Las crónicas de Mabel Kremer
El próximo 20 de julio el representante por Antioquia Augusto Posada, según los pronósticos, asumirá como presidente de la Cámara de Representantes, con el firme objetivo de trabajar por el buen nombre del Congreso y el papel del congresista.
“Un dolor que llevo es haber vivido el ‘Congreso de la parapolítica’. Por eso, más que posicionar un nombre como político, quiero dejar un legado”, asegura este Representante, que considera que el Congreso es la columna vertebral de cualquier nación democrática.
Lo cierto es que para llegar a ser el presidente de la Cámara de Representantes mucha agua corrió por debajo del puente. Todo empezó en su época de universidad cuando, luego de terminar sus estudios de bachillerato en un colegio en Massachussets (Estados Unidos), regresó al país para estudiar Negocios Internacionales en la EAFIT. “Yo fui campeón nacional de polo acuático por Antioquia y en Boston hice parte de un equipo olímpico. Tuve muchas propuestas de universidades norteamericanas que me querían reclutar como deportista, pero decidí regresar y estudiar en Medellín”, dice sacando pecho como buen paisa orgulloso de su tierra, porque, aunque nació en Pereira, llegó tan bebé a Medallo que se siente tan antioqueño como la arepa.
En aquel momento jamás pasó por su cabeza hacer política. De hecho, lo más cerca que había vivido el tema eran las historias de violencia entre liberales y conservadores que le contaba su abuelo materno Carlos Sánchez, quien, como él mismo dice, era un montañero de pura cepa y liberal de raca mandaca. Pero el bichito tarde que temprano le picó.
El recorrido político
Corría por allá el año 95, cuando estudiantes de varias universidades en Bogotá estaban protestando contra el gobierno del presidente Ernesto Samper. “Mis compañeros y yo vimos esa protesta por televisión y fue allí cuando decidimos hacer algo y terminamos creando el Movimiento Universitarios Haciendo Nación, que buscaba acabar con la apatía de los estudiantes para participar en política, en vez de criticar a quienes la hacían”. Y fue tal el éxito de este movimiento, que Augusto Posada terminó lanzándose al Congreso y obtuvo 18.000 votos de opinión, que no le alcanzaron para acceder a la curul en la Cámara de Representantes.
Lo que nunca pensó es que esos votos le iban a dar tal visibilidad que Andrés Pastrana lo llamó para que liderara el grupo de jóvenes de su campaña presidencial contra Horacio Serpa. Y menos se imaginó que una vez fuera Presidente de la República, Pastrana lo fuera a nombrar Secretario Segundo de la Misión de Colombia ante la OEA, en Washington. “Fue una experiencia totalmente enriquecedora. Tenía solo 25 años y estaba recién egresado, pero acepté ese reto por tres años”. Los mismos que se convirtieron luego en siete años viviendo en la capital norteamericana, porque terminó casado con su novia colombiana de toda la vida y encargándole a la cigüeña a su pequeño hijo Tomás.
Una vez abandonó la OEA empezó a vivir como cualquier colombiano que busca el sueño americano. Le iba muy bien como consultor, pero ante la tremenda crisis del 2002 en ese país, terminó parqueando carros. “La situación estaba complicada y ante la llegada del bebé decidimos volver al país para que creciera al lado de la familia”. Llegó a montar una empresa de crema limpiadora para superficies y un bar restaurante. “La crema la llegamos a exportar a Venezuela y teníamos clientes como el Metro de Medellín, pero la competencia nos aplastó, y el bar sí fue un fracaso completo, porque a mí no me gusta trasnochar, no me gusta beber y no sé de música”, cuenta burlándose de sí mismo con extrema humildad.
Su siguiente paso fue trabajar en la Dirección Nacional de Regalías y fue allí donde un día recibió la llamada inesperada. Lo ubicaron para contarle que un nuevo partido, llamado de La U, se estaba conformando y que la invitación era para lanzarse a la Cámara de Representantes una vez más, como lo había hecho en sus épocas de universidad. “Yo lo primero que dije fue: ‘No, ya no hago política y no tengo plata para hacer una campaña’”, pero el bichito lo rondó de nuevo y con una campaña “a punta de volantes” logró ocupar el tercer puesto en Antioquia con 10.000 votos. Fue así como en el segundo periodo del presidente Uribe logró una silla en el Salón Elíptico y posteriormente otra en el actual periodo legislativo con 25.000 votos, es decir más del doble de la anterior.
Del Legislativo al Ejecutivo
El representante Augusto Posada tiene muy claro que, una vez termine este periodo, no quiere volver al Congreso. “Creo que ocho años son más que suficiente y lo que quiero en adelante es trabajar por mi región. Quiero poder ejecutar las leyes que ayudé a crear como congresista”. Y aunque no dice si es la Alcaldía de Medellín o la Gobernación de Antioquia lo que aspira lograr, lo que sí sabe es que mientras sea Presidente de la Cámara buscará una mayor participación de las iniciativas del Congreso, porque actualmente 90 por ciento de la agenda la ocupan los proyectos del Gobierno. “Yo pensaría que una proporción del 60-40, siendo la del Gobierno la mayor, sería la medida perfecta”, asegura.
Y es que no han sido en vano estos seis años como congresista. Posada tiene en curso nueve proyectos, como el aumento de seguridad en el transporte escolar, el de control de armas, la creación del fondo nacional contra las adicciones en la infancia y la adolescencia y el de control de encuestas electorales para evitar fraudes y manipulación, entre otros. Proyectos que aspira sacar adelante, como aspira a sacar del estadio su nuevo reto como presidente de la Cámara de Representantes, eso sí, aplicando la gran enseñanza que le ha entregado su padre: “Nunca condiciono y nunca me dejo condicionar”.