La constante en las últimas encuestas y seguramente e lo sindicadores que están por salir con la fotografía de este momento es que el presidente Juan Manuel Santos, candidato a la reelección, se mantiene en torno a un 25% de preferencias, con sus contendores muy alejados de él.
Si bien en los diversos sondeos todavía existe un cuarto de indecisos, la misma proporción de voto en blanco demuestra que los demás candidatos, por lo pronto, no suscitan todavía mayor interés popular. De hecho, una campaña por la reelección presidencial suele convertirse en una contienda entre el candidato conocido, en este caso el primer mandatario, y los nuevos que salen a la palestra. Un 25% de votos en blanco significa, por lo tanto, que los nuevos contendores que han aparecido no han logrado conmover a quienes tienen decidido votar en blanco, a manera de inconformismo. Lo cual quiere decir, a su vez, que los espacios electorales se han reducido a un 74% entre las diversas alternativas.
No habría ocurrido ello, ciertamente, en la historia reciente de la política colombiana. Así mismo, también es cierto que el país no termina de ajustarse al tema de la reelección presidencial consecutiva. Si bien en las encuestas esa figura en general tiene reticencia no quiere decir, tampoco, que ya de modo particular los que acostumbran votar no vayan a hacerlo. El caso, por ende, resulta en que en definitiva el precepto constitucional, tal y como quedó establecido desde el gobierno del expresidente Álvaro Uribe, no ha calado y sigue sin gustar.
Aun así, el presidente-candidato, Juan Manuel Santos, mantiene una holgada mayoría. Consolidado en la cabeza ya es tema del pasado, si ello hubiera ocurrido hace unos seis meses, el desplome en las encuestas por el paro agrario de julio y agosto, que lo llevó a una favorabilidad del 21% y algunos llegaron a pensar que no se presentaría a la reelección.
Sin aun inscribirse el tiquete santista, es decir el presidente con su vicepresidente, parecería claro que el camino que queda por delante es el de subir en las encuestas. Cualquiera de los dos vicepresidentes que más han sonado, el exministro Germán Vargas Lleras y el exdirector de la Policía, Oscar Naranjo, tienen los mayores índices de favorabilidad del país. A no dudarlo, la estrella política del momento es el exministro Vargas, hasta el punto mismo de que llegó a estar en los primeros lugares de la contienda electoral, hace un tiempo, cuando aún no se sabía si el presidente Santos se lanzaría o no, e incluso le llegó a disputar el primer lugar cuando en los sondeos aparecieron enfrentados. Estando claro que hoy hacen parte sustancial del mismo equipo, una selección de Vargas Lleras cerraría la fórmula a una proyección política que podría resumirse en paz con autoridad y desarrollo con equidad social.
En ese sentido, las dos figuras nacionales que copan el imaginario del orden y la autoridad son el mismo exministro Vargas Lleras y el expresidente Álvaro Uribe, cada quien con su estilo. Una selección de Vargas Lleras como segundo en el tiquete de Santos atraería a todos aquellos de los diversos partidos, incluidos sectores liberales, conservadores e independientes que quieren un proceso de paz con firmeza. Es claro, de otra parte, que el presidente Santos es quien ha asestado los más duros golpes a la subversión y el terrorismo, lo cual, entre ambos, daría fortaleza a la institucionalidad sin que ello implique dejar los diálogos de paz en el exterior, de cara a la negociación final.
De otro lado, Vargas Lleras tiene hoy una imagen de reformista y ejecutor, lo que lo ha ubicado como uno de los pesos pesados de la política colombiana. En esa dirección parecería por primera vez que la vicepresidencia no va a resultar una figura decorativa sino, evidente, entroncada con la acción gubernamental. Algo parecido a lo que ocurre en la actualidad en Estados Unidos entre Barack Obama y Joseph Biden, uno de los pesos pesados de la política norteamericana.
Si la selección del presidente para su vicepresidente fuera, por el contrario, el general retirado Oscar Naranjo, igualmente la fórmula tendería a afianzarse por la vía de la seguridad ciudadana y el manejo del postconflicto. Naranjo goza no sólo de prestigio nacional, sino internacional, de suerte tal que entonces también es una de las estrellas en el firmamento político colombiano, aunque hasta ahora está comenzando a despuntar su carrera en este sentido. Cualquiera sea el lugar en donde el presidente Santos disponga al general Naranjo será recibido con favorabilidad por el país.
De esta manera, el presidente-candidato Juan Manuel Santos tiene la vocación de subir, puesto que con un 25% consolidado, la fórmula vicepresidencial pondrá entre un 10 y un 15 por ciento adicional, tanto en cuanto no parece haber personajes de tal nivel, aunque tendrán relevancia en las fórmulas de sus contendores. Inclusive, como se dijo, ellos dos copan los índices de favorabilidad en las encuestas muy por encima de los propios contendores presidenciales.
Por el momento, con lo que muestran las encuestas de estos días, el presidente Santos navega sin mayores traumatismos con sus índices de favorabilidad del 50%, fruto de sus acciones de gobierno, no sólo por la esperanza que el país tiene puesta en los diálogos de paz, sino también por las políticas de superación de la pobreza, creación de empleo y vivienda gratuita.