El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, reiteró que vetará cualquier ley aprobada por el Congreso que impida la aplicación de las medidas de alivio migratorio anunciadas al fin del año pasado y que podrían beneficiar a unos seis millones de inmigrantes.
Luego de una reunión en la Casa Blanca con seis jóvenes inmigrantes en vías de regularización, Obama fue categórico: "Vetaré cualquier ley que llegue a mi escritorio que elimine la posibilidad de que estos jóvenes, que están preparados para contribuir al país, lo hagan".
En medio de una áspera disputa política con el Congreso, ahora dominado por el opositor partido Republicano, Obama recordó que la Cámara de Representantes "aprobó una ley que determinaría que estos seis jóvenes sean deportados. Y pienso que eso es equivocado".
Los diputados de la cámara baja aprobaron en enero un proyecto de presupuesto para el Departamento de Seguridad Interna (DHS, responsable de la seguridad fronteriza, entre otras cosas) pero que elimina previsión de fondos para aplicar las medidas migratorias anunciadas por Obama.
El proyecto debe aún ser votado por el Senado, pero el mandatario dejó claro que ese texto, tal como fue aprobado por los Representantes, será vetado.
El grupo de jóvenes (que incluía a dos nacidos en México y una en Perú) narró a Obama la experiencia de vivir sin documentos en regla hasta que se beneficiaron, a partir de 2012, de las regularizaciones temporales ofrecidas por el programa DACA, y de la decisión de la Casa Blanca, anunciada en noviembre, de interrumpir la deportación de los padres de esos inmigrantes.
Todos ellos llegaron a Estados Unidos a muy temprana edad, traídos por sus padres, y nunca vivieron en otro país.
"No creo que haya nadie en Estados Unidos que tenga la oportunidad de hablar con estos seis jóvenes u otros como ellos en el resto del país, y deje de admitir que estos muchachos y muchachas son estadounidenses como nosotros, y que son de aquí, y que debemos hacer lo correcto con ellos", dijo Obama.
En la misma jornada, un precandidato Republicano a las elecciones presidenciales de 2016, el ex gobernador de Florida Jeb Bush, marcó clara distancia de su partido al defender de forma enérgica una reforma migratoria, alegando que constituye una clave para el crecimiento económico del país.
Resolver la cuestión migratoria en el país "debería ser la cosa más fácil, honestamente, porque es una enorme oportunidad. La inmigración no es un problema", lanzó Bush durante un discurso en la ciudad de Detroit, otrora el corazón de la industria automovilística estadounidense.
Según Bush (hijo y hermano de ex presidentes estadounidenses), serán necesarias medidas para reducir desigualdades y alcanzar un crecimiento económico de 4% al año.
"Reformar un sistema (migratorio) obsoleto es una enorme oportunidad para alcanzar ese 4%. Precisamos de jóvenes dinámicos que contribuyan de inmediato a nuestra economía. No debemos tener miedo", afirmó.
Se trata del primer discurso público de Bush desde diciembre pasado, cuando anunció su decisión de analizar seriamente su candidatura a las elecciones presidenciales de 2016 por el partido Republicano/AFP.