Luego de resultar elegido en unos comicios saludados en todo el mundo, el nuevo presidente de Nigeria, el general retirado Muhammadu Buhari, se comprometió el miércoles a "librar a la nación del terror" del grupo islamista Boko Haram.
El presidente electo advirtió al grupo islamista que los atacará hasta derrotarlos, después de seis años de influencia creciente del grupo en el noreste del país.
"Os aseguro que Boko Haram pronto se dará cuenta de la fuerza de nuestra voluntad colectiva y nuestro compromiso para librar a esta nación del terror y traer de vuelta la paz", dijo Buhari en la capital, Abuya.
"No escatimaremos esfuerzos hasta derrotar al terrorismo", dijo en una ceremonia después de que se confirmara que era el vencedor de las últimas elecciones presidenciales.
El general retirado Muhammadu Buhari ganó ampliamente las elecciones presidenciales de Nigeria frente al saliente Goodluck Jonathan, marcando la primera alternancia democrática en la agitada historia política de este país desde su independencia.
"Nuestro país se sumó a la comunidad de naciones que remplazan al presidente a través de una elección libre y honesta", declaró Buhari en su primer discurso tras ser electo.
"Para mí es algo realmente histórico", agregó el exgeneral, que obtuvo 53,95% de los votos.
Buhari, candidato de la coalición opositora APC (Congreso Progresista), derrotó por amplio margen al presidente saliente Goodluck Jonathan, candidato del Partido Democrático Popular (PDP), que obtuvo 44,96% de los sufragios, según los resultados difundidos por la Comisión Electoral Independiente.
El PDP estaba en el poder desde 1999, año de la restauración de la democracia en Nigeria tras un largo período de dictaduras militares.
Desde que accedió a la independencia en 1960, Nigeria registró seis golpes miliares.
Buhari, 72 años, un musulmán oriundo del norte de Nigeria, que dirigió una junta militar entre 1983 y 1985, dijo durante la campaña electoral que se había convertido a la democracia.
Era la cuarta vez que Buhari se presentaba a la elección presidencial desde 2003.
En su tercera tentativa, en 2011, había sido derrotado por Goodluck Jonathan, un cristiano del sur de Nigeria.
"Prometí elecciones libres y justas. Cumplí con mi palabra", declaró Jonathan, en un comunicado difundido el miércoles.
"Ninguna ambición personal justifica que se derrame la sangre de los nigerianos", agregó para prevenir cualquier violencia.
En 2011, en los incidentes consecutivos al triunfo de Jonathan, habían muerto un millar de personas.
Buhari homenajeó la nobleza del actual presidente que el martes lo llamó para reconocer la derrota.
El martes miles de nigerianos salieron a la calle en Kano, la ciudad más grande del norte musulmán, para festejar la victoria de Buhari, que en ese estado obtuvo más de dos millones de votos contra 200.000 para su rival.
"Es uno de los momentos más bellos de mi vida", dijo Khalid Isa Musa, un estudiante que esgrimía una escobita, símbolo del partido de Buhari, que prometió luchar contra la corrupción.
El nuevo mandatario prometió formar un gobierno de "todos los nigerianos".
Estados Unidos, la Unión Europea, Francia y Gran Bretaña (ex potencia colonial) felicitaron al vencedor.
El presidente Barack Obama destacó que Nigeria había "respetado los principios democráticos" durante los comicios.
Esta exitosa elección en el país más poblado de Africa -173 millones de habitantes- es un importante símbolo para todo el continente, donde la cuestión de la alternancia pacífica y democrática se plantea en forma recurrente, sobre todo en aquellos países gobernados por presidentes vitalicios o dinastías familiares.
En Burkina Faso el presidente Blaise Compaoré, que llevaba 27 años en el poder, fue derribado por manifestaciones.
En varios países como Burundi, Ruanda, Benín, Congo y la República Democrática del Congo, los jefes de Estado han querido perpetuarse en el poder, recurriendo en algunos casos a modificaciones de la Constitución en función de su interés personal.
Hasta hace poco, en Nigeria las divisiones políticas habían fomentado las tensiones étnicas y religiosas, provocando sangrientos amotinamientos poselectorales.
Esta vez la elección se celebró con total tranquilidad y el grupo islamista Boko Haram, que había multiplicado los atentados suicidas en el norte del país, no logró perturbarla.
En Lagos, centro económico de Nigeria, y en Abuya, la capital, hubo festejos con bailes y fuegos artificiales.
La victoria de Buhari consagra la supremacía del electorado en un país en el cual antes la batalla estaba ganada de antemano por el presidente saliente, comentó el analista político Chris Ngwodo.