Grecia se enfrenta jueves y viernes a la hora de la verdad con la gigantesca operación de canje de su deuda en manos de acreedores privados (PSI) con la que cuenta el planeta financiero para dar un respiro a la zona euro y evitarle la suspensión de pagos.
Los bancos y los fondos privados tenedores de títulos de deuda soberana de derecho griego tienen hasta el jueves a las 20H00 GMT para decidir si participan o no en la operación de canje de deuda, una especie de suspensión de pagos controlada, sin precedentes por su envergadura en la historia financiera.
La operación, que pretende eliminar 107.000 millones de la gigantesca deuda griega de más de 350.000 millones, debe ser voluntaria para tener éxito. El gobierno griego espera que entre el 75 y el 90% de los tenedores de deuda privados lo acepten.
Por debajo del 75%, el gobierno ya ha anunciado que abandonará el proyecto, por lo que correría el riesgo de un 'default' incontrolado para el 20 de marzo, fecha en que debe reembolsar 14.400 millones de euros.
Los términos y las condiciones del PSI, acrónimo inglés de Private Sector Involvement (Participación del Sector Privado), han sido objeto de duras negociaciones desde hace seis meses entre el gobierno griego, sus acreedores privados y los públicos.
Según una fuente cercana a las negociaciones, el acuerdo se resume en que cada parte acepta perder algo para evitar perderlo todo, y sobre todo, salvar al euro.
El PSI griego, una especie de cortafuegos para evitar el contagio de la crisis, es la condición para que la Unión Europea y el FMI desbloqueen un segundo crédito de 130.000 millones de euros a Grecia, que no puede acceder a los mercados por los intereses prohibitivos que le exigen.
Según el acuerdo, los acreedores privados aceptan perdonar el 53,5% del valor de los títulos griegos en sus manos, aumentar el plazo para el reembolso de los nuevos títulos y bajar los tipos de interés, por lo que las pérdidas totales se elevarán al 70%.
Para hacer tragar la medicina, el plan de ayuda europeo prevé unos 60.000 millones de euros de ayuda a los bancos, de ellos la mitad solo para los griegos.
Este apoyo ingente a los bancos, que pretende evitar otra crisis como la de 1929, es muy criticado, tanto en las manifestaciones en Grecia, como por el ex ministro de Economía argentino Roberto Lavagna, principal artífice de la recuperación de su país tras el default de 2001. Todos denuncian los sacrificios drásticos que se le impone a la población griega a cambio de una ayuda exclusivamente financiera.
El gobierno griego ha aceptado una pérdida de su soberanía, pues los nuevos títulos emitidos resultantes del canje responderán a la legislación británica y cualquier litigio será juzgado por el Tribunal de Luxemburgo.
Sin embargo, el PSI podría contribuir al cambio de la estructura de la deuda griega, mayoritariamente en manos de instituciones estatales (FEEF, BCE, FMI, Estados).
La reducción de su dependencia de los mercados daría a Grecia un respiro para llevar a buen puerto las reformas estructurales consideradas necesarias para "modernizar" la economía del país y hacerla más competitiva, opinan los analistas.
El gobierno negocia también con Bruselas medidas para relanzar el crecimiento del país hundido en una depresión económica.
Pero muchos analistas consideran que el plan solo sirve para ganar tiempo porque es inevitable la suspensión de pagos del país para el resto de la deuda.
El Instituto Internacional de Finanzas (IIF), encargado de las negociaciones en representación de los bancos con el gobierno griego, pinta un escenario apocalíptico si el PSI no recibe el apoyo de al menos el 75%, en un informe confidencial filtrado a la prensa.