Aparte de un documento elaborado por el Instituto Estadounidense para la Paz (United States Institute of Peace/USIP), la Universidad de Georgetown, la Universidad de los Andes y el Centro de Investigación y Educación Popular /CINEP.
1. Hay que abrir el espacio para una negociación con todos los grupos guerrilleros alzados en armas y plantear soluciones a los otros factores críticos de violencia
Tanto el Presidente como los firmantes del Acuerdo General han invitado a las otras organizaciones guerrilleras alzadas en armas a juntarse a las conversaciones. La experiencia del Caguán muestra cómo se perdió la oportunidad de lograr un acuerdo con el Eln por privilegiar de manera excluyente las negociaciones con las Farc. Hoy no hay que desaprovechar esta nueva oportunidad que se abre. Hay que buscar el mecanismo adecuado para integrar a todos los grupos guerrilleros en el proceso —en mesas paralelas, conjuntas, u otras formas que se puedan pensar. Por otra parte, el gobierno debe definir con claridad desde ahora una política eficaz contra los grupos surgidos de la desmovilización de las Autodefensas Unidas Colombianas (AUC), los demás estructuras paramilitares y las bandas criminales. En otros procesos de paz, la violencia paramilitar causó la ruptura de los diálogos en múltiples ocasiones y fue un factor en el fracaso de ellos.
2. Un cese al fuego al iniciarse las discusiones entraña algunos riesgos
Aunque un alto al fuego podría reducir el costo humano de la guerra, hay que tomar en cuenta cómo, cuándo, y dónde se llevaría a cabo, y bajo qué garantías. Si una de las partes no tiene un fuerte control sobre su tropa, o si el cese al fuego da a los saboteadores (“spoilers”) una oportunidad fácil para socavar el proceso, es mejor esperar a que se den condiciones propicias para declararlo. Los saboteadores fueron un factor crítico en el fracaso del proceso en el Caguán.
3. La intensificación de la violencia no necesariamente da ventajas en la mesa
Si se puede aprender de los procesos pasados, todo indica que podemos anticipar una escalada de la violencia mientras que las partes buscan mejorar su posición en la mesa de negociaciones. Así ha pasado en Irlanda del Norte, África del Sur y El Salvador, donde las manifestaciones del poder militar de las insurgencias ayudaron a crear la voluntad política del Estado para negociar. Sin embargo, en la experiencia colombiana esta estrategia no ha ganado mucho terreno para las partes en los diálogos anteriores. Al contrario, el aumento de violencia durante procesos de paz en Colombia ha fortalecido a los sectores que se oponen a la solución negociada, ha nutrido la desconfianza del público en los motivos de las partes, y ha contribuido a la erosión de la opción política para resolver el conflicto armado interno.
4. Acuerdos parciales, temporales, y de naturaleza humanitaria pueden construir y fortalecer confianza en el proceso y dar alivio a la población civil mientras se negocia un acuerdo final
Incluso si no se llega a pactar un cese al fuego en una etapa temprana de las negociaciones, ambas partes podrían ponerse de acuerdo en una serie de acuerdos informales tanto como formales para reducir el impacto de la guerra sobre la población civil. El expresidente Ernesto Samper ha ofrecido una propuesta, ‘Humanizar el conflicto mientras llega la paz,’ que vale la pena estudiar. Si se decide negociar sin un cese al fuego, es deseable que haya un acuerdo tácito de actuar con cautela en materia de violencia. Si la situación de orden público se deteriora considerablemente y a nivel público no se perciben los dividendos positivos de las negociaciones de paz, existe el riesgo que en el ámbito político y de la opinión pública se polaricen las posiciones a favor de la guerra. El país difícilmente aceptará una escalada de la confrontación armada como la que se dio durante los años del Caguán.
5. Hay que establecer claros y viables sistemas de verificación y control antes de que se formalice cualquier acuerdo
Estos mecanismos ayudarán a asegurar que cualquier violación de los acuerdos sea investigada, documentada, reconocida, y abordada, y que no descarrile las conversaciones. Establecer un cese al fuego antes de que estos mecanismos estén funcionando tiene sus riesgos particulares. Igual, hay que definir bien los actos que se considera como violaciones, y crear mecanismos para procesar quejas.
6. No levantarse de la mesa hasta llegar a un acuerdo de paz
Si no se alcanza la paz en este proceso de diálogo, las posibilidades de lograr una solución política se reducirán no sólo en la actual coyuntura sino por mucho tiempo, y la guerra sufrirá una degradación mayor. En el transcurso de los diálogos, van a aparecer provocaciones y enfrentamientos que van a retar el proceso. Los participantes en la mesa tienen que estar preparados para enfrentar tales provocaciones –ojalá neutralizándolos con anticipación– y sobre todo, mantener su compromiso de no levantarse de la mesa de negociación.
7. Anticipar y buscar neutralizar saboteadores potenciales
Este proceso como cualquier otro en la historia de Colombia va a tener sus enemigos “agazapados”. La participación de altos oficiales (en retiro) tanto del Ejército como de la Policía, así
como del sector empresarial dentro del equipo de negociadores puede ayudar a crear apoyo y confianza dentro de estos sectores, que en el pasado han podido ser obstáculos al proceso. En el contexto actual, uno de los mayores desafíos será la capacidad de sabotaje que proviene de las bandas criminales (bacrim) y nuevos grupos paramilitares. Esto requiere de una estrategia integral, usando todas las herramientas de que dispone el Estado, a nivel de seguridad, de justicia, hasta del diálogo, para neutralizar y desmantelar estos grupos.
8. Un acuerdo de paz debe contar con la sociedad civil para ser sostenible
El Acuerdo General contempla insumos de la sociedad colombiana y reconoce que la construcción de la paz “es asunto de la sociedad en su conjunto que requiere de la participación de todos, sin distinción”. Es imprescindible encontrar los mecanismos para canalizar la participación de los distintos sectores de la sociedad civil, incluyendo entre otros campesinos, indígenas, afro-descendientes, mujeres, defensores de derechos humanos, desplazados y otras víctimas, y voces regionales. Los mecanismos están por definirse, pero podría ser a través del Consejo Nacional de Paz, de las Comisiones de Paz de la Cámara y el Senado, de los consejos territoriales o municipales, o por alguna otra de las figuras contempladas en la Constitución de 1991.
9. La experiencia en el Caguán recalca que no es solamente la expresión lo que cuenta, sino la capacidad de sintetizar y traducir los insumos de la sociedad a una política de paz
La organización de centenares de mesas temáticas en el Caguán con más de 20,000 presentaciones que los delegados oficiales raras veces escucharon y sintetizaron (y menos archivaron) dejó una frustración profunda en la sociedad civil. Al final, el público es un “stakeholder” clave y debe apoyar cualquier acuerdo para que sea legítimo y sostenible. Sin aclimatar la paz en las regiones a través de procesos de concertación regional, difícilmente se podrá consolidar una dinámica de posconflicto a partir de un acuerdo pactado en el ámbito nacional.
10. La participación de las mujeres en la construcción de la paz y la consideración de dimensiones de género asegurarán una paz más sostenible y equitativa
Las experiencias en otras zonas de conflicto —como en Liberia, Ruanda, Irlanda del Norte, y África del Sur— demuestran que una participación mayor de las mujeres da mejores resultados. Más allá de eso, en el caso colombiano, las dimensiones de género han permeado la violencia y requieren una consideración especial. En un acuerdo de cese al fuego o un acuerdo final habrá que crear mecanismos para desmantelar prácticas de violencia sexual que han sido armas de la guerra. Enfoques diferenciales en la política agraria serán necesarios para garantizar a las mujeres igual acceso a la tierra y los títulos de propiedad, así como a los créditos, educación, empleos, y otros beneficios. Programas de DDR deberán abordar las diferentes necesidades de las mujeres y niñas excombatientes u otras mujeres asociadas a la guerrilla en diferentes roles. Se ha visto en otras zonas de conflicto que los acuerdos de paz ofrecen oportunidades de desmantelar las desigualdades de una sociedad —no solo de genero sino de varios tipos de discriminación. Si no se presta atención, sin embargo, un proceso de paz pueden hacer el revés y reforzar tales injusticias.
11. La sociedad civil debe mantener su autonomía en el proceso
Una de las lecciones difíciles aprendidas por la sociedad civil en los diálogos del Caguán es que no debe entregar su autonomía y voz a las partes en la mesa. Ni el gobierno ni la guerrilla representa a (o puede hablar en nombre de) todos los actores de la sociedad civil. Tampoco la sociedad civil debe olvidar que su protagonismo es importante pero limitado, en el sentido que la paz negociada depende en gran medida de un acuerdo directo entre el gobierno y la guerrilla. La sociedad colombiana tiene la responsabilidad de pedir cuentas a los actores armados y de no dejarlos levantarse de la mesa hasta llegar a un acuerdo que ponga fin al conflicto. Por eso debe mantener su capacidad de movilización e incidencia política, con una postura crítica, y su defensa de los derechos de las víctimas.
12. El derecho de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación, y las garantías de no repetición no debe dejarse de lado en la determinación de alcanzar un acuerdo de paz
El tema de las víctimas es uno de los puntos de la agenda establecida en el acuerdo marco alcanzado entre el Gobierno colombiano y las FARC en La Habana el 26 de agosto. Ciertamente será un punto que implicará grandes retos dado que ambas partes son responsables de infracciones al Derecho Internacional Humanitario en los largos años del conflicto. Discutir en la mesa de negociación sobre cómo cada parte puede contribuir para avanzar en el camino de la verdad, la justicia, y la reparación puede proveer un horizonte de salida para garantizar la no repetición de las violaciones y puede evitar que una instancia internacional como la Corte Penal Internacional tenga que intervenir en el futuro.
13. Los medios de comunicación juegan un papel importante en la construcción de una opinión pública favorable o adversa al proceso de paz
Es fundamental que los medios de comunicación asuman con responsabilidad el cubrimiento del proceso de paz buscando alcanzar un balance adecuado entre la necesidad de noticias sobre el proceso de paz y el cubrimiento de las distintas perspectivas que están en juego en algunos de los temas críticos, para evitar convertirse en caja de resonancia de los elementos que pueden bloquear la dinámica hacia un acuerdo definitivo. Por su parte, tanto gobierno como insurgencia deben tener una clara política de información sobre el avance de las negociaciones, ofreciendo la información necesaria y pertinente, pero cuidándose de no negociar desde los micrófonos.
14. El papel de la comunidad internacional es fundamental al futuro del proceso
La comunidad internacional puede jugar una serie de papeles para apoyar los diálogos de paz, tanto como en la construcción de la paz. Ya Cuba y Noruega sirven de garantes del proceso actual. Venezuela ha jugado un papel en la logística y de acompañante hasta ahora, y éste y Chile acompañarán el proceso en Noruega y Cuba. Otros papeles pueden destacarse relacionados a la desmovilización y desarme de las tropas. En el pasado, muchos de los procesos de paz (la desmovilización del M-19, la Corriente de Renovación Socialista, el Movimiento Armado Quintín Lame, partes del Ejército Popular de Liberación, las Autodefensas Unidas de Colombia), han contado con la asistencia técnica y el apoyo de distintos sectores de la comunidad internacional. Distintas formas de colaboración pueden llegarse a dar. Hasta el momento no se haya definido la necesidad de un facilitador o un mediador internacional (o nacional, de los cuales hay muchos), pero puede llegar el momento cuando se considere pertinente y necesario buscar a un tercero que ayude a las partes a reconciliar posiciones encontradas. En la fase de implementación de este proceso, cuando la participación de la sociedad civil en la construcción de la paz se consolide será imprescindible que la comunidad internacional no abandone a Colombia, sino busque fortalecer la construcción de la paz, la reintegración, y la reconciliación con acompañamiento, apoyo técnico y recursos materiales.
15. La construcción de la paz llevará tiempo, pero es importante que la paz sea sostenible
Todos los interesados deben tener la paciencia y la comunidad internacional debe ser consciente de que si y cuándo un acuerdo final se alcanza, será sólo el comienzo de un largo proceso de avanzar hacia la reconciliación, que será la base para un futuro más esperanzador y sostenible para toda la sociedad colombiana.