Mientras que los líderes del mundo se reúnen en Marrakech, Marruecos, para implementar el Acuerdo de París, en Estados Unidos se habla de los miembros del gabinete que acompañarán a Donald Trump a partir de 2017. Entre la baraja de candidatos suenan nombres como del multimillonario Harold Hamm, petrolero e impulsor de fracking en varias regiones del país.
Si Hamm se convierte en el Ministro de Energía, tal como lo tiene previsto Trump, es muy probable que Estados Unidos no cumpla con las obligaciones pactadas en París. Tanto él como el presidente electo han dicho que el terrorismo es la mayor amenaza mundial, intentando desviar el interés sobre la importancia de adoptar medidas inmediatas para luchar contra el cambio climático.
Trump durante la campaña no siguió las teorías de un sector republicano que asegura que el cambio climático se trata de un fenómeno “normal” y “natural”, pero en sus discursos prometió “desechar” las regulaciones ambientales e impulsar la industria del carbón, principal contaminante en el mundo.
Dijo que reactivaría de la industria pesada para generar millones de empleos e impulsar la economía interna. En este plan contempla la creación de miles de empresas cuya principal fuente de energía, presuntamente, sería el carbón. El presidente electo no es a fin a las energías renovables y alternativas, distanciándose de las directrices que prevé el Acuerdo de París para bajar las emisiones de este mineral.
El retiro del Acuerdo de París
Una de las propuestas más populares de Trump fue decir que “renegociaría” o “cancelaría” el Acuerdo de París firmado por la administración de Barak Obama. Reiteró que lo haría porque Estados Unidos quedó en desventaja frente a países como China cuyas tasas de contaminación son más altas, pero tiene limitaciones menores al ser catalogado como un “país en vía de desarrollo”.
China siempre estuvo y estará en el centro de la agenda del presidente electo al igual que el interés de echar para atrás la legislación ambiental y de salud que promovió el saliente mandatario. Pero el retiro formal de Acuerdo de París es un proceso largo y su renegociación sería casi imposible por el tiempo y la cantidad de actores involucrados la década pasada durante su negociación.
Retirarse del acuerdo tomaría más de tres años, casi todo su mandato, según la revista TIME. Al parecer por capital político y agenda internacional el presidente electo no estaría dispuesto a liderar la salida de su país del Acuerdo de París. Aunque la presión que ejercerían sectores petroleros y del carbón lo llevarían a no aplicar las obligaciones dispuestas en el tratado. Presuntamente, esa sería su estrategia.
Si bien Estados Unido firmó y ratificó el Acuerdo de Paris en septiembre de este año, la última palabra la tiene el Congreso que debe aprobar su implementación a nivel interno. Tras las elecciones del 8 de noviembre ambas cámaras quedaron en manos del Partido Republicano, lo que indica que su incorporación probablemente será rechazada.
Estados Unidos se comprometió a reducir las emisiones de gases con efecto invernadero en un 26% a 28 % en un tiempo aproximado de 10 años, hasta 2025. Pero estas obligaciones no son vinculantes ni obligan a los países firmantes a cumplir sanciones por incumplimiento.
Canadá, que suele tener una agenda liberal y a favor de medidas contra el cambio climático, fue el país que sentó un precedente de incumplimiento en las obligaciones climáticas. Firmante de Protocolo de Kyoto en 1997, no redujo conscientemente las emisiones de carbono previstas en el texto. Esta decisión fue tomada por el gobierno entrante de corte conservador que se opuso a la ratificación del protocolo que había firmado su antecesor de tendencia liberal.
La experiencia canadiense parece ser la hoja de ruta de lo que puede pasar en Estados Unidos. A partir de 2017 el país estará gobernado – en las tres ramas del poder: ejecutiva, legislativa y judicial- por los republicanos, quienes en su mayoría se han opuesto a las regulaciones ambientales a nivel local e internacional.
Hamm y Gingrich
Pero la presunta afrenta de Trump contra la normatividad a favor de la lucha contra el cambio climático no para con el incumplimiento del Acuerdo de París. El presidente electo igualmente dijo que echará para tras el “Clean Power Plan”, que busca reducir la emisiones de carbono de las centrales eléctricas impulsado por la administración Obama.
Antes de la reunión en París, Obama le pidió a los estados más progresistas que legislaran a favor de la descarbonización de la industria, ante las trabas que le impuso el congreso republicano. Esta iniciativa se dio mediante decretos desde Washington que hoy pueden ser derogados por la administración de Donald Trump.
Para ello debe presentar justificaciones legales y científicas que demuestren la falta de necesidad de una legislación que regule la energía eléctrica. Los argumentos presentados deben ir acordes con la Ley de Aire Limpio de la Agencia de Protección Ambiental (EPA –sigla en inglés-), en conjunción con la jurisprudencia de la corte que ha dicho que se deben regular aquellos contaminantes “que ponen en peligro la salud pública o bienestar”, lo que se ha demostrado en diferentes casos por las altas tasas de contaminación en Estados Unidos.
Newt Gingrich, líder republicano en el Congreso y presunto secretario de Estado del gobierno Trump, presentó en los años noventa el “contrato con América”, texto fundacional que buscaba cambiar estructuralmente el funcionamiento del estado norteamericano. Dentro de sus planes estaba desregular el carbón y el petróleo, lo que finalmente no se concretó por los efectos nocivos contra la salud pública, según TIME.
Los rumores de los últimos días dicen que tanto Gingrich como Hamm serán parte del gabinete de Trump o estarán muy cerca de él. Hamm, alegando que son un obstáculo para la producción de petróleo, le pidió al presidente electo que reduzca las regulaciones sobre perforación y exploración. Si se tiene en cuenta esta y otras declaraciones, es muy probable que sea partidario de cancelar o incumplir el Acuerdo de París.
En la Cop 22, en Marrakech, los países buscan implementar el Acuerdo de París, pero la sombra de Donald Trump hace que muchos, como China e India, empiecen a dudar si es conveniente aplicar las obligaciones derivadas del tratado. John Kerry, secretario de Estado, dijo que “Estados Unidos está cumpliendo con los objetivos internacionales”, dando un parte de tranquilidad y enviándole un mensaje al presidente electo: la política medioambiental es una inversión a futuro, científica, y además el mercado también razona así.
No queda claro, sin embargo, para quiénes el mercado razona así. Pues detrás de Donald Trump hay miles de empresarios que dominan la economía más grande del mundo y no creen en las regulaciones para reducir la emisión de gases con efecto invernadero. Su visión es igual a la de Hamm: desregulación, perforación. Si Estados Unidos no cumple el Acuerdo de París, entonces, no tiene sentido.