De las más de 13.000 hectáreas que comprenden los cerros orientales, se intervendrán en el largo plazo aproximadamente 4.000, según indicó el director de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR, Néstor Guillermo Franco González, al referirse a un ambicioso plan de restauración de árboles nativos que se llevará a cabo en los cerros orientales de Bogotá.
El anuncio se confirmó durante el foro ‘Retos y amenazas para una restauración exitosa en Colombia’, en la celebración de los 15 años de la Escuela de Restauración Ecológica (ERE) de la Universidad Javeriana, donde participaron también César Rey, representante del Ministerio de Ambiente, Wilson Ramírez del Instituto von Humboldt, Alegría Fonseca, directora de la Fundación ALMA; José Ignacio Barrera, director de la ERE; Orlando Vargas, director del Grupo de Restauración Ecológica de la Universidad Nacional, así como representantes de ISAGEN y Fundaset.
De acuerdo al alto funcionario, esta labor es una “necesidad imperiosa para Bogotá, la sabana y la zona alto andina” del departamento de Cundinamarca, puesto que los “cerros están invadidos con especies introducidas que generan amenazas latentes” al ecosistema, por tratarse de árboles y arbustos altamente combustibles que en verano aumentan considerablemente la probabilidad de ocurrencia de incendios forestales, caídas dominó, así como una gran degradación del suelo y absorción de grandes cantidades de agua de las fuentes hídricas. Las especies introducidas sin ningún tipo de estudio silvicultural hace más de cuatro décadas y que hoy afectan el territorio son el Pino pátula, el Eucalipto y el Retamo espinoso.
Tras llegar a acuerdos con la Empresa de Acueducto de Bogotá para adelantar procesos demostrativos en terrenos, y con el visto bueno de la Administración Distrital, se proyectó este plan como la segunda fase de una exitosa experiencia que se llevó a cabo en el parque Neusa en 2009, al noroccidente de la Sabana de Bogotá, donde se restauraron más de 400 hectáreas.
Franco González tiene claro que uno de los grandes retos que se tienen es “el rechazo social, las comunidades no entienden el alcance de la restauración (…). Si se le va a cambiar el paisaje europeo a los cerros, que se va a hacer, no faltará el grito en el cielo de críticos”. Además, el director Franco aclaró que habrá impactos en el corto plazo porque cambiará el paisaje de este ecosistema, pero se espera que los verdaderos resultados se den entre cinco a diez años. “Lo esencial radica en sumar esfuerzos y tener una visión integral de largos plazos. Una restauración de uno a dos años es absolutamente improbable”, enfatizó el director de la Corporación.
La primera fase del proyecto iniciaría durante el primer semestre de 2018.
Entre tanto, durante el foro, el director de la CAR Cundinamarca enfatizó que el principal reto de la restauración en el país es que “se debe releer el alcance de las compensaciones ambientales, tanto desde las diferentes corporaciones y como de los usuarios de bienes y servicios ecosistémicos, así como entender el verdadero alcance de los pagos por servicios ambientales, que es una puerta inmensa para que la restauración la haga quien está en los territorios sin que esto les afecte.”
Concluyó diciendo que “tenemos que generar la posibilidad de que el campesino que habita pequeñas parcelas con posibilidades de restauración, prefiera restaurar en vez de sembrar papa o tener una vaca y que eso le garantice calidad de vida digna y permanencia en su territorio ancestral”./CAR