Tras cuatro años de lo que desde la oposición de izquierda, es decir el Polo Democrático, se llamó la “aplanadora santista”, en 2014 el Congreso presentó una novedad de dos partes: el reacomodamiento de la Unidad Nacional y la aparición de una bancada opositora de derecha.
En el primer punto, la campaña electoral enfrentó internamente a los conservadores entre quienes abogaban por la reelección de Juan Manuel Santos y quienes apoyaron la candidatura de Marta Lucía Ramírez para luego respaldar en la segunda vuelta la aspiración de Óscar Iván Zuluaga.
De ese pulso interno resultó que el Partido Conservador no está, al menos oficialmente, dentro de la Unidad Nacional.
Así, la coalición se ha visto reducida a tres colectividades: los partidos Social de Unidad Nacional (La U), Liberal y Cambio Radical.
Eso no le ha quitado su poder, salvo, como ya ocurría antes, por la indisciplina de sus propios integrantes.
El balance legislativo habla por sí solo: de 12 iniciativas solo se hundió una. Mientras por un lado pasaron la prórroga de la ley de orden público, el equilibrio de poderes, la reforma tributaria, la ley de infraestructura, el TLC con Corea, el protocolo de la Alianza del Pacífico, la ley anticontrabando, el presupuesto bianual de regalías, la ley de vigilancia universitaria, los recursos para la Rama Judicial y la reforma al fuero penal militar, por otro se hundió sin pena ni gloria la unificación de periodos, debido principalmente a la polémica propuesta de permitir la reelección de los actuales alcaldes y gobernadores.
De hecho, la Unidad Nacional requiere pasar de la eficacia legislativa a tener un papel aún más protagónico en los comicios de octubre del que tuvo en las elecciones presidenciales, que fue por lo menos flojo en la primera vuelta.
Ya lo dijo hace poco el ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez, al señalar que en 2015 se debe consolidar la Unidad Nacional de cara a las elecciones regionales que serán un plebiscito por la paz, precisamente ante los voceros del uribismo, esa oposición de derecha que está haciendo presencia en el nuevo escenario político.
En el Congreso, el Centro Democrático, liderado por el senador Álvaro Uribe, es una fuerza de consideración que como se opone al Gobierno, pero no al sistema, ha sido en no pocas ocasiones salvación para los proyectos del Ejecutivo ante la indisciplina de sus aliados.
Para el senador Jorge Enrique Robledo, del Polo Democrático, en realidad son más las cosas en que coinciden Gobierno y uribismo que en las que se distancian.
Eso lo explica Zuluaga, director nacional del Centro Democrático, señalando