Petro- Uribe: una reunión con pronóstico reservado | El Nuevo Siglo
GUSTAVO PETRO y Álvaro Uribe han marcado la polarización ideológica del país en las últimas dos décadas y se han cruzado las más graves acusaciones.
Domingo, 26 de Junio de 2022
Redacción Política

Aquella vieja frase colombiana según la cual “la política es dinámica” tuvo esta semana una nueva muestra de su vigencia. En menos de cinco días se viabilizó una posibilidad que semanas, meses e incluso años atrás se consideraba imposible: una reunión directa entre el expresidente Álvaro Uribe, máximo exponente de la centroderecha, y el hoy presidente electo Gustavo Petro, máximo exponente de la izquierda.

Tanto a nivel nacional como internacional se sabe no solo de las grandes diferencias políticas e ideológicas entre ambos dirigentes, sino de su profunda enemistad personal, al punto que sus perfiles y lo que representa cada uno de ellos ha dividido al país en las dos últimas décadas.

¿Cómo se abrió paso una posible reunión entre Uribe y Petro que, como se dijo, nadie tenía en sus cálculos, ni siquiera el domingo pasado cuando se confirmó que el aspirante del Pacto Histórico sería el sucesor de Iván Duque en la Casa de Nariño?

Aunque en su discurso de victoria el senador de izquierda dijo que no llegaba con ánimo vengativo al gobierno y que respetaría a la oposición, pocos creyeron que fuera posible algún escenario de distensión entre el mandatario electo y el líder natural del Centro Democrático, bajo cuya égida han estado cuatro de los cinco últimos mandatos presidenciales en nuestro país: los dos de él (2002-2010), el primero de Juan Manuel Santos (2010-2014) y el de Iván Duque (2018-2022).

En ese mismo discurso de triunfo Petro volvió a insistir en su propuesta de “acuerdo nacional” y reiteró que estaba dispuesto a reunirse con Uribe, el candidato perdedor Rodolfo Hernández y otros sectores políticos y partidistas que estuvieron detrás de los 10,5 millones de ciudadanos que no votaron por él el pasado domingo.

“No vamos a utilizar el poder en función de destruir el oponente. La oposición, bajo los liderazgos que quieran, sea Uribe, Federico (Gutiérrez) o Rodolfo, será siempre bienvenida al Palacio de Nariño… En este gobierno que se inicia no habrá persecución política ni jurídica. Solo habrá respeto y diálogo. Es así como podremos construir lo que hace unos días llamamos el gran Acuerdo Nacional, que ya se comenzó a construir entre 11 millones de colombianos y colombianas pero que tiene que ser entre 50 millones”, dijo el mandatario electo. 

Sin embargo, dado el tono agresivo que marcó la campaña presidencial, con fuertes y duras descalificaciones de lado y lado, la mayoría de los analistas y del país político concluyeron que la convocatoria de Petro no pasaba de ser una formalidad propia de todo mandatario entrante pero que, a la hora de la verdad, el país se enrumbaba de inmediato a un escenario claro de gobierno-oposición, con la única diferencia de que ahora la izquierda estaba en el poder y gran parte de la centroderecha salía del mismo.

De hecho, desde el mismo momento en que se confirmó la victoria de Petro y sus rivales fueron reconociendo su triunfo y llamándolo a gobernar como el presidente de “todos los colombianos” y no solo de sus partidarios, en las toldas del Centro Democrático varios de sus congresistas y líderes anunciaron que se lanzaban de inmediato a la oposición.



Silencio táctico

Como se sabe, el exmandatario en las últimas semanas de la campaña mantuvo lo que muchos llamaron un silencio táctico, en el que era evidente que el uribismo estaba apoyando a Hernández pero no adhería públicamente a él para no afectar la independencia de su candidatura ni exponerlo a los ataques del petrismo.

Sin embargo, tras el triunfo de Petro el exmandatario reapareció esa misma noche del domingo afirmando que “para defender la democracia es menester acatarla. Gustavo Petro es el presidente. Que nos guíe un sentimiento: primero Colombia”.

Se pensó, entonces, que el tema de la invitación quedaría en el aire, más aún porque muchas voces en el Centro Democrático no solo salieron a replicar los discursos triunfalistas del petrismo sino que, incluso, rodearon con más fuerza al exmandatario frente algunas voces de la centroderecha que intempestivamente llamaron a reconstruir ese sector político sin la participación del exmandatario, por considerarlo desgastado y el principal derrotado en las urnas este año, tanto en las parlamentarias como en las presidenciales.

Es más, la postura opositora del Centro Democrático se reafirmó una vez el Pacto Histórico pudo conformar una coalición mayoritaria en el Congreso y postuló como su candidato a presidente del Senado a Roy Barreras, uno de los más duros críticos del exmandatario en los últimos años, ya fuera como negociador del acuerdo de paz en el gobierno Santos o como un alfil del petrismo, al que llegó a comienzos del año pasado tras renunciar al Partido de La U.

Sin embargo, el viernes pasado Uribe, que no se había vuelto a pronunciar desde el domingo, anunció sorpresivamente que aceptaba un encuentro con su principal rival político. “Agradezco la invitación del presidente Gustavo Petro. Acudiré a la reunión en representación del Centro Democrático. Son visiones distintas sobre la misma patria”, dijo.

El pronunciamiento de Uribe generó de inmediato un alud de reacciones. Así como muchos parlamentarios y dirigentes respaldaron su disposición a buscar consensos mínimos sobre el futuro de un país que hoy se encuentra en incertidumbre por el cambio de gobierno, otros tomaron distancia de ese encuentro afirmando que al uribismo le correspondía ejercer férreamente la oposición, sobre todo en momentos en que varios partidos políticos trataban de acercarse a Petro y otros se querían ubicar en la franja de los independientes, pese a ser política e ideológicamente contrarios a la izquierda.

El que sí se apresuró a responder fue el propio presidente electo, quien afirmó el viernes en la mañana, a través de un trino: “Bienvenidos a la era del diálogo que es la base de toda la humanidad. Agradezco la respuesta positiva del expresidente Uribe y estoy seguro que Colombia agradecerá el que encontremos puntos comunes para una patria común”.

 

¿Entonces?  

Hay muchas especulaciones sobre lo que podría pasar en la reunión entre Petro y Uribe. Para algunos analistas el encuentro no pasará a mayores, así haya foto y apretón de manos. Consideran que raya en la ingenuidad pensar que dos sectores tan enfrentados van a dejar de lado sus profundas diferencias, por más que el móvil de la reunión sea buscar algunos puntos de consenso sobre el futuro inmediato del país. En ese orden de ideas, ven el posible cónclave como una oficialización del esquema gobierno-oposición, que no tendrá tregua alguna en los próximos cuatro años.

Sin embargo, hay otros analistas y dirigentes que se muestran confiados en que de esta reunión salgan unos acuerdos básicos y muy puntuales en materias que hoy tienen muy preocupado al país, como el futuro de Ecopetrol, el modelo del Estado, el rumbo de la economía, las reformas pensionales y laborales o la política de seguridad y orden público. Se piensa que si los sectores políticos perdedores y ganadores pueden conseguir unos mínimos consensos sobre las líneas rojas que no se pueden cruzar en las reformas que haga el nuevo gobierno, el país podría implementar el “cambio” político, económico y social prometido por Petro sin que se borre de un tajo el proceso de reactivación sólido que está dejando Duque y que tiene al país a la vanguardia en muchos aspectos.

Así las cosas, habrá que esperar qué pasa en la reunión de Uribe con Petro, aunque hay algunos congresistas que señalan que son tan hondas las diferencias entre ambos dirigentes que es muy posible que la misma se termine abortando a última hora.