La reunión el próximo jueves entre los presidentes Juan Manuel Santos y Donald Trump, en la Casa Blanca, sería definitiva para establecer el rumbo de la relación entre Colombia y Venezuela, que hoy se encuentra en un punto de alta tensión debido a la forma en que Bogotá ha criticado la actuación del gobierno de Nicolás Maduro en medio del agravamiento de la crisis política, social, económica e institucional en lo corrido de este año en ese país. Un excanciller colombiano le dijo a un periodista de EL NUEVO SIGLO que se equivocan quienes consideran que el papel del Gobierno colombiano en la situación venezolana es menor o intranscendente. Agregó que son escenarios muy distintos tener a Bogotá y Caracas en estos tres planos: 1. Relaciones cordiales por empatía política. 2. Relaciones amigables pese a diferencias políticas. 3. Relaciones críticas y enfrentamiento ideológico.
El camionero, el paro más preocupante
De los paros que se han realizado en los últimos días, los que están en curso y los que se han anunciado o rumorado, el que más le preocupa al alto Gobierno es, sin duda, el relativo a una nueva protesta del sector de los camioneros. Estos, como se sabe, han ido advirtiendo que sigue agravándose la problemática de la chatarrización de vehículos viejos así como el eterno lío de los fletes, sobre todo en lo que tiene que ver con aspectos puntuales como el aumento en la canasta de precios del transporte así como el pulso en torno a quién debe pagar el descargue de las mercancías: el generador o el trasportador de las mismas.
Más protestas a la vista
Un paro camionero tiene un efecto bastante fuerte sobre la economía y prueba de ello fue lo que ocurrió en el primer semestre del año pasado, cuando la protesta de los trasportadores de carga, según cálculos gubernamentales, pudo haberle costado al país medio punto del PIB. No ocurre lo mismo con el paro de los maestros -que hoy realizan una marcha nacional- o el anunciado de la justicia, que tienen un impacto más social e institucional que económico. También se afirma que varias de las llamadas “dignidades” campesinas están preparando actos de protesta por considerar que el proyecto de reforma al régimen de tierras favorece a los terratenientes y a los “terceros tenedores de buena fe” de predios que fueron objeto de desplazamiento forzado de sus propietarios y ventas ficticias por parte de la guerrilla, narcos y paramilitares.
¿Y la ley de bancadas?
La polémica al interior del Partido Conservador por la forma en que la bancada de la Comisión Primera de la Cámara votó a favor de hundir el proyecto de referendo sobre adopción en Colombia, evidencia, según un senador de esa colectividad, que la llamada Ley de Bancadas, que obliga a los parlamentarios a votar uniformemente según las directrices de la facción política que representan, es “un saludo a la bandera”, no solo en el conservatismo sino en todos los partidos y movimientos representados en el Congreso… Uno puede decir lo que quiera, echar el carretazo sobre la disciplina partidista, pero lo cierto es que la ley de bancadas es como las herramientas que hay en muchos hogares, que las familias saben que hay están, pero nunca las usan”.
Pesca ‘externa’ en el Polo
Una alta fuente del Polo le dijo a un periodista de este Diario que el petrismo y el clarismo andaban “como halcones hambrientos” tratando de sonsacar dirigentes regionales y locales de ese partido para sumarlos a sus respectivas intenciones de ser candidatos presidenciales. Agregó que ya las directivas de las toldas amarillas han alertado a su dirigencia regional sobre este riesgo. Igual pasa con el petrismo frente a los dirigentes del llamado Progresismo que hacen parte de la Alianza Verde y que están más en la línea del senador Antonio Navarro, cabeza visible de esa corriente en esta última colectividad.