Fueron varias las lecturas que en la Alianza Verde, otras colectividades y en los corrillos políticos se hicieron sobre la decisión de Antonio Navarro de lanzarse como cabeza de lista al Senado y declinar la que se consideraba segura postulación como precandidato presidencial con miras a la consulta interna de marzo próximo, el mismo día de los comicios parlamentarios. De un lado, en las toldas verdes se tiene la percepción de que las últimas encuestas en las que Enrique Peñalosa le tomaba ventaja a Navarro influyeron en la decisión de este último de dar un paso al costado y mejor optar por buscar una curul en el Congreso.
El menor riesgo
Pero también hay quienes piensan lo contrario, en la medida en que consideran que Navarro sí se dejó impactar por las encuestas, pero no por las que lo medían frente a Peñalosa, sino por las de la carrera presidencial, en donde es claro que la ventaja del presidente-candidato Juan Manuel Santos es cada día mayor y que al ser imposible una alianza con el Polo y otros sectores de izquierda y centro, la eventualidad de una tercería fuerte se fue diluyendo con el paso de las semanas. En ese orden de ideas, sostienen algunas voces en la Alianza Verde, lo que Navarro hizo fue apostar por lo más seguro, es decir, tratar de ir al Senado, en lugar de arriesgarse a una derrota en mayo. Siempre es más fácil que Progresistas sobreviva como tendencia en el Congreso que correr la eventualidad de quedar fuera del juego en las presidenciales.
¿La paz?
Pero no paran allí las interpretaciones. En personas allegadas a Navarro se cree que éste dio un paso al costado porque en su experiencia política sabe que el tema central de la campaña por la Casa de Nariño es el proceso de paz. Siendo él un exguerrillero que, producto de un proceso de paz, llegó a altos cargos a nivel nacional, regional y local, Navarro estaría consciente de que ponerse en contra de la negociación con la subversión, lo pondría a él -en contra de su convicción personal- como un enemigo de la misma y peligrosamente cercano, ante los ojos de la opinión pública, a las tesis uribistas. Navarro estaría considerando que el juego político está en el posconflicto y para ello el Congreso es un escenario de primera línea.
Mucha división
También se decía el viernes en la tarde que a Navarro lo impulsó a tomar la decisión de ir al Senado la urgencia de evitar que la recién creada colectividad sucumbiera ante la contradicción cada vez más evidente entre las distintas facciones: peñalosistas, mockistas, progresistas y el sector de Lucho Garzón. A ello debía sumársele la controversia interna en torno de cuál debería ser el papel de Ingrid Betancourt en caso de que acepte regresar a la política y tomar protagonismo en la Alianza Verde. Y una última lectura: que Navarro vio que a Ingrid le estaría sonando más ir al Senado y por eso prefirió adelantársele para asegurar la cabeza de lista.