“Lo que trato de hacer es que el pueblo pueda interpretar sus propios derechos”, explicó
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EL NUEVO SIGLO: ¿Por qué no retirará el proyecto que analiza los fallos de la Corte?
ÁLVARO HERNÁN PRADA: Hay que partir de una base: no hay ningún tipo de control a lo que pasa con la Corte Constitucional hace mucho rato.
Yo presenté este proyecto hace tres años con apoyo del Centro Democrático, porque estábamos viendo que aquí, a diferencia de algunas constituciones modernas, como la alemana, no tenemos cláusulas pétreas; es decir, aquí la Constitución se puede interpretar.
Desde 2003 existe la teoría de la sustitución de la Constitución. Esto lo hace la Corte mediante jurisprudencia. Es ella la que impidió que los congresistas modificáramos la Constitución cuando, según ellos, se toque la esencia de la Constitución. Y son ellos mismos quienes dicen cuándo se toca y cuando no.
Hay un poder casi que omnipotente de la Corte. Hemos pasado de la supremacía de la Constitución a la supremacía de la Corte. Me niego a creer que existan voces que me piden que retire el proyecto. Eso sí es lo más antidemocrático del mundo: ni siquiera entrar en el debate, sino prohibirlo.
ENS: ¿Por qué dice que no es cierta la teoría de la sustitución de la Constitución?
AHP: Tengo varios ejemplos. En la discusión del plebiscito, antes y después, cuando se desconoció el voto del pueblo soberano, nos dimos cuenta que la teoría de la sustitución ahí no operó.
La Corte es la que dice cuándo sí y cuándo no se puede modificar la Constitución.
Nosotros presentamos esta iniciativa después de que la Corte generalizó las condiciones para que las parejas del mismo sexo puedan adoptar. Ahí tenemos que ver que la Corte analizó la posibilidad de adopción. Lo hizo desde el derecho del adoptante. Sin embargo, yo estoy convencido que prima el derecho del niño que está en condición de adoptabilidad. Ni siquiera es un tema filosófico o religioso. Es un tema jurídico en el que debieron ponderar más el derecho del niño.
ENS: ¿Los magistrados se han equivocado?
AHP: Cuando no se están interpretando los derechos fundamentales –en la manera como creemos muchos colombianos– debe haber una salida.
No puede ser que nueve magistrados –no me refiero a los actuales ni a un ejemplo en particular– operen por mayoría. Y, si la mayoría se equivoca, ¿los colombianos no podemos hacer nada y debemos someternos de por vida a una mala decisión? La pregunta es qué se puede hacer. Por eso teniendo en cuenta que el artículo 377 de la Constitución permite derogar normas constitucionales al pueblo soberano y leyes, por qué no permitirle entonces anular una interpretación de la Constitución cuando sienta que se vulneraron los derechos fundamentales. Hay un poder casi que omnipotente de la Corte.
ENS: ¿Este proyecto no crearía un desbalance en el equilibrio de poderes?
AHP: No. Si alguien ha defendido el equilibrio de poderes como elemento esencial de la República soy yo. Al contrario. Aquí no le estamos dando más fuerza a alguna rama del poder público específica. Lo que estamos es evitando una especie de rama que no tiene ningún control y que ahí puede haber un desbalance. Cada día es más el poder que tiene la Corte Constitucional porque no tiene límites. Lo que trato de hacer es que el pueblo pueda interpretar sus propios derechos.
ENS: Se dijo que el expresidente Uribe no estaba de acuerdo con el proyecto. ¿Eso es verdad?
AHP: Nunca me lo dijo. Es más: él todavía sigue pensando en que hay que debatir ese proyecto, porque gran parte de la sociedad colombiana está identificada con lo que yo estoy diciendo.
Las condiciones no han cambiado de hace tres años para acá. Si fue una bandera nuestra, por qué dejaría de serlo. Al contrario. Lo que necesita el pueblo colombiano es que demos estos debates a fondo.
Con total respeto lo digo: esto no es una cosa contra la Corte Constitucional y mucho menos es porque estamos llamados a una indagatoria. ¿Quién más que yo respetuoso de las Cortes? Si hiciera caso a esos comentarios estaría aceptando que los fallos están influenciados no por la imparcialidad de la justicia, sino que son susceptibles a ser influenciados por posiciones políticas. Por supuesto que no.