El difícil arte de ser ético | El Nuevo Siglo
Foto tomada de Discurso Político
Miércoles, 17 de Abril de 2019
Andrés Casas*
La ética comportamental es un nuevo campo de investigación científico-social. Nueva entrega de la alianza de EL NUEVO SIGLO y la Procuraduría General de la Nación 

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Sin importar la denominación religiosa, en esta época algunos nos sentimos más sensibles a la reflexión para llevar la vida con integridad, sin hacer daño, equilibrando nuestras metas con el bienestar de nuestra sociedad. Usemos este espacio como excusa para bajar la ética del mundo de las ideas, y sacarla del escritorio a través de 5 claves para ponerla al servicio de la reflexión mundana, al alcance de seres de carne y hueso como usted y yo, que pese a nuestras fallas y limitaciones nos empecinamos por ser el cambio que queremos ver.

Clave 1: Ética para humanos no para marcianos

La ética comportamental es un nuevo campo de investigación científico-social que busca entender por qué las personas toman decisiones éticas y ofrece información sobre cómo podemos decidir mejor y promover la cultura ética en las organizaciones. Este es un campo interdisciplinar que aplica técnicas experimentales desde la psicología del comportamiento, la ciencia cognitiva, la neurociencia, y la biología evolutiva.  Sus hallazgos muestran que las personas a menudo somos influenciadas, subconscientemente, por prejuicios psicológicos, presiones organizativas y sociales, y factores situacionales que impactan la toma de decisiones y nos conducen a acciones no éticas.

Clave 2: Eticidad limitada

El estudio empírico de la ética ha aumentado en las últimas dos décadas proporcionando una clara evidencia de que el pensamiento y el comportamiento ético son propensos a muchos de los mismos procesos mentales y dificultades que quedan fuera del radar de la conciencia. La ética comportamental introduce la noción de "eticidad limitada" sugiriendo que las personas somos propensas a errores éticos sistemáticos y predecibles. Las investigaciones han mostrado como la eticidad limitada apunta directamente a la automaticidad como una fuerza en la toma de decisiones éticas, en consonancia con estudios que sugieren las fuerzas viscerales y automáticas que guían las elecciones morales, independientemente del conocimiento aprendido sobre la moralidad. Nuestro juicio está sesgado hacia las inclinaciones de un proceso rápido y automático, en lugar de uno más lento y reflexivo. Factores sutiles como las presiones de tiempo, la carga mental y el desgaste cognitivo, así como si las situaciones se nos presentan como una pérdida relativa y no una ganancia, pueden afectar nuestra eticidad sin darnos cuenta.

Cortesía

Calve 3: La deshonestidad de las personas honestas

Nina Mazar y Dan Ariely llevan más de 10 años estudiando cómo las personas en casi todas las sociedades valoran la honestidad y mantienen altas creencias sobre su propia moralidad. El modelo económico estándar de costo-beneficio, fundamental para la teoría legal que rodea el crimen y el castigo, asume que las acciones deshonestas son realizadas por personas puramente egoístas, que solo se preocupan por las recompensas externas. En contraste, la perspectiva psicológica asume que las personas se preocupan en gran medida por las recompensas internas porque quieren, por ejemplo, mantener su auto-concepto. Las personas que se consideran altamente honestas en términos de honestidad hacen uso de diversos mecanismos que les permiten participar en una cantidad limitada de deshonestidad al tiempo que conservan opiniones positivas sobre sí mismas. En otras palabras, hay una banda de deshonestidad aceptable que está limitada por consideraciones de recompensa internas. Somos relativistas morales en nuestras vidas cotidianas, lo cual nos indica queel esfuerzo de la sociedad en general para disuadir la deshonestidad, especialmente la falta de honradez, podría estar fuera de lugar”.

Clave 4: El rol de las normas sociales y los “administradores de creencias”

Las personas internalizamos las normas y los valores de nuestra sociedad, pues sirven como un punto de referencia interno con el que comparamos nuestro comportamiento. Ariely y su equipo usan imágenes cerebrales que revelan que los actos basados ​​en normas sociales, como el castigo altruista o la cooperación social activan los mismos centros primarios de recompensa en el cerebro por la presencia de beneficios externos como las comidas y las bebidas que nos gustan, o ganar dinero. Estas recompensas internas están íntimamente conectadas con sesgos y atajos mentales sensibles a la influencia social. ¡El creciente mal comportamiento de las figuras públicas importa! Los comportamientos que consideramos socialmente estables pueden resultar mucho más frágiles de lo que nos gustaría creer. Las personas influyentes normalizan creencias que corren el riesgo de facilitar la desconexión moral y motivar a la gente a cruzar la delgada línea. Los líderes políticos, las celebridades y otras figuras populares se convierten, en el contexto de la ética pública, en administradores de creencias. Como en toda organización, estos administradores pueden ser inspiradores y positivos, o pueden ser tóxicos para la eticidad individual.  

Clave 5: Ante la disonancia ética… ¡REVISE!

Para finalizar. Francesca Gino y su equipo nos recuerdan que todos somos susceptibles de vivir el conflicto interno denominado disonancia ética. Las personas emplean varias justificaciones egoístas para reducirla y logran hacer el mal y sentirse morales al mismo tiempo. Estos autores diseñaron el marco REVISE para guiar el diseño de intervenciones para derrotar la deshonestidad, domesticar el riesgo moral y sortear las trampas éticas de todos los días. REcordar: enfatiza la efectividad de exponerse a señales que nos recuerden nuestros valores morales. VIsibilidad, restringe el anonimato y facilita el monitoreo rápido de pares; SEr integro, usa claves que aumentan la motivación a mantener una autopercepción positiva como persona moral y cerrar la brecha entre nuestros valores y nuestras acciones.

La educación ética se puede beneficiar de visibilizar asomos de integridad de las personas de todos los días, de enseñarla como una gimnasia que cualquiera puede practicar cotidianamente en diferentes ámbitos de su vida para fortalecer el músculo de las buenas decisiones. Así que la próxima vez que nos propongan cátedras de urbanidad y civismo, y otras soluciones sin evidencia, recordemos que la ética del comportamiento nos ofrece lecciones para evitar malgastar expectativas y presupuestos, pasando proyectos de ley y remedios que solo alimentan la disonancia ética con la que graduamos a la gente de adulta para enfrentar una vida plagada de trampas y peligros éticos.

 

* Investigador de la Universidad de Pennsylvania y de la Encuesta Mundial de Valores.