San Lorenzo de Argentina celebró el miércoles su noche de gloria al alzar por primera vez en su historia la Copa Libertadores de América con una ajustada y dramática victoria por 1-0 de penal frente a Nacional de Paraguay, un duro rival que luchó con dinamismo e inteligencia.
El gol de la victoria anotado desde los doce pasos por el volante Néstor Ortigoza a los 36 minutos no reflejó el desarrollo por el dominio territorial y de control del juego que ejerció durante casi todo el encuentro la escuadra guaraní Tricolor.
Más de 40.000 almas festejaron hasta el delirio la conquista de uno de los grandes del fútbol argentino, apodados El Ciclón, Los Cuervos o Los Santos, que tuvo que esperar 54 años para ganar el trofeo luego de haber sido eliminado en semifinales de la primera edición de 1960.
En el partido de ida en Asunción empataron 1-1. El público argentino despidió a los Tricolores con sonoro aplauso.
La consagración de San Lorenzo le reserva un lugar en el Mundial de Clubes de la FIFA que se disputará en Marruecos en diciembre.
Su hincha más famoso, el papa Francisco había dicho este miércoles antes del partido que "hoy es un día especial".
- Ciclón sorprendido por guaraníes -
'Nacional Querido', como se lo conoce en su país, no sólo producía los mejores impactos ofensivos con zurdazo estrellado en el palo por Derlis Orue, dos remates amenazadores de media distancia de Silvio Torales y dos tiros libres en forma de centro de Marcos Riveros al corazón del área que exigieron al guardameta Sebastián Torrico.
El equipo asunceño sorprendió con una agobiante presión en la salida desde el fondo de los sanlorencistas e impuso una dinámica de vértigo, con una rápida generación de ataques que convertían las entradas de Fredy Bareiro y Marcos Melgarejo en pesadillas para los centrales Mauro Cetto y Santiago Gentiletti.
El arquero argentino de Nacional, Ignacio Don, no había casi tocado una pelota cuando Ortigoza lo engañó en la dirección del remate desde los doce pasos con la cara interna del botín derecho.
Helado se quedó Nacional cuando el árbitro brasileño Sandro Ricci tuvo que marcar sin remedio el penal que Ramón Coronel cometió con infantil movimiento al levantar el brazo donde rebotó un tiro débil de Martín Cauteruccio.
Pagó caro el error un equipo que controlaba con Julián Benitez y Orué las proyecciones ofensivas de los laterales de los Gauchos de Boedo Julio Buffarini y Emmanuel Mas, mientras que Leonardo Cáceres y Raúl Piris anulaban a los puntas de lanza Cauteruccio y Mauro Matos.
Juan Mercier y Ortigoza ponían orden en las primeras puntadas, pero San Lorenzo extrañó la forzosa ausencia de Ignacio Piatti, su jugador desequlibrante que se tuvo que marchar a jugar al fútbol de Estados Unidos.
- Deslucido por los nervios -
Se lo devoraban los nervios al Ciclón, que tampoco lograba que le tomara la mano al partido Leandro Romagnoli, el único hombre capaz de tomar el timón en la función de Piatti.
Nacional mantuvo su manejo estratégico con la posesión de la pelota en la segunda fase, sostenido por la faena de los gladiadores que recuperaban la pelota y la jugaban con velocidad hacia Bareiro, aunque adolecía de profundidad.
Polémica al menos fue una jugada en la que Bareiro cae dentro del área pero Ricci lo retó por entender que simuló.
Fue el mismo Bareiro que después tuvo a su merced a Torrico pero remató por arriba del travesaño.
No se desinflaba la intensidad de Nacional y el DT Gustavo Morínigo ensayó el cambio de Brian Montenegro por Orué para ganar más poder de fuego.
San Lorenzo es uno de los cinco clubes más grandes de Argentina con una nutrida falange de hinchas, 12 títulos en Primera División profesional, una Copa Mercosur-2001 y la Sudamericana-2002.
Rompió el hechizo que duraba desde que fue el primer equipo argentino en jugar la Copa de campeones sudamericano y cedió por dinero la condición de local a Peñarol de Uruguay en 1960, en la primera edición, para un encuentro desempate que ganaron los aurinegros.