El presidente de Ecuador, Rafael Correa, indultó a dos policías condenados por una rebelión en septiembre de 2010, que denunció como un intento de golpe de Estado, según dos decretos emitidos este martes.
Correa perdonó a los agentes Jaime Paucar y Luis Bahamonde, sentenciados a dos años de cárcel por agredirlo durante la revuelta policial que dejó diez muertos y 274 heridos.
Bahamonde admitió haber rociado gas pimienta al mandatario en un regimiento de Quito, adonde éste acudió para aplacar la protesta contra una ley que reformó las bonificaciones para la fuerza pública.
A su vez, Paucar fue hallado culpable de haber intentado retirarle una máscara antigases al gobernante, quien entonces se recuperaba de una operación de rodilla.
Los dos policías ofrecieron disculpas al mandatario socialista, quien abrió la posibilidad del indulto en agosto pasado para quienes resultaran condenados por la sublevación.
El mandatario, quien argumentó que no le asistía un "espíritu de venganza", puso como condición que los sancionados reconocieran su error y pidieran perdón "al pueblo ecuatoriano".
El 30 de septiembre de 2010 cientos de policías se sublevaron llegando a retener al presidente en un hospital, contiguo al regimiento, donde se refugió tras ser agredido.
Correa fue rescatado en un operativo militar que dejó cinco muertos en los alrededores del centro médico. Otras cinco personas fallecieron en Guayaquil (suroeste) durante saqueos que se desataron por la ausencia policial.
El gobernante, que pidió a las Naciones Unidas investigar los sucesos, denunció que la insurrección fue instigada por policías corruptos bajo investigación y opositores que intentaban derrocarlo e incluso asesinarlo.
El subsecretario para Asuntos Políticos de la ONU, el argentino Oscar Fernández, estimó tras una misión a Ecuador en enero último que la rebelión puso en riesgo la vida de Correa y fue un "intento de desestabilización política y una amenaza al orden constitucional y democrático", según un comunicado difundido por el Ejecutivo.