El historiador Álvaro Tirado Mejía está presentando la cuarta edición de un libro suyo sobre Alfonso López Pumarejo y habló sobre su pertinencia en la actualidad colombiana
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EL NUEVO SIGLO: ¿Qué tan importante es la figura de Alfonso López Pumarejo para la historia de Colombia?
ÁLVARO TIRADO MEJÍA: Hay consenso en que Alfonso López Pumarejo fue un hombre muy importante. Por supuesto fue un hombre que tuvo una posición política, pero es paradójico.
En su gobierno tuvo mucha oposición, fuertísima, violenta, aunque al decir violenta no quiero decir que fue con las armas, afortunadamente, sino desde el Congreso, la prensa, el mismo Siglo fue muy duro, porque era una época sumamente difícil. Sin embargo, ya al final de la vida de López, cuando se le hizo un homenaje en la Universidad Nacional, el honoris causa, ya el Frente Nacional estaba iniciándose, y ahí estaba Laureano Gómez que había sido su amigo, pero que lo había combatido tanto y luego se reconciliaron.
Yo creo que ese homenaje implicaba el reconocimiento a López por encima de divisiones partidistas, porque fue un visionario, fue un reformador y sobre todo que los cambios que hizo siempre fueron dentro de las instituciones. Mostró que este país tenía muchas cosas para cambiar –todavía tiene muchas cosas para cambiar–, pero que la vía es por la vía democrática y haciendo reformas.
ENS: Se dice que la opinión pública ha girado a la derecha. ¿Es eso así, o ya lo era entonces y ahora se ha hecho más manifiesta?
ATM: Yo dividiría su pregunta en dos aspectos.
Uno, digamos, lo que fue ese momento, lo que fueron las reformas, lo que fue la vida política y sobre todo la pertinencia del libro sobre la vida actual.
Segundo, es un fenómeno que está en discusión si hay una democracia en crisis, si hay una derechización, pero eso yo la dividiría.
ENS: Muy bien. Miremos el primer aspecto…
ATM: Sobre la primera. Yo fui un poco reacio a que se volviera a publicar, porque ya la gente no tiene mucho interés en la historia, o por lo menos ya no es masivo.
Sin embargo, lo releí y me di cuenta de que tiene mucha pertinencia.
La historia no se repite, por supuesto. Y no son los mismos problemas.
Pero es que hay una cosa muy interesante. Esa fue una época muy difícil de la sociedad colombiana. Los años precedentes de los años 20 fueron unos años de un crecimiento económico. Una República conservadora muy pacata, digamos. El mismo Laureano Gómez, con López, arrancó contra la hegemonía conservadora, porque se necesitaba un movimiento de cambio.
Eso se debatió públicamente en el Parlamento, en la prensa. Y hay ciertas similitudes. Vuelven las problemáticas. Eso no quiere decir que la solución tenga que ser la misma, pero las problemáticas sí.
Le voy a citar algunas. ¿Qué estuvo en uno de los centros de discusión? El problema agrario. Es decir, el régimen de la Revolución en Marcha estableció la Ley 200 de 1936 dentro de una concepción de función social de la propiedad para salir al encuentro de un problema agrario muy fuerte, de unos levantamientos agrarios. Esa era una cosa de modernización. Ahora otra vez el problema agrario está en el centro de las conversaciones de paz y todo eso.
Mire otra cuestión. Se dice que, sino el creador, por lo menos uno de los impulsores de la Universidad Nacional fue López Pumarejo. El problema de la educación pública estaba en el centro, era el gran debate. ¿En qué estamos ahora? Una huelga universitaria que por primera vez veo yo, en los últimos 40 años, tiene a su favor la opinión pública. ¿Por qué? Porque para el país el problema de la educación es esencial.
En ese momento hubo una tenue reforma tributaria, si la comparamos con lo de ahora. Y otra vez la polarización del país, que ya en ese momento se volvió no solamente bipartidista, entre liberales y conservadores. Se creó una cosa que no recuerda el país, que fue la APEN, que fue la asociación de propietarios, que eran los grandes terratenientes del país, muchos ellos liberales –generales de la guerra de los mil días que tenían una concepción del liberalismo decimonónica: nada de intervención–, conservadores también y empresarios, con los mismos argumentos que ahora. En ese momento no había castrochavismo. Pero el coco era la revolución mexicana (¡se nos vino la revolución mexicana!).
ENS: Nos falta abordar el segundo aspecto en que dividió el tema del giro a la derecha…
ATM: Yo lo plantearía en una forma más distinta. Primero es que ya los términos derecha-izquierda, siguen existiendo por supuesto, pero ya no son tan inmediatos.
En este momento está en el centro de la discusión mundial disque la crisis de la democracia. Eso no es nuevo. Desde que se inventó la democracia tiene opositores.
Pero cuando uno compara, nunca ha habido un embate contra la democracia tan grande como el de los años 30. Fue el fascismo, fue Hitler, fue Mussolini, fue la guerra de España, todos ellos explícitamente decían “la democracia no”. Fue un ataque muy fuerte. Y del otro lado también. Es que en los años 30 estaba en la fina el Stalinismo con todos sus horrores, que después se conocieron.
Y lo interesante en este caso fue haber salido dentro de un marco democrático, muy conflictivo eso sí, pero no a la manera de la mayoría de los países latinoamericanos que para tratar de resolver estos conflictos acudieron a las dictaduras militares, lo que hizo que el remedio fuera más complicado que la enfermedad.