Luis Carlos Arias, con un golazo, puso a delirar a los aficionados que colmaron el escenario de la 57. Sin embargo, Andrés Mosquera empató y apretó los últimos minutos del juego
Digno de una final, con una alta dosis de drama y angustia resultó el partido que ayer le reportó el octavo título en su historia a Santa Fe, al empatar 1-1 con Medellín en El Campín.
El marcador global de esta final quedó 3-2 a favor del equipo cardenal, que obtuvo así en casa y ante un estadio totalmente teñido de rojo, su octavo campeonato.
Los Cardenales, que en dos minutos habían resuelto el juego de ida el miércoles en Medellín, necesitaron ayer de 50 segundos al inicio de la segunda mitad para poner a delirar a sus seguidores, con un golazo de Luis Carlos Arias, quien tomó un rebote y de media distancia superó al golero Bejarano.
El partido, que no comenzó a la hora pactada por causa de un fuerte aguacero que inundó el gramado del escenario de la calle 57, mostró al cuadro visitante decidido a buscar empatar la serie y tuvo cómo hacerlo, solo que no logró concretar en el arco defendido por Camilo Vargas.
Santa Fe, por el contrario, se vio enredado, complicado para definir de una vez por todas el partido y hacer valer el resultado de Medellín, 2-1, pero sí tuvo la fortuna de que cuando no fue el portero Vargas el que lo evitó, fue el palo el que se atravesó en las intenciones del Poderoso.
Medellín estaba obligado a ganar. Santa Fe bien podía especular y aunque en esta ocasión no apareció el volante Vargas para surtir de balones a Morelos y Cuero, por lo menos su defensa sí respondió y el marcador se fue 0-0 en esa etapa inicial.
Ya para la segunda mitad, no habían acabado de acomodarse los dos equipos en la cancha cuando un saque largo de Camilo Vargas fue rechazado por Mosquera y Arias, Luis Carlos sacó el potente remate al que Bejarano no alcanzó a llegar.
De ahí en adelante el local hizo lo que debía: esperar, especular, manejar el partido, esperar que pasaran los minutos y que el rival se desgastara luchando contra el reloj, contra la ansiedad, contra la presión, mientras el grito en la tribuna de los emocionados hinchas se hacía sentir.
El técnico argentino Diego Costas, al servicio de los Cardenales, movió sus fichas mientras que el adversario, Hernán Torres, quien había sido expulsado comenzando las acciones, parecía desorientado y tardó mucho los cambios.
Pero como ya es costumbre en Santa Fe, no podía faltar la dosis de drama y a un minuto de concluir el tiempo reglamentario vino el gol de la visita. Centro, doble cabezazo en el área y Mosquera señaló el 1-1 y alimentó la ilusión de marcar otro gol para obligar a la definición desde los 12 pasos.
La presión la soportó el golero Camilo Vargas quien había hecho méritos para ser la figura del equipo, con espectaculares atajadas en momentos cruciales, pues un tanto del Poderoso no les daría tiempo para reaccionar.
El tiempo adicional, seis minutos, transcurrió lento, con un Medellín decidido a ir por la victoria y un Santa Fe haciendo circular el balón, esperando que esos largos segundos pasaran.
Mucho del trabajo para ganar esta serie final Santa Fe lo había hecho en el partido de ida, cuando venció como visitante al Medellín el pasado miércoles con marcador de 1-2.
Los cardenales, que fueron los primeros campeones del fútbol profesional colombiano en 1948, también se titularon en 1958, 1960, 1966, 1971, 1975 y en el Apertura de 2012.
Con la consecución de su octava estrella Santa Fe logró clasificarse a la Copa Libertadores de América.
El pitazo del árbitro Luis Sánchez, quien en términos generales cumplió un buen trabajo, dio rienda suelta a la celebración de una afición que en dos años ha podido festejar dos títulos, después de esperar 37 años.
A la final llegaron los dos mejores equipos del semestre y ayer lo confirmaron, aunque el gramado de El Campín no contribuyó mucho al espectáculo por cuanto estaba muy liso y evitó que el toque a ras de piso fuera el principal argumento para ir por el resultado.
Santa Fe, que tuvo un bajón en su rendimiento y que ayer no contó con su volante estelar Ómar Pérez, reaccionó en el momento indicado y sacó tres resultados clave, dos de ellos en Medellín, uno frente a Nacional para alcanzar la final y otro ante el Poderoso con el que se echó media estrella en el bolsillo y ayer la completó.
Merecido título para un equipo que ha sabido hacer las cosas bien, que cuenta con unos dirigentes que tomaron decisiones cuando eran necesarias, como el cambio de técnico –salida de Wilson Gutiérrez y llegada de Costas-, para darles una alegría grande a sus hinchas, los mismos que saben que el sufrimiento es su compañero natural.