envía una comunicación a la Organización Mundial de Sanidad Animal que en la semana siguiente determinará el levantamiento del estatus, suspendido hoy, de Colombia libre de aftosa por vacunación.
Todo ello está bien, y es dable esperar que nuestro país supere la emergencia. Pero es claro que se requiere de un análisis objetivo, realista y ajeno a vicisitudes políticas en torno a cómo y por qué se produjo esta grave emergencia en materia de sanidad animal, sobre todo después de todos los esfuerzos que se hicieron para que Colombia fuera declarado como libre de aftosa, lo que permitió aumentar de forma sustancial la exportación de carne a nuevos mercados.
Es obvio que hubo errores y es necesario establecer las respectivas cuotas de responsabilidad de las autoridades nacionales, regionales y locales, así como de los propios ganaderos, en sus distintos niveles.
No se puede considerar que, pasada la emergencia, se puede volver al mismo cortocircuito entre el Gobierno y los gremios ganaderos. Es necesario analizar nuevos marcos de cooperación. Las pérdidas por lo ocurrido en las últimas semanas son multimillonarias y no será fácil recuperar la confianza de los mercados.