Tres. Ese es el número de retos que tendrá mañana que afrontar el presidente Iván Duque en su discurso de instalación de la tercera legislatura. Un discurso que, sin lugar a dudas, será el más importante pronunciado por el Jefe de Estado, incluso por encima de aquel del 7 de agosto de 2018, cuando asumió el poder.
¿Cuáles son esos tres retos? En primer lugar, el Mandatario está próximo a cumplir la primera mitad de su gobierno y, por lo tanto, debe rendir cuentas al país sobre los logros de su gestión, la cantidad de promesas electorales cumplidas y qué ha pasado con la estrategia que hace dos años delineó para enfrentar las principales problemáticas nacionales. Como se recuerda, frente a todas ellas el candidato prometió un timonazo radical ante la herencia dejada por ocho años de la administración de Juan Manuel Santos, a quien le hizo oposición radical y sin tregua día tras día.
En ese orden de ideas resulta claro que el pronunciamiento presidencial estará nutrido de una gran cantidad de cifras, porcentajes y reportes de ejecución en materia política, económica, social e institucional. Habrá un parte muy detallado sobre los principales programas y ejecutorias. La lucha antidroga, la evolución de la seguridad y el orden público, la estrategia anticorrupción y el impacto de los programas sociales, estarán en ese balance. Igual pasará con los planes de choque contra crisis muy puntuales como las de la salud, el desempleo, la racha de asesinatos de líderes sociales y desmovilizados e incluso el crecimiento del Eln y las disidencias de las Farc…
Esos temas y muchos otros tendrán referencia en el discurso de mañana, exigiendo del Jefe de Estado la suficiente capacidad de síntesis y claridad para que, más que el Congreso, la opinión pública tenga una idea clara de lo que ha hecho este gobierno en estos dos años.
No es una tarea fácil, ya que implica un reto comunicativo muy alto, porque si bien es cierto que el Gobierno a cada tanto se ha esforzado por rendir cuentas de sus logros y el avance de la gestión, la calificación del Ejecutivo a lo largo de estos dos años ha tenido muchos altibajos, por lo que la propia Casa de Nariño ha concluido que su estrategia comunicativa no ha sido la más impactante. Prueba de ello es que algunas políticas y programas a los cuales se ha destinado una gran cantidad de recursos y esfuerzo gobernativo, dando buenos resultados, terminan sin embargo rajados en las encuestas.
La pandemia
El segundo gran reto tiene que ver, necesariamente, con el mensaje que entregue el Presidente sobre lo que ha sido su gestión frente a la emergencia sanitaria derivada de la pandemia del Covid-19, sin duda la crisis más grave del país en las últimas décadas, a tal punto que hoy el país ya tiene más de 190.000 contagios y más de 6.300 decesos.
En este punto el desafío del discurso de Duque es doble. De un lado, debe hacer una síntesis muy rápida pero efectiva de todo el esfuerzo presupuestal, logístico, administrativo y normativo hecho desde marzo pasado para tratar de contener lo más posible el efecto de la enfermedad viral, equilibrando la prioritaria protección de la salud y la vida de los colombianos con la necesidad de que los periodos de cuarentena no ahoguen fatalmente la economía, los empleos, las empresas y las familias de más bajos recursos.
Si bien es cierto que Duque rinde todos los días, en su programa televisivo “Prevención y Acción”, un balance detallado sobre el plan de contingencia sanitaria y económico, compilar toda esa información en unos pocos párrafos y cortos minutos no será nada fácil.
Aunque la opinión pública ha valorado positivamente la gestión presidencial en medio de la emergencia, como lo prueba el hecho de que en las encuestas su imagen y favorabilidad estén por encima del 60%, es claro que al Gobierno le interesa -aquí el segundo desafío- que la rendición de cuentas sobre todos sus logros en estos dos años no termine opacada por el balance de las ejecutorias en el marco de la lucha contra la pandemia. Obviamente lograr que la opinión pública diferencie estos dos ámbitos de gestión no será nada fácil, pero es claro que Duque no quieren que lo califiquen única y exclusivamente por lo hecho desde marzo pasado, cuando empezó la crisis de Covid-19.
Un norte claro
Obviamente esperar tanto impacto de un solo discurso puede resultar exagerado, pero el Gobierno sabe que dada la difícil coyuntura sanitaria y el evidente desgaste de los colombianos por los efectos de las largas cuarentenas, unido al temor creciente por el alto número de contagios y fallecimientos ahora que está empezando la fase crítica de la pandemia, exige que el Presidente envié un mensaje contundente, positivo y realista sobre lo que viene para el país.
Más allá de que la ceremonia de instalación del Congreso sea virtual y de que, incluso, este lunes sea festivo, es claro que el país requiere que Duque sea enfático y creíble sobre cuál es el norte a corto, mediano y largo plazos. En la historia más reciente colombiana difícilmente se puede encontrar un momento en donde la incertidumbre sobre el hoy y el mañana fuera tan grande como la que hoy se registra. La capacidad de liderazgo y convocatoria de un mandatario nunca había tenido un reto de estas proporciones y de allí que, como se dijo al comienzo, el discurso para que arranque esta nueva legislatura sea tan estratégico.
¿Qué reformas serán las prioritarias para este segundo semestre? ¿Cuáles de los decretos de emergencia para enfrentar la crisis sanitaria se van a convertir en legislación permanente? ¿Cuándo y cómo se adelantará la reforma tributaria que se hace obligatoria para nivelar las finanzas públicas, sabido que el déficit fiscal estará por encima del 10% y la caída del PIB será de 7 u 8 puntos? ¿Cuál es la estrategia permanente para recuperar a las empresas y los empleos en momentos que muchas amenazan quiebra y despidos masivos? ¿Apostará Colombia por crear una Recta Básica Mensual que refocalice la amplia y billonaria estructura de subsidios directos y cruzados? ¿Cómo se articularán real y funcionalmente las metas del Plan Nacional de Desarrollo con el cambio de prioridades políticas, económicas y sociales que demanda el plan de reactivación del país una vez pase el momento más duro ed la crisis sanitaria?...
Esas y otras más son las preguntas que el Gobierno tiene que empezar rápidamente a dilucidar para lograr disminuir el clima de incertidumbre nacional. No puede llamarse engaños el Presidente, sus ministros y la administración en general: el país exige de su timonel no solo que le señale el rumbo a seguir en esta complicada e inédita coyuntura, sino que esa hoja de ruta sea creíble para las mayorías.
Por todo lo anterior es que el discurso de hoy es clave. Los tres retos ya explicados y la capacidad que tenga Duque para afrontarlos le marcarán al país lo que viene no solo en lo que resta de este año sino en toda la segunda mitad de mandato. Sería ingenuo negar que la pandemia se le atravesó al Presidente y su Plan de Desarrollo, que ya no solo tenía aprobado sino que empezaba a rendir los frutos que Duque, con su estilo gerencial, ubicado en el centro-centro de la política y ajeno a los rifirrafes de una tempranera campaña presidencial, quería para el país. Una hoja de ruta con la que esperaba dejar huella. Sin embargo, esa estrategia se trastocó y no es exagerado señalar que en los dos años que le restan de periodo al Jefe de Estado le va a demandar casi todo su esfuerzo gubernamental la difícil tarea de reconstrucción nacional de la Colombia pospandemia.
Los cálculos más optimistas hablan de un esfuerzo presupuestal superior a los $100 billones a corto y mediano plazos. Sin duda un monto que nadie tenía pensado y que pone a Duque frente a un país muy distinto al que recibió en 2018 y al que venía liderando en su primer año y medio de gestión.
De allí que, por último, bien podría decirse que el discurso de mañana debería ser la cuota de el plan de reconstrucción nacional del país y el banderazo para que Duque genere los consensos políticos, económicos, sociales e institucionales para arrancarlo lo más pronto posible y poder ver algunos de sus frutos estructurales antes de que se acerque la fecha en que deberá dejar la Casa de Nariño.
Una legislatura con una agenda muy ambiciosa
El periodo legislativo que empieza mañana será clave para el Gobierno toda vez que, por primera vez, podría tener mayorías en Senado y Cámara. Como se sabe, uno de los flancos débiles de la Casa de Nariño en estos dos años es que su coalición (Centro Democrático, conservadores, La U y los partidos cristianos) tiene mayorías muy ajustadas en el Parlamento, y de allí la dificultad para sacar avante las grandes reformas de ley y acto legislativos, además de no pocas derrotas en el campo político y de gobernabilidad.
Ahora la cuestión sería distinta, ya que se espera que el Gobierno consolide unas nuevas mayorías en el Congreso, ya que existe una amplia posibilidad de que Cambio Radical entre a la coalición oficialista, ya sea de forma oficial o, manteniendo la independencia, pero votando con el Ejecutivo muchos proyectos clave.
De allí que la agenda prioritaria que fije el Gobierno y su coalición será clave, ya sea en el marco del plan de reactivación pospandemia o frente a una serie de reformas política, judicial, pensional, laboral y de otros aspectos pendientes.
De entrada el Ejecutivo presentará la ley reglamentaria de la cadena perpetua para violadores y asesinos de niños; un nuevo estatuto anticorrupción; otra iniciativa para aumentar la protección de las mujeres ante la violencia de género; y el proyecto que regulará el teletrabajo y el trabajo en casa.
Uno de los temas clave será el proyecto que crea la Renta Básica Mensual, sin duda una figura de asistencia social muy importante pero costosa, que tiene el apoyo de 53 senadores y la mirada cautelosa del Gobierno, que solo la contempla –a través del programa Ingreso Solidario- como temporal.
¿Qué propondrán los partidos? El Centro Democrático llega con 138 proyectos, entre ellos se encuentran tres actos legislativos y más de 20 iniciativas nuevas, como las buscarán fortalecer el desarrollo tecnológico para los colegios y las personas que trabajan en plataformas digitales, brindar educación a quienes presten servicio militar y el beneficio de libertad condicional a algunos miembros de la Fuerza Pública, así como convertir el Ingreso Solidario en un beneficio permanente para los más vulnerables del país.
El senador Efraín Cepeda, del Partido Conservador, le anunció a EL NUEVO SIGLO que desde su colectividad se promoverán iniciativas que apuntan a la protección de la vida, la familia y el crecimiento económico del país.
Cepeda enumeró “proyectos de ley como el de reconocimiento de hijos extramatrimoniales, descongestión de la justicia con pactos arbitrales en procesos ejecutivos, profundización de microcréditos como mecanismo para proteger empleos de mipymes, reducción de IVA para tarifas de tiquetes aéreos y combustible”. Además, impulsarán proyectos encaminados a la legalización de predios de instituciones educativas y centros religiosos, pago de seguridad social a quienes tengan contratos por prestación de servicios a mes vencido, e iniciativas provida como el acto legislativo que “defiende el derecho a la vida que existe desde el momento de la concepción”.
Al cierre de esta edición no estaba definida toda la agenda de Cambio Radical, pero este Diario conoció algunos proyectos de suma importancia con los que arrancará esta legislatura, como por ejemplo la reforma al sistema de salud que ya cuenta con el respaldo del Gobierno nacional, debido a la importancia que se ha evidenciado durante la pandemia del Covid-19.
El representante por Atlántico, César Lorduy, de Cambio Radical, le confirmó a este Medio que también presentarán una reforma a la justicia, insistirán en la modificación de las corporaciones autónomas regionales (CAR), además de una reforma al régimen de consultas previas, "que sin afectar los derechos que tienen las comunidades, es necesario que existan unos mecanismos que permitan que los proyectos de interés nacional y regional no sufran los atrasos que hoy tienen"; igualmente reiterarán su propuesta de crear el Ministerio de la Familia.
Desde la bancada del Partido Social de Unidad Nacional (La U) se le señaló a este Diario que entre los proyectos más importantes que promoverá se encuentran iniciativas que buscan incentivar la cultura del emprendimiento y la creación de la Petición Especial en Salud (PES) como mecanismo sumario para garantizar acceso a la salud; también buscará asegurar el abastecimiento de energía en zonas vulnerables, impulsará el impuesto al carbono y la prohibición del castigo físico infantil.
Pero no solo las colectividades afines al Gobierno se preparan. También habrá agenda legislativa independiente y opositora.
El Partido Liberal está reunido este fin de semana para terminar de concertar las propuestas que apoyarán. Fuentes de esa bancada anticiparon que volverá a presentar el proyecto de ley que permite la transferencia gratuita de algunos bienes del narcotráfico a la ciudad de Cali.
Desde las bancadas de oposición también tienen lista una serie de iniciativas que se enfocan principalmente en los derechos de los más vulnerables del país y en el medio ambiente.
Colombia Humana y la Lista de la Decencia, que incluye al MAIS y la UP, radicaran iniciativas como el derecho al agua, reglamentación de las coaliciones políticas y la creación de una cátedra de medio ambiente y cambio climático. Además, la adopción de medidas para la especial protección de la agricultura campesina, familiar y comunitaria, incentivar la gestión de reciclaje de envases de un solo uso, reconocer los ríos y fuentes hídricas como sujetos de derechos e incentivos para el uso de vehículos eléctricos como medida para mejorar la calidad del aire.
La Alianza Verde iniciará esta legislatura impulsando el proyecto de Renta Básica de Emergencia que lo acompaña alrededor de 50 senadores. Este no tuvo trámite en la legislatura pasada, por lo que volverán a presentar este lunes.
"Nueve millones de hogares que no tienen ingresos, no tienen ahorros, y que están padeciendo sufrimientos y hambre para que el estado les haga una transferencia monetaria, no reembolsable, de un salario mínimo durante tres meses, y en los dos siguientes meses la mitad", le manifestó a este Medio el senador Iván Marulanda.