El nuevo mediador de la ONU y de la Liga Árabe en Siria, Lakhdar Brahimi, denunció el "pasmoso" número de víctimas en el conflicto entre los rebeldes y las fuerzas del régimen de Bashar Al Asad, donde ayer seguían los bombardeos en Alepo.
La crisis entra el próximo 15 de septiembre en el 18º mes sin ninguna perspectiva de solución, con un régimen decidido a aplastar la rebelión, unos rebeldes que reclaman la salida del presidente Asad, y unas divisiones internacionales entre Rusia y China por una parte y las potencias occidentales, árabes y Turquía por otra.
El presidente egipcio, Mohamed Morsi, llamó el miércoles a un cambio de régimen en Damasco y el primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan acusó al país de haberse convertido en un "Estado terrorista", pero Pekín ha rechazado toda presión al régimen, aunque dice estar a favor de una "transición política".
En su primer discurso el martes ante la Asamblea General de la ONU desde el inicio oficial el sábado de su misión, Brahimi anunció visitas "en los próximos días" a El Cairo y a Damasco para sondear a la Liga Árabe y a las autoridades sirias sobre sus intenciones y sentar las bases de su misión.
Mientras tanto, los combates en el terreno no cesan. Ayer, 34 personas, entre ellas 28 civiles y seis rebeldes, murieron en los combates y en los bombardeos.
"El balance de pérdidas humanas es pasmoso, las destrucciones alcanzan proporciones catastróficas y el sufrimiento de la población es inmenso", lanzó Brahimi ante la Asamblea General.
La situación "no ha cesado de degradarse", dijo, al considerar "indispensable" el "apoyo de la comunidad internacional" con la condición de "que todos los esfuerzos vayan en la misma dirección".
"El futuro de Siria será determinado por su pueblo y por nadie más", dijo Brahimi y finalmente expresó que "Bashar tiene las manos llenas de sangre", dijo./AFP