Confrontado desde hace 15 meses a una revuelta popular reprimida con la fuerza, lo que ha llevado a que la comunidad internacional lo asile cada día más, el presidente sirio, Bashar al Asad, admitió que su país está inmerso en "una verdadera situación de guerra".
"Vivimos una verdadera situación de guerra y todas nuestras políticas deben ponerse al servicio de la victoria", declaró durante la primera reunión del nuevo gobierno sirio.
Entre tanto, Turquía advirtió que responderá a cualquier violación de su frontera por parte de Siria, donde la represión de la revuelta contra el régimen y los combates cerca de Damasco dejaron casi 90 muertos, obligando a la ONU a mantener suspendida su misión de observación.
En Bruselas, la Otan, reunida con carácter de urgencia a petición de Turquía, declaró que el derribo de un avión de combate turco el viernes por parte de Siria fue un incidente "inaceptable".
La Alianza manifestó "su apoyo y solidaridad" a Ankara, sin mencionar la eventualidad de una intervención militar.
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, afirmó que el F-4 Phantom turco fue abatido mientras se entrenaba en el espacio internacional, y no en el espacio aéreo sirio, como sostiene Damasco.
En un discurso ante los diputados de su partido Justicia y Desarrollo (AKP, islamista), Erdogan dijo que Turquía replicará "con determinación" a cualquier violación de su frontera y calificó de "dictador sanguinario" al presidente sirio Bashar al Asad.
"Cualquier elemento militar procedente de Siria que represente un riesgo y un peligro de seguridad para la frontera turca será considerado un objetivo" militar, afirmó.