El primer ministro británico David Cameron presentará sus excusas a la reina por un doble delito de lesa majestad: usó palabras inapropiadas para describir el alivio de Isabel II por el resultado del referéndum de Escocia y, al hacerlo, vulneró la confidencialidad de sus charlas.
La afrenta al protocolo ocurrió el martes, fue rarísima y no estuvo desprovista de humor, pero fue también tomada muy en serio porque vulnera otro dogma: la monarca "reina, pero no gobierna", o sea, no se mete en política.
El incidente tuvo lugar cuando Cameron, que está en Nueva York para participar en el debate de la Asamblea General de la ONU, andaba charlando con el exalcalde de la ciudad Michael Bloomberg, sin darse cuenta que la cámara de Sky News que los filmaba alcanzaba a grabar la conversación.
"La definición de 'alivio' es ser el primer ministro del Reino Unido y llamar a la reina y decirle 'está todo bien'", explicó en esa charla.
La reina "ronroneó por el teléfono" de satisfacción al conocer el "no" de los escoceses a la independencia, continuó Cameron.
La exclusiva dio la vuelta al mundo y obligó al primer ministro a salir al paso el miércoles ante los periodistas que le acompañaban en Estados Unidos.
El primer ministro dijo que se sentía "muy avergonzado" y que lamentaba mucho lo ocurrido. Se disculpará en persona en el próximo de sus encuentros regulares ante la monarca de 88 años.
"Era una conversación privada. Pero claramente una conversación que nunca debería haber mantenido y no mantendré nunca más".
"Mi oficina contactó ya al palacio para aclararlo y yo lo haré también", agregó.
Muchos comentaristas encontraron las declaraciones ingenuas pero también irrespetuosas, como el jefe de gobierno escocés Alex Salmond y el diputado laborista Paul Flynn.
El primero tildó de "absolutamente patético" que Cameron no haya entendido las reglas del protocolo después de 4 años en el poder y el segundo lamentó que la indiscreción fuera sobre un tema "tan políticamente sensible".
-Un día normal en Balmoral
El desliz fue peor porque Isabel II había sobrevivido a la campaña del referéndum de independencia de Escocia sin deslizar sus preferencias, pese a la amenaza que se cernía sobre la unidad de su reino.
En respuesta a un rumor de que estaba "horrorizada" con la perspectiva de la ruptura, el palacio de Buckingham consideró pertinente recordar: "la imparcialidad constitucional de la reina es un principio sólido de nuestra democracia, y la reina se ha plegado a él durante todo su reinado".
Tan sólo se permitió un comentario aparentemente neutral -algunos exegetas reales vieron en ello una advertencia- a una mujer que se le acercó a la salida de la iglesia: "espero que los escoceses lo piensen bien" antes de votar.
Isabel II vivió el referéndum en su palacio escocés de Balmoral y cuando se conocieron los resultados llamó a los británicos a mantenerse unidos.
Las indiscreciones de Tony Blair
El gobierno informa puntualmente a Isabel II de lo que ocurre en su reino. Con sus 12 primeros ministros ha mantenido la tradición de la reunión semanal, estrictamente confidencial.
Los biógrafos han abordado ampliamente las relaciones difíciles con Margaret Thatcher, "que no escuchaba".
Las indiscreciones de los premiers son raras, y se dice que el palacio no apreció las de Tony Blair en sus memorias.
Por ejemplo cuando describió la barbacoa que la reina y su marido ofrecieron a él y a su esposa, con el príncipe Felipe al mando de la parrilla y la reina lavando los platos con sus guantes de caucho.